Happy Birthday “inútil” TLC

Hace cuatro años entró en vigencia el TLC entre Estados Unidos y Colombia. Y por más que los opositores se esfuerzan en demostrar su carácter destructivo y sus ultradefensones (con el Ministerio de Comercio Industria y Turismo a la cabeza), todo lo contrario, la verdad es que no hay nada que conmemorar (festejar o lamentar). Aquí en cuatro años no ha pasado nada.

Y con esta introducción no quiero decir que no haya temas que revisar, todo lo contrario. Nuevamente se nos están pasando los años y este país no toma decisiones estratégicas para elevar los niveles de bienestar a partir de una inserción más eficiente en los mercados internacionales. Es un deja vu de una apertura económica que inició hace más de un cuarto de siglo y que no se traduce en modernización del aparato productivo colombiano.

Los TLC y el sueño de la integración económica.

Según las estadísticas del DANE, en 1994, Estados Unidos y la Unión Europea representaban el 65% de las exportaciones colombianas, pero América Latina, la ALADI para ser más exactos, tenía una participación importante, cercana al 20%.  Sin embargo, la concentración del comercio hacia Estados Unidos, Europa y en parte hacia el Este Asiático se ha venido profundizando, lo que podría haber sustentado el marcado interés por la firma de TLC con Estados Unidos, con la Unión Europea y con naciones como Corea o Japón.

EXPORTACIONES COLOMBIANAS 2005-2015destinos

 

COMENTARIOS A LA TABLA. Como se puede ver en este gráfico, es fundamental la participación de Estados Unidos y la Unión Europea en el mercado de exportaciones colombianas. Sin embargo, era notoria la presencia de los países latinoamericanos en la década de 1990 y su decadencia a partir de la década siguiente. Es especialmente notoria la caída de las exportaciones a Venezuela.

 

Sin embargo, para comprender la relevancia de los mercados, no es suficiente observar los números, hay que ver también lo cualitativo. En este caso, es necesario conocer la sostenibilidad del comercio existente; en otras palabras, las naciones necesitan crear industrias que sean sostenibles en el tiempo para asegurar el crecimiento de largo plazo. En este caso, Colombia tiene grandes potenciales en su sector rural, planteándolo desde la perspectiva de ventajas comparativas (buen clima, buenos suelos y mano de obra abundante) y de la competitiva (biodiversidad, agroindustria, biocombustibles).

Durante 20 años, la Unión Europea y Estados Unidos establecieron sistemas preferenciales para exportaciones colombianas, cimentados en el modelo de multilateral del Sistema Generalizado de Preferencias (SGP) y en la lucha contra el narcotráfico (ATPA_ATPDEA). Estos esquemas de preferencias comerciales unilaterales abrian la puerta a exportaciones no tradicionales. De igual manera, nuestros vecinos latinoamericanos son también unos mercados muy especiales, ya que todos son dependientes de exportaciones mineras y agrícolas, con una muy pequeña base manufacturera. Por lo tanto, esta región, con su mayor o menor participación, representa un destino potencialmente relevante para exportaciones no tradicionales, lo que tiene un valor especial en el desarrollo sostenible de un país como Colombia.

Sin embargo, lo que ha pasado a la largo de un cuarto de siglo es que Colombia no aprovechó, ni  las oportunidades del ATPA-ATPDEA ni el potencial de los mercados latinoamericanos, -vecinos con los que el país está conectado a través de interesantes proyectos de integración regional: CAN, Mercosur, G-2-.

El hecho real, contrario a lo esperado, es que fuimos “primarizando” nuestra producción y reduciendo la agregación de valor a las exportaciones. La bonanza minera (petróleo, carbón y oro) alejó a los inversionistas de la industria manufacturera, tal y como ya lo había hecho la guerra con respecto a la agricultura. En cambio, los capitales migraron hacia los hidrocarburos, la construcción y el comercio. Los colombianos nos transformamos en importadores de todo tipo de bienes de consumo e intermedios.

EXPORTACIONES COLOMBIANAS 2005-2015

COMENTARIO A LA TABLA: la minería de hidrocarburos y oro duplicó su participación en la balanza exportadora colombiana. Sólo la actual cricis de precios (desde finales de 2014) frenó esta tendencia. En cambio la industria manufacturera y el agro históricamente han venido perdiendo peso en las exportaciones del país. La ausencia de una política de industrialización y la caída en las exportaciones a Venezuela explican el problema en el que se halla nuestra balanza comercial.

 

¿Entonces, para qué un TLC?

Es inevitable ver los esfuerzos del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo por demostrar que el TLC sí ha producido resultados positivos:  “Desde mayo de 2012 un total de 7.501 empresas colombianas han exportado a ese mercado, de las cuales, 2.230 firmas lo hicieron por primera vez…De esas nuevas que incursionaron en el país norteamericano el 98,7% son mipymes.” Según la Ministra de Comercio, Colombia ha penetrado en más de 40 Estados vendiendo productos del sector agrícola y otras industrias. Sin embargo, las evidencias son contundentes, este creciente número de empresas realiza exportaciones que aún no se pueden resaltar en la balanza comercial con el vecino del Norte.

Sin embargo, tampoco se puede decir que el TLC ha arruinado a la industria colombiana o a nuestros agricultores. Ahora, este comentario, no es un “elogio” al Tratado. La verdad es que la industria manufacturera colombiana y el agro sí se han venido destruyendo, pero desde mucho antes. El TLC ha aportado poco a este deprimente proceso que se inición con una mal configurada apertura económica.

En síntesis, este país confundió su camino hace más de dos décadas, y consecuencia de ello es que decenas de fábricas han abandonado el país, las inversiones crecen pero en el sector minero; en cambio, el campo está totalmente abandonado.

La firma de un TLC para aprovechar nuevos mercados abiertos no tiene ningún sentido si un país no cuenta con una clara política industrializadora, sino invierte en educación de calidad y en I+D+i. Y Colombia en estas dos décadas no lo ha hecho. Estamos llenos de evidencias deprimentes: no nos va bien en las pruebas PISA, los maestros son mal pagos, el número de patentes es muy pequeño, y la propiedad rural es ineficiente -hay grandes terratenientes rentistas y cientos de miles de minifundios inviables-.

Se puede afirmar que la actual crisis de nuestra balanza comercial no es culpa del TLC, sino de nuestra desindustrialización, a la vez que se puede pronosticar que la salida de la actual crisis no está en los “micro” esfuerzos del Ministerio de Comercio, sino en una clara estrategia industrializadora de largo plazo.

Muy seguramente los TLC con Estados Unidos y con otras potencias o mercados emergentes tendrán más cumpleaños, pero sin trascender en la realidad de nuestro desarrollo social y económico.

No hemos perdido el Norte, es que no lo hemos configurado aún.

1 comment

  1. Edison Suares   •  

    La destrucción de la agricultura no se ha logrado por la lucha de nuestros campesinos, ahí que ver la debilidad absoluta del gobierno que simplemente se ha convertido en administrador delegado de los intereses de EEUU y Europa, por ejemplo al criminalizar la conservación de las semillas que tradicionalmente hacen nuestros campesinos, el aúmento del tiempo de las patentes de los medicamentos que ha puesto en jaque el sistema de salud.

    Otro de los grandes logros es la obligación de vender los activos productivos del Estado a inversionistas extrajeros, por lo que nos hemos convertido en grandes generadores de riqueza real, que obviamente no se queda en Colombia,si se mirán las cifras de la balanza comercial con detenimiento se verá que un componente importante del deficit de la balanza de pagos está representado por el giro de utilidádes, cada vez que hacemos una llamada, prendemos un bombillo, nos tomamos una cerveza, etc, estamos transfiriendo un porcentaje de riqueza al extranjero, que deberia quedarse en Colombia.

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