Acercamiento a El vuelco del cangrejo

Por: Mauricio Sarmiento

“al final de esta alquimia inevitable y necesaria, la realidad iniciada ha sido sustituida por una ilusión de realidad hecha de un complejo de abstracción, de convenciones y de realismo auténtico” André Bazin

De lo indiscernible entre ficción y documental parte esta ópera prima de Óscar Ruiz Navia. ¿Cómo extraer de un lugar su esencia?, estoy seguro de que ese fue el primer cuestionamiento que se planteó el director. Es clave para poder saber cómo y hacia donde partir en ese viaje azaroso (como diría Miguel Malchaski) que es la escritura/realización de un film.

El corto llamado En la barra hay un cerebro, filmado alrededor del 2005, muestra su primer acercamiento a esa comunidad. En un marco claramente documental y con una pequeña excusa válida, muestra a Cerebro cocinar unas galletas, pero lo importante es la fuerza de su alrededor. La crisis de pescado que ronda todo el film es hablada en este primer acercamiento como una clara crisis de La barra.

De esos fenómenos vividos, más las pertinentes investigaciones nace El vuelco del cangrejo, un nombre que funciona como una alegoría al personaje principal, Daniel. No sabemos qué acontece en su vida ni cuáles son sus motivos para alejarse del país. Con pequeños datos brindados sutilmente nos vamos dando cuenta de que era un actor de teatro, que es de Cali y que tenía una mujer muy importante en su vida. No sabemos exactamente qué paso en esa relación, pero hay veces que es mucho mejor no contar todo. La duda no entorpece el guión, de hecho, lo agranda y con una gran escena en el mar basta; Daniel la ve jugar con una mujer y un bebé de la región, entre olas e incertidumbre la mujer se queda mirando a cámara, (¡Un verano con Mónica de Bergman!), ¿nos mira a nosotros?, ¿somos Daniel? Un terreno frágil, como toda relación, con una decisión frágil, como una mirada a cámara que funciona perfectamente.

Ciertas imágenes son claras muestras de documental, como los pequeños planos que van marcando esa indiscernibilidad ya mencionada. Como ejemplo, el cangrejo atrapado por la pequeña Lucía, o los planos de la comunidad. El más claro en todo caso vendría a ser cuando están jugando fútbol los adolescentes del lugar. Hay cinco o seis primeros planos de las caras de estos jugadores mirando o riendo a cámara. Una decisión muy jugada pero de nuevo vuelve acertar en la forma.

El vuelco del cangrejo no es más que una clara metáfora de la situación del país y del progreso como tal. ¿Qué ofrece el hombre blanco a una raza que ha estado toda la vida en una zona? ¡cemento! Pero si ellos los negros nunca han necesitado de ese cemento, ¿por qué ahora si? ¿No será más bien la falta de comunicación con la zona el gran problema? No será que ese ruido fuerte de los parlantes marca esa crisis de la comunicación del hombre con el hombre, o cuando Cerebro le dice a Daniel “si se queda callado cinco minutos en este lugar se vuelve loco”, haciendo alusión a los ruidos de la húmeda y densa selva. El paisa es la típica encarnación de ese mal que azota la región (un retrato a menor escala del problema del país). Qué trae el progreso, cemento, alcohol, vicio, pescado, ese alimento que durante tantos años estuvo en la zona y que ha desaparecido por la pesca indiscriminada en la región y la problemática más grave: las escrituras de la zona. ¿Y qué van a saber esos negros de escrituras si nunca se han tenido que enfrentar un problema de esa índole, si nunca han salido en un mapa? Bueno, les llegó el progreso y si no se adaptan al él, es probable que terminen fuera del sitio.

Otro elemento a destacar es la aparición de la guerra que azota la zona de una manera muy sutil, pero que no puede escapar de cualquier película que se haga en el país, pues su ausencia sería darle la espalda al mismo. La guerra aparece por medio de radios y televisores, en un fuera de campo no muy lejano. La comunidad sabe que el país está en guerra, que el presidente del momento: Uribe, tiene un fuerte conflicto de tierras con los indígenas, (el paisa y los negros). Luego otra situación de las cuales no es necesaria una explicación es la aparición de los militares caminando por la playa. Pequeña y contundente.

Esta belleza bucólica capturada por un reducido y medido equipo técnico logra explorar esos encantos de la zona sin embelesarlo, sin endulzarlo. Es clara la intención de la dirección de arte en conjunto con la fotografía. ¡Gran acierto! pues la composición de los encuadres nunca deja de ser armoniosa. Los colores usados son bellísimos y lo mejor es que es sutil como la entrada de la cámara a la zona. Son los actores naturales más esos espacios, los que se van hilvanando hasta lograr extraer toda la vastísima poesía del lugar. La ceremonia que realizan para la buena suerte de los pescadores. Ese fuera de campo que está todo el tiempo presente -¿Qué comemos hoy? –arroz… El plano de esa cosmogonía, de ese universo basto del que somos parte. Es que no deja de ser impresionante el lugar, la tierra. Nuestra tierra que con el progreso que le hemos dado claramente no va a durar lo que se supone que dure.

Por último, quisiera poner unas líneas del poema Ante el mar, del gran poeta caleño Isaías Gamboa, que de alguna forma recuerda el estado del alma de Daniel en ese vasto plano de la lancha y él en el mar.

“ leve el barco! Si está escrito

que perezca lejos, solo y olvidado, oh infinito

mar, recíbeme y sepúltame en el fondo de tus lóbregas entrañas, lo más hondo, lo más hondo, tal que nadie pueda hallarme ni turbarme

nunca más!”

Una película que seguramente tendrá que ser referencia obligatoria del cine nacional, no solo por su exitoso paso por festivales, sino por su acercamiento a las comunidades afro del pacifico. Ese pueblo que fue completamente marginado de la cinematografía. ese último plano muestra que están ahí para luchar por su espacio. No sé si es el mejor final pero por lo menos es lo más próximo a la verdadera condición de la zona.

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