Pasajeros, de Morten Tyldum

Aventura y romance en el espacio

Oswaldo Osorio

pasajeros

Esta singular mezcla entre historia de amor y aventura espacial se queda a mitad de camino entre un original relato con sorprendentes giros y la típica película de Hollywood, tan predecible como complaciente. En medio de estos extremos, realmente hay un buen material que es manejado hábilmente, por lo que puede sostener la atención y la expectativa a lo largo de casi todo su metraje.

A riesgo de adelantarle importante información de la trama a quien no se la haya visto, primero hay que decir que la película parte de un intrigante (aunque no novedoso) planteamiento argumental: una pareja se encuentra sola en una nave en medio de un viaje espacial que durará más que sus propias vidas.

De este planteamiento se desprende una serie de aspectos y situaciones que parecen darle espesor a la ya calculada historia de amor entre las dos estrellas más bellas y populares del momento en Hollywood: la dificultad sicológica de lidiar con la soledad, la angustia de la presunción de la muerte en medio de nadie y de la nada, los eternos conflictos en la relación entre hombres y máquinas, y un dilema ético que es el factor central y más potente de una trama que termina siendo un poco artificial y planificada.

Sin embargo, todos estos aspectos terminan siendo relegados a un segundo plano ante el énfasis que el relato hace sobre la historia de amor y la aventura espacial. En el primer caso, esta pareja perfecta pasa por las conocidas etapas de una relación amorosa, la cual es construida con todos los lugares comunes posibles del cine romántico dirigido al gran público; mientras que lo segundo, la aventura espacial, termina siendo esa recurrente carrera contra las adversidades mecánicas y tecnológicas del malfuncionamiento de la nave que los amenaza de muerte.

Es un poco contradictoria la sensación que produce esta película: si se le mira como un producto comercial perfectamente manufacturado para el consumo masivo, se puede ver como una pieza ingeniosa, diferente y bien lograda; pero como también parece pretender decir algo más y ser novedosa en sus planteamientos, al aplicarle un juicio con mayor rigor, se revelan sus artificios en la construcción de la historia y sus limitaciones en el desarrollo de esas ideas potentes que apenas quedan sugeridas y que terminan siendo subordinadas a esos dos obvios y atractivos aspectos ya mencionados.

Después de estos razonamientos, entonces, lo mejor es no pretender pedirle algo a un producto que en últimas busca otra cosa, así que lo ideal es ver esta película como una bonita y entretenida historia de Hollywood, protagonizada por los hermosos de turno y con un final feliz y edificante. Para encontrar y ahondar en esos asuntos que aquí apenas quedan sugeridos, es preferible recurrir a filmes como 2002: una odisea espacial (Stanley Kubrick, 1968), Solaris (Andrei Tarkovsky, 1972), Sunshine (Danny Boyle, 2007) o Moon (Duncan Jones, 2009).

Publicado el 26 de diciembre de 2016 en el periódico El Colombiano de Medellín.