|
Artículo Invitado Especial Aniversario CIP Así transcurría Colombia y el mundo mientras el Centro de Información Periodística iniciaba labores (Sep 1977) |
| Algo de historia
En el año de 1973, época en la cual se llegó a la edición número 20.000, se decidió formar y organizar técnicamente una Biblioteca; con el fin de prestar un mejor servicio de información, consulta e investigación al personal vinculado o relacionado con El Colombiano, cumpliendo con fines de autoeducación, investigación, lectura y recreación. En los siguientes años la necesidad de información fue cada vez más evidente, nuestros usuarios requerían datos puntales sobre hechos periodísticos y mientras Catalina Villa clasificaba insesante los contenidos de ayer, hoy Hace 35 años, las noticias no se detenían… “Continuos acontecimientos están señalando el mal de Colombia: la falta de moral”, advertía en el inicio de su columna, dentro de la sección Ecos y comentarios de EL COLOMBIANO, el padre Fernando Gómez Mejía, quien a continuación reseñaba la manifestación “insólita” de taxistas al rechazar las medidas de control de las autoridades por el uso arbitrario del taxímetro. No obstante, señalaba que tal actitud “es un mal generalizado en todos los gremios”.
“Explotar al máximo a los otros es la consigna. Con tal de que venga el dinero, no importan los medios, así sean los más ilegales e injustos. Los abusos se encadenan en forma verdaderamente impresionante. La guerra de todos contra todos es un hecho. Aquí está la fuente de nuestros males. Maquiavelo ha pasado a ser el maestro de todos y ya no hay más ley que la del oportunismo, de la zancadilla y del abuso: ahora triunfan los más atrevidos, los más duros, los más calculadores, los más fríos para el crimen, los más audaces para el engaño, los más rapaces y los más inhumanos”, concluía su artículo.
“Los mágicos” no aparecían en escena nacional, sin embargo a escala local Pablo Escobar y su primo Gustavo figuraban al servicio del Padrino como “Los Pablos”. A sus 27 años, Pablo gozaba en libertad los primeros meses de vida de su hijo Juan Pablo. Ya era millonario, aun luego de contrabandear y estar vinculado a procesos judiciales por homicidio, robo de carros, tráfico de cocaína e intento de soborno, los cuales permanecían suspendidos por orden del Juzgado 20 Penal del Circuito de Medellín.
Los testigos del delito de hurto y los detectives que integraron la operación para capturarlo por narcotráfico en última ocasión (hasta la falsa detención en La Catedral) serían asesinados, mientras la jueza de Itagüí que dictara auto de detención en su contra era amenazada. Un juez de Pasto revocaría la detención tanto de él como de su primo. El caso había pasado de la justicia penal militar a la justicia ordinaria después del cese del Estado de Sitio (tan peculiar de los gobiernos latinoamericanos en tiempos de la Doctrina norteamericana), reimplantado por el gobierno de López Michelsen a causa de la huelga de diferentes sectores. Al año siguiente, López decretaba de nuevo esta figura tras un paro cívico organizado por las cuatro centrales obreras del país. La nación gozaba de una aparente prosperidad, no solo ante el boom marimbero, sino por la bonanza del café. El aumento de las exportaciones producía un crecimiento en el Producto Interno Bruto (PIB) y en la acumulación de reservas internacionales, lo que daba pie a un incremento en el gasto público y consumo de los hogares. De esta manera, no obstante, la inflación aumentaba, lo cual producía un malestar generalizado por el costo de vida que permeaba sobre todo a la población más popular de Colombia. Así llegaba el 14 de septiembre de 1977. Fuente: Centro de Información Periodística CIP El @Colombiano |
| Por Federico Duarte Garcés Estudiante Periodismo UPB Colaborador Seguir a @casilleroletras |
