¿Soberbia o arrogancia? Venga le cuento

sol

Fotografía del Sol, tomada por mi amigo Juan Felipe Henao

Hola Galileanos!!

¿Se siente muy grande, invencible y poderoso?
¿Ve a los demás como seres miserables a los que puede despreciar?
¿Tiene usted una gran camioneta y le provoca pasar por encima de todos esos carros con pinta de zapaticos de bebé?

La condición humana permite que alcancemos, en muchas ocasiones, un estado de arrogancia, soberbia y engrandecimiento con el que salen a flote algunas de las peores expresiones, reprochables gestos y lamentables actitudes con las que hacemos, consciente o inconscientemente, mucho daño a quienes nos rodean.

Y traigo el tema a colación en este Blog porque, para quienes amamos la observación del cielo, aquello de la soberbia y la arrogancia pasó al último plano desde hace años. Ah! Y si acaso conocen científicos con ínfulas, astrónomos creídos o astrofísicos auto endiosados, es mejor que les revisen con cuidado las cosas que dicen o hacen, no sea que anden por ahí cultivando egos en lugar de hacer ciencia y dejarse tocar por las maravillas aún inexploradas del universo.

¿Y eso que tiene que ver?
Mucho! La astronomía se basa en la observación, en infinidad de cálculos matemáticos y en el uso del método científico, que poco o nada se usa en las redes sociales actuales. Pero, bueno, esa es harina de otro costal. En el caso que nos ocupa, y para ponerlo en la dimensión del simple aficionado, como yo, es evidente la sorpresa de apreciar al telescopio un cuerpo como Júpiter, con sus lunas más visibles y con la evidencia de sus dimensiones espectaculares. Al verlo por primera vez, la reacción obligada que tuve fue la de ir a buscar información detallada sobre sus medidas, características y condiciones históricas, tanto desde la mitología griega como desde la egipcia, por apenas mencionar algunos aspectos básicos.

En otro escenario, quien jamás ha visto en vivo y en directo un planeta como ese dirá que es la octava maravilla, que de eso le hablaron en el colegio pero jamás se lo mostraron, que eso tan grande cómo es que se ve tan chiquito con ese telescopio… y comenzamos la carrera por conseguir el ocular más potente, el barlow más afinado, el telescopio de mayor diámetro y, casi sin querer queriendo, como bien diría el Chavo del Ocho, comenzamos a parecernos a esos pescadores que no agarran sino un resfriado, pero juran haber atrapado un pez del tamaño de ellos mismos.

Y entonces, vamos llegando
Sí, aquí es cuando vamos llegando a esto de la humildad y la sensatez, esa que tanto necesitamos en la vida diaria. Cuando tienes el ojo en el ocular del telescopio y aprecias a Júpiter, a Saturno y sus anillos, a Marte, a Venus, la Nebulosa de Orión… en fin, todo lo que podemos ver con alguna de estas ayudas ópticas, es cuando aparecen las inevitables reflexiones de quien mira lo desconocido con mucha desprevención y sorpresa:

- Eso es así de grande?
– Si, y tal vez un poquito más
– ¿y cuántas veces cabe la Tierra en ese planeta?
– Muchas, como setenta y tantas…
– ¿y entonces hay estrellas más grandes y poderosas que este Sol?
– Uuuuuuuffff!! Muchísimas!! Hay estrellas tan grandes que dentro de ellas caben muuuchos soles como el nuestro.
– ¿Y entonces, con tanto calor, como es que no nos quemamos?
– Ah, es que en eso intervienen la gravedad, la distancia, la composición del núcleo de la tierra….

Y las preguntas, entonces, se hacen infinitas, en torno a esos temas que siempre estuvieron junto a nosotros y que jamás exploramos, apreciamos, vivimos o sentimos. Tenemos un universo totalmente desconocido más allá de la punta de nuestras narices, y apenas si nos damos cuenta de eso.

En cambio, sí somos muy buenos para ver la paja en el ojo ajeno ignorando la viga en el propio; nos volvimos expertos en señalar los errores de los gobiernos y las metidas de patas de los otros, descuidando por completo lo que somos, lo que actuamos y decimos. Creamos parámetros de medida y comparación tan artificiales, tan supérfluos y banales, que las medidas y objetos del universo se hacen cargo de tirar por tierra todas esas falacias, dejando sobre la mesa esas preguntas que desde niños nos dan vueltas y vueltas y, de paso, nos despiertan al máximo las curiosidades con las que abrimos los ojos por primera vez, y que a pesar de los años carecen de respuestas.

Al final del ejercicio, de cada observación o relato asociado con las ciencias del espacio, resulta inevitable que alguien llegue a tu lado y te suelte la típica, sincera, honesta, sorpresiva y alucinante frase que resume lo que, ante las inmensas dimensiones del universo, nos formulamos los ínfimos y pequeñitos seres humanos:

“!Es que no somos nada!”

Soy Juan Pablo Ramírez y disfruto hablar de las ciencias del espacio. Soy Comunicador Social - Periodista, por lo que mis textos hablan desde la experiencia del observador común,. más que desde la mirada de algún científico experto. Me gustan las preguntas y confío en que este espacio sea una forma de conectar la tierra con el cielo, en medio del disfrute del resplandor de las estrellas y de todo lo que ocurre en torno a ellas.

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