DIARIO DE ÍÑIGO

Junio 10 de 2008. La ciudad sin Cine Centro. Exterior. Día/noche.
LA ÚNICA forma de volver a entrar a Cine Centro es abjurando de mi ateísmo y volviéndome cristiano. Porque ese lugar donde tantas buenas películas pude ver, es ahora una iglesia cristiana, como ocurrió con el Odeón y el Capri. También pudo ser un teatro porno, pero sus dueños tuvieron que elegir entre dios y la carne. Aunque yo creo que en realidad fue una decisión por cuestiones prácticas más que morales. Porque si hay algo inmoral, es que se estén muriendo una a una las salas de cine del centro (como ocurrió con las de los barrios ya hace años y con los teatros Junín hace unos meses), pero en cambio estén aumentando las panaderías-lavanderías, los centros comerciales y las tiendas de “todo a mil”. Para ajustar, el último reducto de cine en el centro, las salas del Centro Colombo Americano, peligran en su reconocida calidad por la literal falta de seso de quienes ahora las regentan… Esto no parece un diario, sino un panfleto de denuncia, pero es que el tema calienta la sangre. La puedo enfriar con tres padrenuestros o tomándome una cerveza y viendo porno en internet… Abro la nevera y prendo el computador.