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Así fue la primera corrida de toros del año en Medellín

  • Foto: archivo Donaldo Zuluaga
    Foto: archivo Donaldo Zuluaga
28 de enero de 2017
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Sin trofeo alguno y con una importante presencia de público, arrancó en Medellín la tradicional Feria de La Macarena en donde se lidiaron seis toros de la ganadería de Santa Bárbara.

La falta de efectividad con el rejón de muerte privó de la puerta grande a Pablo Hermoso de Mendoza, el único de los alternantes que estuvo cerca del triunfo en la plaza de La Macarena.

El encierro de Santa Bárbara tuvo disparidad en su comportamiento.

Ficha del festejo
Seis toros de la ganadería de Santa Bárbara, de dispar presentación y juego irregular en sus ejemplares. Tercero y quinto del festejo tuvieron acometividad.

Iván Fandiño (barquillo y oro): Pinchazo y desprendida, saludo. Tres cuartos efectivos, palmas.

Luis Miguel Castrillón (sangre de toro y oro): Cinco pinchazos, entera y descabello. Silencio tras dos avisos. Pinchazo y entera, silencio.

Rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza: Rejón trasero, pinchazo y entero, división de opiniones. Tres pinchazos, rejón trasero y cinco intentos de descabello. Silencio tras aviso.

Sin trofeos la primera corrida
Medellín se quedó con las ilusiones de triunfo en la primera corrida de la Feria de La Macarena. Un encierro con notables e inesperados cambios de comportamiento de la ganadería de Santa Bárbara, sirvió de telón de fondo a las actuaciones de tres alternantes, puestos a prueba por esa condición de los toros, para marcharse, todos, entre la decepción y el otra vez será

Brilló, eso sí, Pablo Hermoso de Mendoza, ante dos toros muy diferentes. En el primero de los suyos, tercero de la noche, la plaza, casi llena, tuvo la oportunidad de ver al caballero en plaza en buena parte de su dimensión.

El toro, encastado, lo exigió y el navarro supo responder, tanto en terrenos comprometidos, como a la hora de templar. Hubo doma, pero también valor. El rejón definitivo, como ha sido su constante en esta temporada colombiana, no tuvo acierto y la opción de triunfo se apagó.

Igual sucedió en el sexto del festejo, un animal que obró con reservas. Ante esa falta de franqueza, Hermoso de Mendoza no tuvo más alternativa que ir a buscar al enemigo en sus querencias. De allí surgió una faena colmada de emociones, a la que, de nuevo, le faltó el colofón de la suerte suprema.

Lo demás no pasó de un interesante toro, el quinto, al que el colombiano Luis Miguel Castrillón intentó hacerse en los medios, sin alcanzar con plenitud tal propósito. Sobraron maneras, pero faltó profundidad.

En el segundo, el torero local enseñó sus bondades con el capote, antes de que el ejemplar entrara en la irregularidad que caracterizó a la mayoría de sus hermanos.

Para Iván Fandiño no hubo suerte en ninguno de los dos que le correspondieron. El que le sirvió para abrirse de capa duró el escaso recorrido de una serie por la derecha. El otro, se rajó y aunque el vasco porfió, no había de dónde sacar.

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