Avatar, de James Cameron

Una aventura corriente en un ambiente poco corriente

Por: Oswaldo Osorio

No ha pasado un mes desde que escribí sobre la relación cine-tecnología a propósito de Los fantasmas de Scrooge (Zemeckis). Con esta nueva película de James Cameron, igualmente, es imposible no anteponer el aspecto tecnológico al momento de referirse a ella. Y no es un buen augurio cuando se tiene que hablar primero de “aparatos” antes que de cualquier otra consideración cinematográfica. Y por lo visto, eso está sucediendo con mucha frecuencia en estos tiempos. Si bien el cine, por ser un arte nacido de una invención técnica, tiene como parte de su esencia el componente tecnológico, éste ha sido siempre un medio y no un fin en sí mismo. El fin debe ser el lenguaje cinematográfico y lo que con él se pueda decir.

Es cierto que las innovaciones tecnológicas pueden hacer avanzar al cine como lenguaje y también es cierto que el entretenimiento hace parte de la industria del cine, pero tampoco son aspectos suficientes, por sí solos, para hacer una definición completa del séptimo arte. El hecho de haber esperado más de una década para hacer esta película -porque, según Cameron, antes no existía la tecnología adecuada- evidencia la forma en que este director privilegió el aspecto formal y de efectos especiales a la hora de concebir el proyecto. Esto salta a la vista (literalmente, pero siempre y cuando se vea en el sistema de tercera dimensión) y realmente resulta una exuberante experiencia para los sentidos.

Continuar leyendo

G.I. Joe, de Stephen Sommers

La acción por la acción sin emoción

Por: Iñigo Montoya

Este personaje es el equivalente militar y para niños de la Barbie. Se han hecho de él películas, comics, video juegos, dibujos animados y, por supuesto, las figuras de juguete que se han vendido por millones. Es decir, se trata de una franquicia muy propicia para el cine actual, tan dado a echar mano de cualquier cosa que se pueda vender potenciada por la explosión de la imagen digital.

El resultado es una burda y predecible historia de patriotismo y heroísmo del imperio gringo y hollywoodense que poco puede entusiasmar al espectador exigente. Y es que se trata simplemente de la puesta en juego de todos los recursos técnicos y esquemas del cine de acción y de superhéroes, recopilados sin mucha originalidad en una cinta poblada de héroes sin carisma.

Ya la construcción de realidades fantásticas y el despliegue de efectos especiales no puede ser razón suficiente para considerar la calidad y espectacularidad incluso del cine de acción. Ésas son ya condiciones que deben tener todas las películas de ese tipo. Por eso es necesario que, adicionalmente, haya algo de seso y originalidad en la construcción de la historia y en la combinación de los elementos que componen el conocido esquema.