El dilema del Banco de La República: ¿estimular el crecimiento o controlar la inflación?

 

Autor: Giovanny Cardona Montoya

A pesar de que los profesores de  economía acostumbramos a nuestros alumnos a utilizar la categoría en latín ceteris paribus, la realidad económica no lo hace. En otras palabras, si una variable se mueve las demás no permanecen constantes, fluctúan.

Incluso, en economía hay un fenómeno más interesante y es que si una variable va en una dirección, con el tiempo puede moverse en sentido contrario. Así, si la banca central sube las tasas de interés para controlar la inflación, desestimulando el consumo, en el mediano plazo puede suceder lo contrario: se elevan los costos de producción y, en consecuencia, sube la inflación. O sea, una cosa son los efectos director e inmediatos y otra muy diferente las consecuencias de mediano y de largo plazo.

¿Qué pasa en la economía colombiana?

Con el comportamiento de los precios mundiales  de combustibles, la economía colombiana sufre una consecuencia recesiva: caen los ingresos por exportaciones de su principal producto de exportaciones: el petróleo. El pronóstico indica que los ingresos por exportaciones pueden caer en un 25%, ya que el petróleo ha sido 54% de las ventas al exterior en los últimos años, y porque el precio ha caído un 50%, aproximadamente.

Esta situación puede afectar el crecimiento económico, las finanzas de ecopetrol y las rentas del gobierno. Sin embargo, como el mercado tiende a ajustarse, entonces, el precio del dólar ha subido, debido a la incertidumbre sobre posibles ingresos de divisas en el transcurso del año: menos dólares por exportaciones y por Inversión Extranjera Directa (IED).

Ahora, esta situación (el dólar ha subido de 1800 a 2500 COP) mejora los indicadores financeros de ecopetrol, puesto que esta devaluación compensa parcialmente las pérdidas de la empresa por la caída en el precio internacional del crudo.

Adicionalmente, hay una expectativa positiva con esta devaluación. Las ventas de otros bienes, como las exportaciones menores, saldrían beneficiadas ya que nuestros productos se harán relativamente más baratos en los mercados globales. Sin embargo, este beneficio que podrá evidenciarse en las cuentas de los empresarios, no tiene que traducirse en un crecimiento significativo de las exportaciones, puesto que las capacidades instaladas y las estrategias de internacionalización no cambian en el corto plazo.

¿Qué debe hacer el Banco de La República?

A primera vista, todo indicaría que lo saludable sería que Banrepública mantuviera las tasas de interés bajas para estimular el crecimiento y compensar la caída en ingresos por cuenta corriente y en las finanzas del Estado. Sin embargo, la devaluación tiene otras consecuencias: inflación. Colombia es un país que depende en gran medida de importaciones de bienes de consumo, no sólo con valor agregado sino, incluso, alimentos. En consecuencia, con esta fuerte y repentina devaluación el abastecimiento de bienes importados comenzará a encarecerse y podríamos comenzar a sentir efectos inflacionarios.

En consecuencia, el Banco de La República se halla ante un dilema mayor. Con una expectativa de crecimiento desacelerado  como la que se ha tenido desde que inició el año, (por debajo del 4%) lo lógico sería que el ente monetario mantuviera unas tasas de interés bajas que estimularan la inversión y conservaran saludable el consumo doméstico. Pero con los efectos inflacionarios de la devaluación, es probable que al banco central no le quede otra salida que desacelerar más el precario crecimiento y tal vez en el segundo semestre se anime a elevar las tasas de referencia.

Moraleja en lugar de conclusiones:

la mayoría de los profesores de administración nos han enseñado que ninguna empresa debe colocar todos los huevos en una misma canastas, esto es, debe diversificar su portafolio y no depender de un sólo mercado. Parece que el modelo neoliberal que nos guía no aplica la misma receta a nivel macroeconómico: las exportaciones colombianas dependen en 3/4 partes de los hidrocarburos, siendo el petróleo más del 50% del total.

Ahora estamos pagando las consecuencias de nuestra desindustrialización y del abandono del campo. Si tuviéramos un mercado doméstico más fuerte y una oferta de bienes y servicios más amplia y con valor agregado, los efectos de la actual crisis global de combustibles fósiles, serían menos dolorosos.

El gobierno y los empresarios tienen que aprender de esta lección; seguramente tendremos que tragarnos el sapo de las medidas antiinflacionarias en el segundo semestre, pero para el mediano y largo plazo el país tiene que pensar en una economía menos dependiente de los combustibles fósiles, más industrializada y diversa.

 

1 comment

  1. Profesor Giovanny Cardona

    Muy buen artículo que comparto con mis estudiantes de Macroeconomía – De Economía y Negocios Internacionales de la Universidad del Tolima en Ibagué – Hace siete años trabajo en esta universidad y soy profesor de planta del programa de economía.

    Profe. Que posibilidad existe para que nos visite en la universidad para compartir su punto de vista sobre estos temas.

    Un Saludo fraternal desde Ibagué – Por aqui estamos a sus ordenes

    Mario Ricardo López Ramírez

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