Personalidad cinematográfica de los que no ven cine colombiano

Por: Daniela López Molina

El perfil cinematográfico de los colombianos es, a grandes rasgos, un perfil que muestra la atracción por las historias de vidas ajenas. Estamos dispuestos a esperar que nos cuenten esas historias y se nos llena de saliva la boca para empezar a opinar y a decir exactamente qué es lo que hay que hacer, pero no estamos dispuestos a pagar por las historias.

Somos violentos, queremos vengar, que se haga una justicia a la violencia más violenta que la misma violencia. Somos sensacionalistas, hacemos de las pequeñas noticias las más largas y entretenidas (pero no por eso buenas) novelas de la televisión. Somos amarillistas, nos encanta mirar la vida ajena, juzgar personajes de la vida real sin reconocernos en ellos, pero tenemos énfasis en el voyerismo.

Realmente nos gustan las historias y nos gustan las historias colombianas, nos gustan las historias cercanas a nosotros. Cuando sabemos que nos van a contar la historia de alguien, de una parte de la vida de alguien, esperamos para saber qué será, nos gusta participar en ellas, adelantarnos a los hechos, opinar mientras suceden y hablar de ellas después de que se completan. Funcionamos con la vida cotidiana y sus historias igual que la ruta que llevamos con cualquier película, desde esperarla a partir de su promoción hasta hablar de ella luego de que terminan.

Pero ¿Por qué escuchar, por qué ver aquello que tememos que nos pase? Los colombianos no quieren historias que los dejen con pesadez mental, algunas son vistas por su promoción como Los colores de la montaña (Carlos César Arbelaez, 2011), una película en la que, a medida que la ves, te está dando miedo, te estás preocupando por saber que realmente estás viviendo eso, que a medida que la ves hay personas cercanas que están viviendo esas situaciones.

Una experiencia totalmente diferente es ver Alien vs Depredador (Paul W.S. Anderson), porque absolutamente nadie tiene cercanía con esa situación agobiante y de horror. No sólo es el miedo de ver películas que se tratan de las fuerzas armadas al margen de la ley. Pocas mujeres colombianas quieren ver películas de abusadores sexuales, pocas personas de la ciudad quieren ver películas sobre delincuencia común, que es la que se gana nuestras quincenas, nuestro salario mínimo. No queremos gastar lo que no nos robaron de nuestro salario mínimo en boletería y confitería para ver películas de los que nos robaron.

¿Queremos sentirnos mal o queremos entretenernos? Muchos colombianos quieren distraerse de lo que los lastima. Es cierto que no todas las historias cinematográficas colombianas son sobre violencia pero, si se suman los tipos de violencia, sí hay un gran número con esta temática. Películas de acción que son de violencia, películas dramáticas que son de violencia, películas cómicas que hablan sobre un policía (San Andresito, Alessandro Angulo) y por hablar de un policía, aquí en Colombia, se habla de violencia.

Con todo esto llegamos a un total de un mal llamado “género colombiano”, ubicado dentro de las películas de violencia. “¿Películas colombianas? Los trapitos se lavan en la casa. No hay porqué darle más de qué hablar a los de afuera”. Muchos comentarios como este se refieren al cine en Colombia y hablan de la vergüenza que sienten sobre lo que puedan estar mostrando de nosotros por culpa del cine en el exterior (donde no saben dónde es Medellín ni Bogotá ni Cali).

TV  sí, cine no

Eso sí, Colombia no ve cine, ve televisión, lo mismo que dicen de nuestro cine, lo dicen de nuestra televisión, de series de la televisión colombiana como El Capo, Escobar o Rosario Tijeras, pero la gente se comporta con esto distinto a como se comporta con el cine. La televisión sí la ven porque bien o mal, es gratis.

Hemos visto películas entretenidas como La cara oculta (Andrés Baiz, 2012). Una película que no es totalmente colombiana, pues está coproducida con España, una película que no habla sobre la violencia que estamos viviendo. Algunos pensarán que la imaginación de Andrés Baiz va mucho más allá de la realidad de su país, cosa que parece cierta después de ver esta película y compararla con otras muchas de otras épocas y hasta recientes como la mencionada Los colores de la montaña. Para muchos es mejor pagar por ver en cine la imaginación de alguien que pagar por ver lo que a diario vemos gratis en las noticias y en los productos de ficción de nuestra televisión. Ver esto sería como aceptar que sigan produciendo lo que no queremos ver.

En televisión se puede poner el canal o quitarlo cuando se quiera. Se puede seguir determinado programa desde el inicio o desde poco antes del final, en el momento que se desee. En una sala de cine, por el contrario, es posible salirse sala pero ya estuvo la compra de la entrada, eso ya cuenta como lo que en televisión sería rating. Se puede comprar en DVD o Blu-Ray oficial y, si no es de tu agrado, es posible parar la película pero esa compra ya cuenta, así que ¿Qué queda? ¿Qué no cuenta? El número de DVD’s quemados ilegalmente no cuenta, esa es una alternativa para satisfacer nuestra personalidad amarillista de ver aquello que públicamente los colombianos se están prohibiendo apoyar.

Somos todo lo negativo que mencioné en un principio, pero queremos aparentar a los demás que no lo somos, algunos lanzan fuertes críticas a películas que, aunque no tengan la temática que preferiríamos, son bien logradas, desde su imagen hasta el hecho de saber dirigir actores. Es decir, además de tener una fuerte personalidad sensacionalista, amarillista y violenta, violentamente crítica, somos incapaces de valorar el trabajo de los demás, el trabajo que nosotros nunca hemos hecho porque no lo sabemos hacer, porque nos cuesta, porque quieren ser sólo espectadores, ser siempre el público, creemos en el dinero fácil y en los largometrajes que se hacen solos, creemos sólo en los personajes, a veces ni en los actores y casi nunca en los directores, porque claro, ¿Quién cree en lo que no existe?

Otra diosa cinematográfica, o mejor dicho, otra cosa en la que creemos, es la tecnología, la que nos muestran las películas del primer mundo. Queremos tecnología 3D, animación (pero buena animación) y efectos especiales. Los colombianos, aquellos que pagan impuestos y los que no, los que tienen televisión por cable legal y de contrabando, piden cosas de primer mundo a los creativos de nuestro país tercermundista. Piden cosas por las que no han pagado, cosas que van a ver o van a no querer ver, que van a criticar después de ver o sin ver.

Aquí en Colombia, una película termina cuando muestran la primera letra de los créditos. Aquí sólo sabemos de aquellos directores de Estados Unidos, y de esos, solo los de Hollywood, solo sabemos de Tim Burton y de aquellos actores que ahora, además, pueden ser directores gracias a la taquilla que aquí se les da.

Por último, aquí en Colombia creen que el único tema de nuestro cine es la violencia, creen que nuestros temas son repetitivos porque simplemente no ven el cine colombiano. Por eso, los colombianos reclaman un cine colombiano que sea hollywoodense, con personajes ajenos a nuestra cultura y que no revele la parte obvia que tenemos, nuestro lenguaje y forma de interacción soez. Tal vez los colombianos no nos queremos ver y lo hacemos a escondidas, en televisión, desde nuestros hogares, de ahí que la cultura colombiana no ve cine, ve televisión.

1 comment

  1. Watesam   •  

    Es tu verdad o hiciste una encuesta?, por que el problema real de Colombia primero es que no hay industria , si comparas la cantidad de peliculas colombianas al año, mas la paupérrima comercialización con respecto a la industria de Hollywood, si preguntas si esto pasa en Argentina, Ecuador, Venezuela etc; es igual, nuestros directores tienen talento pasa que como todo en Colombia es una cuestión de monopolio de medios, las industrias culturales en si, son un negocio redondo que deja mas incluso que el café, pero ya sabemos quien lo maneja, prisa, caracol, rcn. Si quieres ser objetiva tiene que poner todo en contexto. y obvio los colores de la montaña se va ver mas, es una pelicula clasificada para todo publico. En Colombia no hay distribución, no hay una producción dirigida al cine, la producción esta dirigida a la televisión y eventualmente una que otra pelicula aprovechando el boom televisivo, por que nuestros medios son perversamente amarillistas. Hace falta trabajo de difusión cultural, hay buenos directores, hay buenas propuestas, pero no llegan a la gente por que no las conocen, no hay industria, no hay trabajo de formación de publico, no hay comercialización, no hay nada, el pib de las industrias culturales según el ultimo estudio andres bello sobrepasaba el 4% y adivina quien se lo lleva? ya te lo dije arriba, la culpa es del gobierno y nuestro estúpido modelo económico no de la gente, en cuanto a la violencia en el cine, si no fuera por la explotación de esta temática, no habría nada, por que ese tema vende solo. yo si fuera director haría pelicula violentas y crudas pero no con el karma de la realidad social y el pobre sufrido. las cosas como son.

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