viernes
7 y 9
7 y 9
Marcela Cárdenas tiene una fascinación por las enciclopedias, los diccionarios, las colecciones de plantas, todo lo que sea didáctico y tenga que ver con la ciencia. Su cultura material, dice, está llena de objetos que se relacionan con lo natural. Es su esencia, como Marcela y como artista.
“Me ha interesado el orden en la ciencia, nuestra relación con el entorno natural, cómo nos imponemos sobre él. Ahora me inquieta cuando el orden natural que conocemos se desorganiza, cuando los conceptos se mezclan y se cruzan y el resultado es una tensión (visual y tridimensional) inesperada”.
Marcela nació en Medellín y estudió diseño gráfico. Ahora es artista, todos los días, si bien el diseño aparece en sus obras, a veces. Ella es una de las creadoras que mostrará su obra en la Feria Internacional de Arte Contemporáneo Arco de Madrid, que inicia este miércoles, y en la que Colombia es el invitado.
El curador Juan Gaitán seleccionó dos artistas de diez galerías —ocho de Bogotá, una de Cali y una de Medellín—. De esos 20, cuatro son paisas. Marcela va con la galería Nueveochenta, Catalina Jaramillo con Sextante y Pablo Gómez e Iván Hurtado con La Oficina, la única que va por la ciudad.
Los artistas elegidos son jóvenes. Iván cuenta que una de las funciones de Arco, dicho por su director, Carlos Urroz, es fomentar el arte contemporáneo de artistas jóvenes. “A Arco le interesa mucho que sean unos artistas emergentes y que no hayan tenido oportunidades afuera”.
Marcela se sorprendió cuando la eligieron, porque es una artista que apenas se está dando a conocer. Su participación la ve como una oportunidad para mostrar su obra a nivel internacional y también local.
A Catalina le pasó igual, toda una sorpresa la selección, que le pareció un ejercicio democrático porque el curador visitó las galerías, pero no habló con los artistas. La selección fue mirando los portafolios y la obra expuesta. Para Marcela hay un punto importante, y es que él, quien es colombocanadiense, llegó desprevenido, sin conceptos preestablecidos en tanto llevaba un buen tiempo fuera de Colombia.
No hay duda de que Arco es una oportunidad para mostrar el arte que se está haciendo en el país y lo que los artistas jóvenes están creando. Las quejas de que no hay muchas posibilidades para mostrarse afuera es un tema en el que coinciden algunos, o por lo menos en que es difícil. Para Pablo, no obstante, oportunidades sí hay, muchas, “pero hay que hacer fila”.
Los efectos, no obstante, no son claros para todos, cree Catalina. “Arco es una feria que tiene bastante visibilización, pero aún no puedo saber cómo reflejará un cambio en mi carrera”.
Del país quedará una historia que se contará por los conceptos que viajan en las obras de arte y en las galerías, en los museos, en los espacios independientes y en las exposiciones. Alberto Sierra, director de La Oficina, se pregunta, “¿cuándo nos toca que toda una ciudad esté alrededor de Colombia? Es muy importante que quede una idea muy configurada de nuestra nación, de que no es solo violencia”.
Cada artista tiene su visión del mundo, su manera de contar, lo que lo trasnochan.
Marcela mostrará en Arco una expansión de la obra Disecciones, que presentó en Nueveochenta el año pasado. Es un estudio de anatomía botánica.
Catalina tiene varios proyectos. Desde enero realiza una residencia artística en Matadero Madrid, donde se expondrá a finales de marzo los proyectos, planteados a partir de la Expedición Botánica de Mutis. Ella hizo un patrón floral en gran formato tomando fragmentos de las láminas botánicas de la expedición para construir una imagen ornamental con intervenciones propias.
Esta dibujante estará en la muestra colectiva Frente al otro, dibujos en el postconflicto, para la que trabajó con un pequeño grupo de excombatientes. Además presentará una exhibición en el estand de Sextante. Pequeños problemas y trabajos prácticos es una serie de dibujos de mediano formato, “a partir de una lista de ejercicios absurdos planteada por el escritor Jean Tardieau, en donde trato de convertirla en mundos igualmente absurdos cargados de referencias propias”.
Mientras tanto, las obras de Iván y Pablo conversarán en un cuadrado de seis por seis. “Me toca que los dos queden con un mismo valor, que se entienda que estamos elaborando una exposición con dos arquitectos artistas”, explica Sierra. Los dos tienen temas similares, pero desde diferentes orillas. Pablo habla de destrucción, Iván del olvido de esa destrucción.
Aunque el último trabajo que se vio de Pablo en Medellín tenía que ver con su empresa virtual Gordon Demolition, esta solo funciona cuando aparece un cliente y hasta ahora no ha aparecido ningún proyecto interesante para desarmar. En Madrid, entonces, mostrará Habitación para decidir, obra que expuso en 2014 en la galería Susan Inglett de Nueva York. La instalación tiene un grupo de esculturas, como una mesas y unos paneles de madera que sirven de soporte a herramientas que le ayudan a tomar la decisión de “des-intervenir un espacio”. Su interés está en esas edificaciones que han sido calificadas como patrimonio y, sin embargo, por un “planeado deterioro o por circunstancias no muy claras, se incendian o las incendian”. A Pablo le importa ese proceso y el valor que adquiere el espacio al ser destruido.
El punto clave para Iván es reflexionar sobre el olvido y la memoria, pero no solo de la violencia que pasó, sino del futuro. Sus objetos son para ver, “porque siempre vemos son los efectos y nunca la realidad”. Él tiene una escultura de mármol, que es una mina antipersonal. También fotografías. Cada objeto con la idea de crear consciencia del espacio, de los pueblos que cambian. “Cómo los monumentos de los pueblos han sido violentados, entonces no hay héroes —explica Alberto—. Es como una soledad, pero de ausencia de cosas. Eso le ayuda a mirar el conflicto de otra forma.”