Europa…y el mundo, bajo las ruinas de Grecia.

En 2008, la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos explotó y ello empujó a la economía global hacia una recesión que se venía incubando desde mediados de 2007. Pero, esto sólo fue el comienzo de una de las crisis (desaceleración-recesión) más extendidas de la historia económica del capitalismo. El 4 de octubre de 2009, el nuevo gobierno socialista de Grecia (PASOK) reconoció que los indicadores publicados de déficit fiscal y deuda no reflejaban la realidad de su país. En consecuencia, después de su revisión, el primero, acumulado en 2009, pasa a ser de 12,7% y la deuda se eleva hasta el 113,4% del PIB. Aquí inició la denominada crisis griega, la cual desató una “culebra de dominó” que gradualmente ha ido empujando al abismo a otros países de la zona euro. Hoy se encuentra en cuidados intensivos la economía española y todo indica que Italia pasa a revisión médica.  

El problema, en pocas palabras.

Si estas economías – Grecia, España, Italia- se encuentran altamente endeudadas y tienen un déficit fiscal muy alto (ver los dos gráficos siguientes), entonces, no son confiables para los mercados financieros. Una economía europea desacelerada, o sea con pocas posibilidades de incrementar sus ingresos (exportaciones e impuestos), preocupa a los inversionistas y se traduce en una baja por parte de las calificadoras de riesgo con un consecuente incremento en los intereses de sus bonos de deuda. O sea, desde todo punto de vista, les es más difícil financiar el déficit fiscal y cubrir sus compromisos de deuda.

Ante esta realidad, la ortodoxia monetarista –liderada por el gobierno de la Canciller Merckel de Alemania- se ha impuesto: los gobiernos de Grecia, España y próximamente Italia (tal y como lo hicieron antes Irlanda y Portugal) implementan planes de ajuste que involucran reducción del Gasto Público, disminución de la nómina de empleados públicos y reducción de salarios. En otras palabras: más desaceleración de la economía.

En consecuencia, Europa ha escogido un camino difícil: si se reduce el déficit fiscal y el nivel de endeudamiento llega a números aceptables, entonces, las tasas de interés bajarán, la calificación de riesgo mejorará, los inversionistas regresarán, se creará empleo y la economía tomará la senda de la recuperación y el crecimiento. Pero, tres años después, la receta no parece haber dado resultados satisfactorios. El enfermo sigue grave.

Una propuesta alternativa.

Sin embargo, no todos comparten esta receta. El debate está abierto. Francia ha dado un giro a la izquierda y, en consecuencia, Alemania ha perdido su aliado más incondicional en la zona euro: Zarkozy. Ahora, el nuevo gobierno de Francia (Hollande) reclama que se combinen medidas de ajuste fiscal con políticas de estímulo al empleo. Además, a los socialistas franceses es posible que este domingo 17 de junio se les una un nuevo gobierno griego que no esté dispuesto a seguir aplicando ajustes que buscan reducir el déficit pero que no dan resultados y, en cambio, sí deterioran el ambiente social y político de los helénicos.    

En pocas palabras, Europa vive una en una desaceleración-recesión que se le está volviendo crónica. Para salir del problema, los gobiernos de sus países –a falta de un banco supranacional europeo con plenitud de poderes en materia monetaria- están enfrascados en un debate: un ajuste que logre bajar el déficit y la deuda a través de un menor Gasto Público o un ajuste acompasado de políticas expansivas que estimulen el empleo, el crecimiento y, en consecuencia el aumento de los ingresos.

Pero, frente a este debate de propuestas para salir de la crisis, las elecciones griegas de este domingo 17 de junio pueden provocar un cambio cualitativo en su evolución.

Escenarios futuros de corto plazo

Si bien no hay partidos favoritos y todo indica que ningún posible vencedor será un “anti-integracionista”, existe un verdadero riesgo de que Grecia salga de la zona euro. ¿La razón? Es posible que la coalición de gobierno que se conforme no esté dispuesta a seguir aplicando a rajatabla el plan de ajuste que tantos dolores de cabeza, sociales y políticos, le ha producido al país. En otras palabras, aunque los líderes griegos no tengan un discurso anti-euro, su oposición al  ajuste exigido puede obligar a los helenos a salir del bloque monetario.

 En consecuencia, nos hallamos ante dos escenarios posibles:

1. Grecia se ve forzada a abandonar la zona euro –en mi opinión, el escenario más improbable-. Los mercados reaccionarán negativamente y la banca central europea, al igual que el gobierno alemán, tendrán que salir a proteger el Euro. Si bien es probable que la volatilidad en sí no sea muy fuerte que lo que ha sido en este último año, la tarea de España y de Italia se verá en mayores dificultades porque la confianza de los inversionistas seguirá deteriorándose. El ajuste de ibéricos e itálicos encontrará un mercado financiero más pesimista, lo que obligará a los alemanes en particular, y al bloque como un todo, a maniobrar con cuidado para evitar que otra nación se vaya a caer de la barca.

2. Alemania pierde la batalla con el nuevo gobierno francés y se da un giro a las políticas de ajuste. Grecia sigue en la Eurozona ya que se negocian nuevos términos para el ajuste. La emisión de eurobonos compensará el pesimismo de inversionistas privados y el mercado se moverá en un escenario mixto en el que se siguen aplicando medidas para reducir el déficit, a la vez que se implementan políticas expansionistas para estimular el empleo. Los gobiernos de España e Italia también ganarían margen de gobernabilidad en sus países. Este escenario puede llegar a ser el inicio de una nueva etapa de la integración: Unión Fiscal y un Banco Central Europeo con mayores poderes supranacionales.

El tiempo dirá si la medicina que se escoja es la correcta y si se aplica en las dosis adecuadas para sacar a Europa de la crisis, consolidándose el proceso integrador en nuevas dimensiones: fiscales y monetarias. O, si por el contrario, ya es tarde para este enfermo crónico, y tal vez estamos asistiendo al deceso de un paciente terminal: el Euro.

   

 

 

3 comments

  1. Yerenis   •  

    Concuerdo con tus ideas, incluso me inclino a pensar en la desintegración de la Unión, provocada por el efecto dominó Grecia-España-Italia y la nueva posición de Francia. El tiempo dirá cuál de los escenarios esperados se cumpla, y para el resto de los países solo les queda preparse si es que pueden, para si al final sucede lo peor.

    • Giovanny Cardona Montoya Giovanny Cardona Montoya   •     Autor

      Hola Yerenis:

      interesante y osada tu hipotesis. Yo, al contrario creo que lo que hoy más desune a la UE es la falta de SUPRANACIONALIDAD, lo que coloca a una sola nación, ALEMANIA, en posición de dar instrucciones a los demás estados integrados. Muchos países europeos, además del gobierno de EEUU y el Nobel Paul Krugman, consideran que no se puede salir de la crisis sólo con un ajuste fiscal; ellos son partidarios de combinar reducción de déficit con estímulos al crecimiento, el empleo y la producción. Ahí, Alemania está casi sola, pero como tiene el capital, puede dictar instrucciones al resto de la Unión. Esa es la verdadera debilidad del bloque.

      Pero yo creo que la Merkel tendrá que ceder, o Alemania lo hará -con las elecciones próximas en el país teutón-. Esta será una crisis que seguramente acelerará las negociaciones sobre la integración fiscal y el fortalecimiento funcional del Banco Europeo. Yo no apostaría en el mediano plazo a una desintegración sino, todo lo contrario, a una profundización de la integración. Esta es una crisis constructiva, como diria Schumpeter.

      saludos

  2. Pingback: 2013: ¿recesión global? | La caja registradora

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