FMI: nuevos dueños

La actual crisis cambiaria mundial está involucrando a todo el mundo. Ya los grandes temas de la agenda global no se definen en el G-7 sino en el G-20, o sea, las tres grandes potencias de la economía de la segunda mitad del siglo XX (Estados Unidos, Japón y la Unión Europea) y los mercados emergentes, con los BRIC a la cabeza.

De hecho, el FMI ha redistribuido sus acciones y sus votos, dando a los mercados emergentes 6% más de participación. Esto significa que los países industrializados, otrora propietarios de 63% del capital del FMI, ahora sólo poseen el 57%. Este cambio de estructura de capital es una señal de cuál es la nueva realidad que se está viviendo en la economía mundial.

Dolar barato: problema global en la puerta de nuestra casa

Píldoras para inducir el tema:

1. Aunque nos preocupa la revaluación del peso en Colombia, no podemos perder el horizonte de que éste es un problema global. O sea, el dólar está barato en todo el mundo.

2. Aunque el problema se puede atacar directamente, frenando la entrada de dólares por alguno de sus canales, también es cierto que hay raíces más profundas en la poca capacidad de ahorro del país y en los continuos déficits fiscales.

3. Aunque nos parezca que el precio del dólar es una gran preocupación de los exportadores, los desequilibrios de tasa de cambio también pueden provocar burbujas en sectores no transables, -como la construcción- con efectos muy nocivos en el largo plazo. Una bonanza de divisas eleva los precios de los no transables -que no tienen competencia vía importaciones- pudiendo atraer capitales desde sectores transables -que sí tienen competencia en las importaciones- lo que desequilibra la estructura del aparato productivo.

Problema Global

Hay dos actores fundamentales en este problema: China y Estados Unidos. El primero es un país que recicla una gran cantidad de dólares por ser el mayor exportador de la economía mundial y por atraer importantes flujos de inversiones extranjeras para su emergente industria; sin embargo, su política de control de cambios no permite que se de la deseada revaluación de su moneda: Yuan Renminbi.

El segundo actor es Estados Unidos, país que ha salido debilitado de la última recesión económica y cuya política monetaria expansiva estimula la devaluación del dólar. En otras palabras, el dólar está barato en el mundo porque la economía americana se ha debilitado y porque las autoridades monetarias toman medidas que aumentan la oferta mundial de dólares. Ello les ayuda a mejorar los precios de sus mercancías exportables y alivia en parte sus problemas de déficit comercial y caída del empleo.

Soluciones Globales:

Actor uno: China acaba de subir sus tasas de interés y, de este modo, trata de suavizar dos de sus mayores dolores de cabeza macroeconómicos. De un lado, frena el crecimiento de la demanda interna, que se ha expandido como consecuencia del aumento del ingreso de sus habitantes, lo que se refleja especialmente en la inflación de los bienes no transables, particularmente la vivienda. Del otro lado, estimula el interés de los inversionistas extranjeros por los papeles bursátiles chinos, lo que debería llevarnos a la revaluación de su moneda, que es la mayor exigencia que americanos y europeos le hacen al gobierno de Beijing.

Actor dos: Estados Unidos no debería relajar más su política monetaria, que está aumentando la liquidez en dólares de los mercados mundiales. Pero, esto difícilmente va a suceder; mientras no hayan señales de inflación en Estados Unidos, la Reserva Federal va a seguir expandiendo la oferta monetaria para estimular el consumo, la inversión y el empleo, que son sus mayores prioridades de corto plazo.

Una gran conclusión global: Estados Unidos es más débil ahora que antes, los mercados emergentes están copando espacios y, por eso, el dólar es y debe ser una moneda más devaluada que en el pasado. Aceptemos una nueva realidad, la devaluación del dólar también es una manifestación clara que el aparato productivo estadounidense está dejando de ser el más competitivo.

Problema local:

Colombia, al igual que muchos mercados emergentes, se ha convertido en un importante receptor de dólares: los precios mundiales de los commodities -particularmente los combustibles- lo atractivo que se ha vuelto el país para las inversiones en minería, servicios de comunicaciones y sector financiero, principalmente, al igual que la privatización de ciertas empresas, además de un flujo significativo de remesas enviadas por los colombianos que migraron en la década pasada, hacen casi inevitable una tendencia revaluacionista del peso.

Soluciones locales:

En el corto plazo se puede pensar en mayores compras de reservas por parte del Banco de la República o en alguna intervención estatal sobre las entradas de capitales (plazos de reintegros, impuestos a los movimientos de capitales, etc.).

Pero hay que entender que, en el largo plazo, el problema más que cambiario es fiscal. Colombia necesita aprender de los chilenos y manejar una política fiscal más sana, o sea, menos deficitaria, que sea realmente contracíclica y que en momentos como éstos permita que bajen las tasas de interés. Un déficit fiscal cuasi-crónico como el colombiano mantiene al Estado endeudado, conllevando altas tasas de interés en el mediano y largo plazo, lo que motiva el ingreso permanente de capitales que buscan la rentabilidad de  los títulos de deuda.

Una gran conclusión local: el Banco de la República puede dar una manito, pero el problema real es que el dólar es una moneda devaluada en el mundo y la manera estructural de evitar que los efectos sean mayores en Colombia es a través de una política fiscal más ortodoxa que ayude a mantener las tasas de interés en niveles que hagan competitivo al aparato productivo.

Pero, para eso, hay que mirar la economía en el largo plazo. Darle gusto a ciertos sectores o gremios o tomar medidas de impactos inmediatos da más réditos políticos que ser juicioso y aplicar recetas que aseguren crecimientos sostenibles en el largo plazo.

OMC: ¿Qué pasa con Doha?

Los colombianos nos hemos acostumbrado a escuchar sobre los TLC (Tratados de Libre Comercio) y, además, lo hacemos con cierto optimismo. A pesar de las críticas de algunos sectores que se declaran afectados de algún TLC en particular, los medios de comunicación y el gobierno tienden a promover con bombos y platillos la llegada de estos acuerdos. Hubo regocijo por el TLC con la Unión Europea, aunque el sector lechero puso el grito en el cielo. Hay expectativas enormes por el TLC con Estados Unidos –que se halla en el fondo del congelador del Congreso de  Estados Unidos-. Igualmente, se anunciaron con orgullo los tratados con el triángulo norte de Centroamérica, con Chile o el convenio CAN-Mercosur.

Sin embargo, estos tratados no son hechos aislados, todo lo contario. Hay una búsqueda masiva de acuerdos por parte de la comunidad internacional. Los acuerdos comerciales están a la orden del día y cobijan todos los continentes. Incluso, no sólo hay TLCs, que generalmente se concentran en el libre comercio de bienes y servicios. Existen Uniones Aduaneras, que crean aduanas pluriestatales (como la naciente Unión Aduanera del Mercosur, como la Unión Aduanera de Europa Occidental o como el proyecto de la CAN). Incluso, hay mercados comunes que permiten, además, la libre migración de trabajadores y el movimiento de inversiones entre varios países (la Unión Europea es el mejor ejemplo.)

(Mapa de Sciences Po)

Ahora, estos tratados se están firmando en pequeños grupos regionales, a pesar de que 153 naciones del mundo llevan a cabo unas negociaciones comerciales globales en el marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC). La Ronda de Doha, así se denomina la actual negociación global, comenzó en 2001 y aborda infinidad de temas. Pero, por eso, por abordar infinidad de temas y tratar de poner de acuerdo a  tantos países es que no logra terminar.  Hagamos una síntesis de las talanqueras que no permiten que Doha llegue a buen puerto:

(gráfico: Historia de las negociaciones GATT OMC. Fuente: OMC, 1995)

1. El tema agrícola. Este es el mayor dolor de cabeza. Estados Unidos, la Unión Europea y Japón se autoabastecen de alimentos (granos, cárnicos, lácteos y azúcar) a pesar  de que poseen las peores condiciones para la producción agropecuaria. Por ello, son altamente proteccionistas: subsidios, cuotas y aranceles. De otro lado, Brasil, Argentina, Australia y otras naciones del denominado grupo G-20, son exportadores potenciales que exigen que Europa, Norteamérica y Japón abran sus mercados a la competencia mundial.

Este tema agrícola se complica con los problemas de hambre de las Naciones Menos Avanzadas (NMA) que se benefician de la compra de alimentos subsidiados de Europa y Norteamérica. Por último, la producción de biocombustibles y la preocupación por el medio ambiente enrarecen aún más las negociaciones en materia agropecuaria.

2. La propiedad intelectual. La economía mundial vive un constante debate: proteger a los investigadores que desarrollan nuevos avances de ciencia y tecnología –patentes- o asegurar el empleo y el acceso de la comunidad a los bienes y servicios. Este tema es particularmente complejo en el caso de los medicamentos. Si a los grandes laboratorios no se les protegen sus patentes, se detendrán las investigaciones para encontrar nuevas moléculas que permitan curar enfermedades que preocupan a la humanidad: VIH, hepatitis B y C, cáncer, influenza porcina, etc. Pero, de otro lado, una excesiva protección de patentes y licencias encarece los medicamentos y, en consecuencia, la  cobertura de servicios de salud pública. Gran dilema

Otros temas complejos son: comercio mundial de servicios (turismo, salud, ingeniería, transporte, comunicaciones), comercio electrónico (el mundo aún no explotado del Internet), comercio de la industria cultural (libros, televisión, cine, música) sin perjudicar la identidad cultural de los pueblos, etc.

En la Ronda de Doha está puesta toda la carne en el asador; si se llega a un acuerdo final se habrá dado un gran paso hacia un comercio más transparente y libre pero, la incertidumbre es grande y se ve más cerca una gran decepción que el descorche de botellas de champaña…Amanecerá y veremos.

¡¡¡¡A subir el dólar!!!!!

El gobierno acaba de anunciar dos medidas fundamentales para frenar la revaluación del peso. ¿De qué estamos hablando?

En septiembre de 1999, el dólar por primera vez superó la barrera de los dos mil pesos,hoy, 11 años después, la divisa alcanza mínimos históricos. Veamos la TRM en un día de septiembre de los últimos once años:

99 00 01 02 03 04
2013 2216 2328 2828 2879 2600
05 06 07 08 09 10
2290 2399 2013 2105 1951 1801

El dólar tiene un valor nominal (o sea, medido en pesos, no en poder adquisitivo o capacidad de compra) equivalente al que teníamos a comienzos de 1999, más o menos. De hecho, la divisa norteamericana ha estado en cotizaciones más altas, como lo muestra la tabla. Su crecimiento sostenido llegó a 2360 pesos y la zozobra política, asociada a la especulación, la llegó a colocar cerca de los tres mil pesos (año electoral 2002).

Si no lo  miramos nominalmente, sino en términos de poder adquisitivo, entonces, tenemos un panorama mucho más impactante: nunca un dólar había tenido tan poca capacidad de compra en Colombia. En otras palabras, hace once años, cuando un dólar tenía una tasa de cambio similar a la actual, su poder adquisitivo era mayor, o sea, un exportador con dos mil pesos, hace once años compraba muchos más bienes y servicios que en la actualidad –¿cuánto ha subido la inflación en este tiempo?-. En síntesis, el dólar no sólo está muy barato nominalmente, sino, especialmente en términos reales, o sea de su capacidad de compra.

Si miro este tema desde la medición de nuestra riqueza, podemos decir que el salario mínimo colombiano ha crecido en dólares. En la década de 1980, el salario mínimo de un colombiano era equivalente a 100 dólares más o menos, hoy está cercano a los 300. El ingreso total y el per-capita de los colombianos han subido comparativamente, si se les mide en dólares.

Por eso hoy los colombianos podemos viajar al exterior con una mayor capacidad adquisitiva o comprar productos importados más baratos, con nuestros mismos salarios. Pero, si lo miramos desde la orilla del empresario, sus costos han subido. Hoy los salarios que paga, en dólares son más altos, y sus costos de producción, medidos en la divisa americana, han subido. En otras palabras somos más caros, menos competitivos.

El dilema es, ¿cómo desestimular la entrada de dólares a una economía que todavía tiene muchos problemas sociales que resolver?. Para ello, el gobierno colombiano ha anunciado dos sabias medidas:

Frenar la entrada de  parte de sus ingresos por exportaciones de petróleo, o sea no monetizar a pesos, parte de las divisas que obtiene por regalías de exportaciones de petróleo.

Menguar el déficit fiscal. Para ello, acelerará la desaparición de una exención del impuesto de renta.

Sabias medidas, correctas medidas. Pero no por ello, menos dolorosas. Bajar el déficit fiscal reduce las presiones inflacionarias que genera el Estado y estimula la tasa de interés hacia abajo –el gobierno pide menos dinero prestado-. Pero, aquellos que se beneficiaban de las exenciones tributarias ahora asumirán la carga plena de sus impuestos. Unas son de cal y otras son de arena. Esperemos que esto logre frenar la caída del dólar que, aunque es una tendencia global, está pegando especialmente fuerte en Colombia.

Amigo lector: ¿qué opinas? ¿vamos bien así?, ¿se debe hacer algo más?

Ingreso per-capita: ¿E-U, potencia pa´rato?

Nota: es muy frecuente encontrar esta definición, Ingreso Per-cápita pero, también es frecuente que no se le de su verdadera dimensión. Por eso aclararemos el indicador para luego mostrar las cifras que nos interesan.

Ingreso per-cápita: es el total de ingreso de una población (país o región) distribuido entre todos sus habitantes. El ingreso per-cápita es un promedio simple. O sea, al utilizar este término no estamos hablando de cómo se distribuye REALMENTE la riqueza en un país determinado, sino que estamos dividiendo aritméticamente los ingresos que recibe una economía (salarios, ganancias, intereses, rentas) entre el total de sus habitantes. De alguna manera, el ingreso per-cápita puede decirnos qué tanta riqueza produce una población en comparación de similar.

Por ejemplo: Nicaragua y Dinamarca tienen más o menos la misma población (más de cinco millones de habitantes) pero el ingreso per-cápita de la nación escandinava es de 36.000 dólares al año (datos de 2009), mientras los centroamericanos apenas llegan a 2.600. De hecho, el ingreso per-cápita del mundo es de poco más del 10.000 dólares anuales. Como vemos en este caso, dos países con igual número de compradores tienen un significado de mercado totalmente diferente. Ya que el primero tiene 14 veces más capacidad de compra que el segundo.

El anterior análisis tendría otra connotación si comparamos dos países del mismo ingreso per-cápita, pero con diferente número de habitantes. Así, por ejemplo, Pakistán tiene un ingreso per cápita idéntico al de Nicaragua, pero más de 120 millones de habitantes.

En síntesis, el ingreso per cápita no nos dice como está distribuida realmente la riqueza (equidad o inequidad) pero tampoco nos da el peso económico real de una economía. Lo que si nos permite conocer es la capacidad de generación de riqueza que tiene una población.

Veamos el Ingreso per-cápita de diversas economías mundiales. Apoyados en un documento publicado por la ONU, y tomando como referencia el Ingreso per-cápita (IP-c) de los Estados Unidos, miremos cómo han evolucionado las diferentes regiones.

País o Región I P-c como % del

I P-c de los E-U en 1950

I P-c como % delI P-c de los E-U en 2005
Unión Europea 48% 68%
Japón 20% 72%
China 5% 20%
América Latina 27 22%
Africa 9.5 5.5%
Ex URSS (Rusia más 14) 30% 22%
India 8% 10%
Fuente: Angus Maddison. Statistics on Word Population, GDP (2008)

Reflexiones finales:

Durante más de 50 años, la población de Estados Unidos ha sido la mayor generadora de riqueza del mundo.

En este lapso de tiempo, la población de Japón, Europa y China han aumentado significativamente su capacidad generadora de riquezas. China lo ha hecho particularmente en los últimos veinte años.

El panorama de América Latina como región es bastante negativo. Hoy nuestra capacidad de generar ingresos es proporcionalmente inferior a la que teníamos hace 55 años, si nos comparamos con el referente: Estados Unidos.

A pesar del majestuoso avance de la economía China, su ingreso per-cápita está lejos del de Estados Unidos. Se calcula que el PIB de China igualará la de Estados Unidos en unos 30 ó 40 años, pero el ingreso per-cápita de los asiáticos demoraría siglos en igualar al norteamericano. De hecho la pregunta más relevante sería otra: ¿Qué hará este planeta (su medio ambiente) con 1300 millones de chinos con la capacidad de compra de los norteamericanos?