¡Qué viva la música!, de Carlos Moreno

Por: Perogrullo

¡Qué viva la música! Es pionera, descriptiva de una época de liberación de libido, escrita 17 años luego de que la mujer tuviera la opción de la anticoncepción. Las liberaciones y despertares son post represión, dolor de realismo.

En el caso de su autor describe genialmente el volver a la libido básica, sobrevivir con lo más elemental, en los placeres inmediatos, al momento, sin necesidad de conservar recuerdos o pensar en un futuro. Nos muestra una mujer sin miedos, ni prejuicios, no amoral porque busca su esencia femenina, de por sí un valor, en forma regresiva.

Rechaza a una modernidad y un sistema de valores que le son un tedio, o mejor un calvario, el vivirla con cada una de sus figuras de autoridad, empezando por sus padres burgueses, se acompaña de personajes todos desadaptados en una búsqueda no encontrada: un hermano regresivo buscando el nirvana del vientre materno flotando y sumergiéndose en una piscina, esquizofrénicos, personalidades antisociales, parricidas, resentimientos de siglos que se tornan xenófobos y agresivos.

Andrés Caicedo es pionero, junto con otros, como Stanley Kubrick con La naranja mecánica en 1971, Nagisa Oshima con El Imperio de los sentidos en 1976 y, tardíamente, Oliver Stone y Quentin Tarantino con Asesinos por naturaleza en 1994, quienes tratan el mismo tópico pero con protagonistas y visión masculina. Solo Andrés Caicedo nos muestra desnuda esta libido regresiva, desinhibida, salvaje y brutal a través del sentir femenino, únicamente cotejable con la naturaleza que así como da, lo devora todo.

En cuanto a la película, recoge con gran sensibilidad la visión de Andrés Caicedo de su heroína, la música hace los contrastes entre una burguesía adormilada, rockera, con unas negritudes, habitantes de barrios proletarios que se estremecen, viven, bailan y hasta poetizan, todo un movimiento musical en sus inicios: la salsa. Música, psicoactivos y sexo siempre irán de la mano, este sentir de las profundidades y poder de la libido anticipa una versión del fin no trágico de Andrés Caicedo, en práctica onanista bajo estrangulamiento que eterniza el orgasmo, un trayecto de fin de vida placentero e inesperado.

Gracias a Carlos Moreno y sus colaboradores por brindarnos tan magistralmente una obra con identidad propia, muestra que se coteja con las precedentes y desnuda el poder único de la libido a través del sentir de mujer.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

Puedes usar las siguientes etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>