LOS FOTOGRAMAS HABLAN

Después de esta “estirada”, Ida Lowry (Katherine Helmond) quedará más joven que su hijo Sam, el atribulado y soñador protagonista de Brazil (1985), esa obra maestra de Terry Gilliam.

En la sociedad distópica y mounstruosa en que viven, en ese futuro-retro dominado por la burocracia y castigado por otras aberraciones sociales, tenía que haber una alusión al enfermizo culto al cuerpo, a la grotesca superficialidad de los que persiguen la juventud y la belleza eterna. Al final, un ataúd lleno de una colada de carne, víceras y huesos, que contiene lo que queda de otra mujer también sometida a constantes cirugías plásticas, parece ser el futuro que igualmente le espera a la vanidosa Ida Lowry.

I.M.

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