TLC a la vuelta de la esquina: ¿dónde está la Agenda Interna?

Desde el mismo momento que las negociaciones del ALCA se congelaron, el gobierno nacional declaró como estratégica la firma del TLC con Estados Unidos. Luego de muchas mesas de negociaciones y en un ambiente de debate nacional, se gestó el acuerdo hace ya cinco años. Entonces, todos éramos conscientes de la importancia de estar preparados:

1. para que los sectores ganadores pudieran aprovechar las nuevas oportunidades del mercado norteamericano

2. para que los sectores frágiles pudieran ajustarse a los nuevos retos y enfrentar a nuevos competidores.

Por ello, se acuñó el concepto AGENDA INTERNA. Una agenda de prioridades en diferentes frentes para preparar la economía colombiana en lo jurídico, infraestructura, investigación y desarrollo, seguridad, entre otros.

Sin embargo, hoy se reconoce que dicha agenda descansa en el congelador. Según Hernando José Gómez, negociador en jefe del TLC y hoy director de Planeación Nacional, el sector público y el sector privado se cansaron de esperar. El aburrimiento de nuestros empresarios y gobernantes nos ha costado un lustro.

Esta pérdida es increible, ya que,  si se firmó el acuerdo fue con la convicción de que, a pesar de los tropiezos, éste sería ratificado. Pero, tal vez, lo más preocupante es ver que la agenda se congeló a pesar de que se seguían firmando acuerdos con la Unión Europea, Mercosur, Centroamérica, entre otros.

Es innegable que Estados Unidos es nuestro principal socio comercial, pero también es un hecho que nos hemos estancado como un país exportador de commodities, sin lograr abrir de manera importante mercados para nuestras manufacturas y servicios. O sea que más que el TLC con Estados Unidos, lo que está en juego es nuestra política comercial al mundo, la cual debe dar un giro de 180 grados para transformar nuestra oferta exportadora hacia sectores procesadores de materias primas y servicios de alto valor agregado. Si bien el TLC con Estados Unidos se enredó, otras puertas se abrieron y, además, la crisis de relaciones con Venezuela obliga a una estrategia agresiva de búsqueda de mercados para nuestras manufacturas, ya que, como se ha enfatizado en LA CAJA REGISTRADORA, el país vecino era casi nuestro único cliente para este tipo de bienes:

Aunque Venezuela aparecía como nuestro 2do cliente para 2009, era el primero en materia de manufacturas. Con su salida de la CAN, esas exportaciones han perdido mercado y Venezuela dejó de ser un comprador importante desde 2010. Hay que buscarle un mercado sustituto.

Por lo tanto, la Agenda Interna no puede ser la respuesta a un TLC en particular, se debe tratar de una Hoja de Ruta para redireccionar la economía colombiana para competir en un mercado global. La bonanza de commodities que estamos viviendo desde hace algunos años es una oportunidad, cuyos recursos se deberían dirigir fundamentalmente hacia los temas claves de dicha Agenda:

Infraestructura: es claro que el transporte terrestre en Colombia, desde los centros industriales hasta los puertos, es sumamente costoso. Por ello es prioritario construir, ampliar, dar mantenimiento a las vías y elevar su seguridad; además de protegerlas del deterioro por temporadas de lluvias -aquí juega un papel fundamental el Ministerio del Ambiente-.

Igualmente, en materia de transporte marítimo, el escenario no es el más alagueño. En los mejores años de crecimiento económico en la primera década de este siglo, se evidenciaron problemas de capacidad para movilizar carga. Fueron frecuentes los casos en que nuestros exportadores no encontraron espacio para sus contenedores en buques que llegan a los puertos colombianos después de haber cargado en otras naciones del subcontinente. Tal vez es hora que los inversionistas vean la posibilidad de crear una nueva naviera colombiana, para asegurar el movimiento de carga hacia nuestros crecientes mercados.

Aduanas: la firma de TLC incluye contingentes -restricciones cuantitativas-. Ello implica que la DIAN debe proteger a los agricultores colombianos, de modo tal que se cumpla lo acordado en materia de cuotas, en temas relacionados con leche, arroz, carne, maíz, principalmente. Este tema también es relevante en otros acuerdos como el del Mercosur y la Unión Europea. Con la DIAN es necesario fortalecer, además, las instituciones especializadas en controles técnicos, veterinarios, sanitarios, fitosanitarios y ambientales. Hoy el comercio mundial no es sólo un tema de aranceles y licencias de importación.

Investigación y Desarrollo: en esta temática se han tomado decisiones pero somos lentos. Si bien el sistema educativo se ha transformado en los últimos años, es evidente que los mayores logros se han dado en materia de ampliación de cobertura y en menor medida en calidad. Aunado a ello, el país no despega en lo referente a patentes, innovaciones, desarrollo y emprendimientos. Aquí también hay un rezago notorio en temas ambientales. El comercio mundial cada vez será más exigente en materia de insumos naturales, procesos de producción limpia, embalajes y empaques no contaminantes, etc. Hay mucho que innovar en este ámbito.

Las cosas hay que decirlas, los presupuestos del Estado y de las empresas siguen siendo pequeños en materia de I+D. Colciencias apenas comienza a mostrar liderazgo, y el sistema educativo sigue relegando el estudio de la matemática, la física, la química y las ciencias naturales, disciplinas fundamentales para preparar personas que puedan participar en el desarrollo de nuevos productos, servicios y procesos.

En síntesis, el embolate en el que anda la Agenda Interna es un fiel reflejo del cortoplacismo que caracteriza al liderazgo nacional. El Estado y el sector empresarial no han hecho la tarea, ahora nos tocará habilitar para no tener que repetir…la década.

Debate sobre la pobreza: dar oportunidades en lugar de limosna.

En las últimas semanas se ha despertado un debate “ético” sobre la pobreza, todo por culpa de una discusión entre el Vicepresidente de Colombia y expertos que osaron insinuar que con menos de 300 mil pesos, ya no se es pobre en este país. No vamos a participar en ese debate banal: con 250 mil pesos nadie puede vivir decentemente, es un hecho.

Pero, lo que los expertos traen a colación es el tema del análisis multidimensional de la pobreza. Estos estudios, realizados con la metodología OPHI de Oxford, tratan de salir de los esquemas planos y tradicionales sobre la distribución del ingreso y la equidad. Pero su aporte central no está en el diagnóstico per se, sino en el hecho que esta perspectiva multidimensional sirve de base para crear estrategias incluyentes que ayuden a las personas a salir de la pobreza.

Estudios del Banco Mundial indican que un alto porcentaje de la población mundial vive con dos dólares o menos, al día. Lamentablemente el debate con el Vicepresidente nos alejó de lo verdaderamente interesante alrededor del tema: ¿cómo salir de ella?. Otros estudios complementarios dan luces sobre las oportunidades que existen cuando se analiza la pobreza con otros ojos: con ojos de oportunidad.

Hernando de Soto y C. K. Prahalad han desatado una corriente de pensamiento que ve un gran potencial de negocios en la “base de la pirámide”. El problema de los pobres, plantean ellos, no es la ausencia de pertenencias , sino la incapacidad del sistema de vincularlos de manera productiva. ¿Por qué un joven con diploma univeristario tiene más posibilidades de éxito que un adulto con casa pero sin escrituras? Ahí está el centro de su debate: ¿cómo volverse sujete del sistema socio-económico?

Los pobres pueden producir, pueden crear valor, pero no tienen crédito. Mientras el sistema no los reconozca como sujetos, ellos serán inproductivos y continuarán atados a las cadenas del desplazamiento social y económico.

Por eso, estrategias como el microcrédito, las microfinanzas, los bancos de las oportunidades, los programas de apoyo a la microempresa y al emprendimiento, entre otros, son estrategias que apuntan en la dirección concreta. Los bancos y entindades de fomento ven un potencial en estas personas y con sus estrategias de mercado terminan por impulsarlos para salir de la pobreza.

Ahora, la estrategia de medición multidimensional OPHI se puede aprovechar para los mismos objetivos: no sólo calcular el “nivel de pobreza” sino también el potencial de las personas para salir de ella. Así, hogares pobres en los que viven jóvenes que tienen educación media o estudian en la universidad, tienen condiciones especiales para salir adelante. Tienen más posibilidades. Pero, esas posibilidades hay que explotarlas. La banca, por ejemplo, puede diseñar productos para financiar proyectos de emprendimiento o financiar a largo plazo estudios superiores de jóvenes que pueden salir de la pobreza.

No estamos hablando de obras de caridad, sino de estrategias de mercado, incluso de políticas de gobierno, que apoyen a jóvenes con potencial para arrastrar a sus familias de la base de la pirámide hacia el mercado de bienes y servicios.

De igual modo, el Nóbel de Economía Amartya Senn dio un paso al tratar de sacar el debate sobre pobreza de la dimensión de Necesidades Básicas Insatisfechas a la de Acceso a Mercados. Las personas son pobres en la medida que no pueden “acceder”.

Estamos ante una nueva economía, la economía del conocimiento. Hoy hay grandes empresas que se no se caracterizan por la posesión de activos fijos (edificios, tierras, vehículos) sino por ser dueños de conocimiento. Piensen sólamente en lo que es la esencia del valor de Facebook ¿sus computadores y edificios? seguro que no. Hay laboratorios cuya riqueza está determinada por la posesión de una molécula, un único medicamento, resultado de décadas de investigaciones. Y así, cada vez más ejemplos. Tener la capacidad de crear valor a partir del conocimiento, es la base del éxito de las grandes empresas competitivas del mundo moderno.

A las personas nos sucede lo mismo. Una persona joven, con educación y salud física puede ser un potencial de riqueza enorme, todo es cuestión de darle acceso al sistema. Mantenerlo desplazado es un desperdicio para el mercado y la sociedad y, ahí si, una injusticia desde la perspectiva ética.

Un hogar está compuesto, generalmente, por personas de diversas edades. Si se conoce la estructura familiar de la pobreza, ésta se puede intervenir, ofreciendo a los integrantes que estén en capacidad de estudiar, trabajar, endeudarse o emprender, oportunidades para que se articulen al sistema económico. Invertir en alimentación para niños, estudio para jóvenes y oportunidades laborales para adultos, es una manera de atacar directamente las fuentes de la pobreza.

La riqueza hoy no es el número de activos fijos que se posee, sino la capacidad de seguir creando valores. Igualmente, si a una persona inteligente, saludable se le da la oportunidad de laborar, emprender o de estudiar, su potencial de producción se dispara. Pero si se le mantiene  aislado, seguirá siendo pobre y la sociedad se perderá de su capacidad creativa, generadora de riqueza.