Hay quienes somos tildados de raros y tontos y hasta de necios solo por no tener una ambición ligada al dinero y al ritmo consumista. Hay riquezas que yacen en la tranquilidad. Claro está que uno de los caminos para llegar a ésta, es el papel moneda que nos permite el intercambio.
Otear, pasar horas en un balcón con la posibilidad de ponerse en pie horas más tarde. Tomar un café y poder saborear una conversación, así sea con las nubes o con el viento. Ver una planta, olerla. Probar un bocado de manos bendecidas. Percibir el calor solar y la humedad de una lluvia.
Escuchar el concierto rural que nos brinda el campo y ser testigo de una manifestación de luciérnagas en un baile logarítmico. Ser testigos de nuestra consciencia y la del ilusorio tiempo. En definitiva, hay más riquezas que las que portan los ceros del papel moneda. Hay mejores cosas.
Foto: Támesis, suroeste de Antioquia. Agradecimientos: Maestro Carlos Agudelo e investigadora y escritora Lucia Victoria Torres Gómez.