¿Tiene Colombia un modelo de desarrollo o es un barco a la deriva?

 

Traductor: Andrés Fernando Cardona Ramírez

Versión en inglés: http://www.elcolombiano.com/blogs/lacajaregistradora/?p=1469

El siglo XX fue en gran medida el siglo de proteccionismo. En ese contexto, los países latinoamericanos -incluido Colombia- llevaron a cabo una política de sustitución de importaciones buscando promover la naciente industria nacional. En la década de 1960, dicha política se complementó con estrategias de promoción de exportaciones para diversificar la oferta y vender al mundo mercancías diferentes a las mineras y agrícolas.

Sin embargo, para las corrientes económicas emergentes a finales del siglo XX, para la academia y para los gobernantes de turno, éste modelo económico cepalino se agotó. En su reemplazo, el neoliberalismo fundamentó estrategias de apertura para modernizar las economías, liberalizando el comercio y atrayendo la inversión extranjera. Sin embargo, un cuarto de siglo después, hay razones de peso para preguntarnos hacia donde va Colombia en materia de desarrollo económico.

Las expectativas:

El modelo proteccionista del siglo XX dio origen a una industria liviana importante, con algunos avances, incluso, en producción de electrodomésticos, instumentos eléctricos y ensamblajes de vehículos.  Paralelo a ello, las exportaciones se habían diversificado, reduciendo la dependencia del café y aumentando la producción de otros bienes, especialmente agroindustriales y del sector textil-confección. Sin embargo, el paradigma de la ventaja competitiva se imponía en el mundo, por lo tanto, había que abrir la puerta a la competencia, a nuevos proveedores y a inversionistas que crearan condiciones para modernizar la economía colombiana.

Como lo muestra este mapa de Sciences Po, la mayor parte del comercio mundial es al interior de los bloques del Norte (circunferencias) y entre éstos (Flechas gruesas). Ello se debe a que se trata de productos manufacturados de alto nivel de complejidad tecnológica, y en estos circuitos pocos latinoamericanos participan, Colombia incluida: hay que crear ventaja competitiva.

En consecuencia, a partir de la apertura económica, se esperaba lograr que la inversión extranjera modernizara nuestro aparato productivo, que se sofisticara nuestra producción, que la competencia extranjera obligara a nuestra incipiente industria a mejorar para competir. Con esos pilares se esperaba fundamentar una nueva economía centrada en la creación de ventaja competitiva por parte de las empresas.

La realidad

Sin embargo, a pesar de que algunas empresas se han modernizado, en general las cifras señalan que Colombia no avanza en esta dirección. Según estudios del Banco de La República, hasta comienzos de la apertura económica (1990) el café representó entre el 50 y el 70% de las exportaciones. En la década de 1990, exportaciones diferentes a café y petróleo llegaron a ser casi 50% del total de la oferta exportadora. Pero, ello no significa que haya sido la industria manufacturera la gran potenciadora, aunque algo de ello si había: Venezuela fue, en el marco de la CAN, un gran mercado para vehículos ensamblados, confecciones y agroindustria, principalmente.

Sin embargo, el balance de la primera década del siglo XXI señala que lo poco que se había avanzado en materia de diversificación se ha ido desvaneciendo. Si bien ya no dependemos significativamente de las exportaciones cafeteras, los productos mineros no procesados han pasado a ocupar este privilegiado puesto. Entre el petróleo, el carbón, el ferroníquel y el oro se halla el eje de las ventas colombianas al exterior, las cuales se complementan con una industria liviana que no evoluciona: confecciones, bananos y flores. Según el Consejo Privado de Competitividad, el 88% de nuestras exportaciones son materias primas o bienes de bajo nivel tecnológico.

En consecuencia, nos hallamos en una situación ambigua: iniciamos un modelo de apertura económica, inspirados en los principios de la Ventaja Competitiva, lo que implica ciencia, tecnología e innovación. Pero la sofisticación de nuestra industria y de la agricultura no está sucediendo. Tenemos mejores comunicaciones, una banca más internacionalizada, una mayor oferta educativa, pero seguimos exportando bienes sin procesar. Algo no estamos haciendo bien.

La macroeconomía:

nos hemos transformado en una economía minera. El carbón y el petróleo se han convertido en nuestra principal fuente de divisas: exportaciones y atracción de inversión extranjera. Sin embargo, esta situación es un determinante (aunque no exclusivo) de la revaluación del peso. En consecuencia, la bonanza minera es causante parcial de las debilidades de otras industrias con aspiraciones de participar en los mercados internacionales. Los confeccionistas, los floricultores, los bananeros y los cafeteros pierden competitividad como consecuencia de una tasa de cambio desfavorable. Estamos viviendo síntomas de una enfermedad holandesa. ¿Es esto sostenible?:

Según estos datos de la compañía BP, trabajados por Nelson Hernández, 10 países poseen 80% de las reservas mundiales de petróleo, pero Colombia no aparece entre éstos. Por lo tanto, un modelo de desarrollo minero, fundamentado en la industria de hidrocarburos no parece sostenible en el largo plazo para Colombia. No hay señales de que podamos sostener el modelo a largo plazo con divisas derivadas de la inversión y las exportaciones de petróleo, mientras que las otras industrias -manufacturera y agrícola- se deprimen como consecuencia de la revaluación que la primera provoca.
 

La innovación y el desarrollo sostenible:

No sólo la tasa de cambio afecta a las manufacturas y al agro colombianos. Este país presenta muy malos indicadores en materia de innovacion, desarrollo, educación y ciencia. Según datos optimistas, Colombia podría estar dedicando poco menos del 0,5% de su PIB a procesos de I+D, mientras países exitosos del Este Asiático invierten en este rubro cerca del 4%. Vecinos como Brasil o Chile, invierten más del 1%. Nuestra falta de visión se traduce en pocas patentes y baja innovación empresarial. No es casual que una de las pocas empresas que patenta en Colombia sea Ecopetrol.

En temas de educación, si bien hay cambios en lo cuantitativo -mayor cobertura, más maestrías, menos analfabetismo-, en lo cualitativo aún hay dificiencias significativas: las universidades realizan poca investigación y no se ven fuertes avances en su enfoque hacia los grandes problemas del país, particularmente hacia la sofisticación de nuestra capacidad productiva. Hay poco interés por el estudio de las ciencias básicas y en biliguismo aún nos encontramos fuertemente rezagados.

Por último, el país vive un gran debate en materia de explotación minera. En este contexto hay una seria preocupación por la baja relación que existe entre la búsqueda de una minería moderna y el desarrollo sostenible de Colombia: no sólo la agricultura puede ser afectada sino, en general, puede producirse un daño ambiental irreparable si no se clarifica el tema de una “minería sostenible“. Son muchos los interees en juego y poca la claridad jurídica y ejecutiva al respecto.

Para cerrar:

si bien el presente es minero, el futuro es incierto. Ni la apertura económica iniciada hace un cuarto de siglo, ni los números mineros son argumentos para indicar que el país va en una u otra dirección. Somos un barco a la deriva firmando TLC con todo el mundo sin pensar qué será lo que les ofreceremos en el futuro a nuestros socios comerciales.    Como lo hemos dicho en artículos anteriores: para exportar hidrocarburos no se necesita firmar acuerdos…¡¡Tenemos la brújula perdida!!!

Tendencias en el Entorno Internacional de los Negocios

La semana pasada tuve la oportunidad de visitar el Nodo Barranquilla de la Universidad CEIPA (Colombia) y compartir una conferencia sobre las tendencias en el entorno internacional de los negocios. En dicha charla me propuse hacer un énfasis de carácter prospectivo frente al tema. O sea, más que resaltar los datos actuales, quise buscar los determinantes de los cambios de largo plazo en el entorno internacional de los negocios.

Les dejo el enlace para las personas que deseen ver la conferencia completa: http://www.youtube.com/watch?v=TzFGSRlVf8o&feature=youtu.be

En síntesis de la conferencia se puede deducir:

– Es creciente el comercio mundial de mercancías de alto valor agregado, relegando la participación de los productos de la minería y la agricultura,

– Inclusive, la participación de los países en vía desarrollo se reduce también en el mercado de los bienes agropecuarios, lo que se explica por el alto proteccionismo de los países industrializados, con respecto a los productos que aseguran la supervivencia de las personas: granos proteínicos, cárnicos y lácteos, azúcar. Los TLC que firmamos no abren de manera significativa los mercados de la UE o de Estados Unidos frente a estos productos.

– La distribución geográfica de la mayor parte del comercio del mundo sigue centrada en Norteamérica, Europa Occidental y el Este Asiático, pero aumentando la participación de nuevos países emergentes como China, India, Corea, Taiwan. Igualmente emergen algunos países latinoamericanos (Brasil y Chile) o africanos (Suráfrica, Egipto).

– Hay un fuerte comercio intrarregional en Norteamérica -NAFTA- y Europa Occidental -Unión Europea-. Incluso, las naciones del Este Asiático tienen un gran comercio intrarregional. Resaltemos que la mayor parte de las exportaciones intraasiáticas y de esta región con Europa y Norteamérica son bienes intermedios, no productos terminados. Esto se explica por el denominado Comercio Mundial de Tareas en el marco de las Cadenas Globales de Valor.

– Hay un auge del Comercio Mundial de Tareas, o sea que las Cadenas Globales de Producción organizan la producción mundial; en consecuencia, los países y las empresas exitosas hacen parte de estas cadenas elaborando componentes o ensamblando partes de un producto que se manufacturan con la participación de decenas de países.

– El comercio mundial de hidrocarburos tiene futuro, ya que casi el 90% de la canasta energética mundial tiene que ver con petróleo, gas y carbón. Sin embargo, Colombia no tiene muchas reservas, lo que no augura mucho éxito en este sector en el largo plazo. El Medio Oriente y Venezuela tienen los recursos para abastecer el mundo en las próximas décadas.

 

¿Devaluación del peso en el largo plazo?: variables claves.

Autor: Giovanny Cardona Montoya

Estamos viviendo unas inquietas semanas marcadas por la incertidumbre política en Turquía y Brasil, los indicadores negativos de los mercados bursátiles en el mundo y en Colombia, y una repentina tendencia alcista al precio del dólar, incluso en el vecindario latinoamericano.Ello invita a la reflexión, aunque a veces también a la especulación retórica, sobre el comportamiento futuro de la economía colombiana y global.

En este contexto, el tema que nos invita hoy a la reflexión, no con fines predictivos sino, más bien, académicos, es el de la tasa de cambio: ¿hay razones para pensar que el dólar continuará su tendencia alcista? Como  nos muestra la historia, incluso los expertos de mayor trayectoria se equivocan en sus pronósticos:

¿Con base en qué se pueden construir los pronósticos? El primer elemento de análisis tiene que ver con la estadística objetiva de ingresos y egresos de divisas: exportaciones e importaciones de mercancías (balanza comercial), flujos de inversión extranjera de corto y largo plazo, al igual que el endeudamiento externo (cuenta de capitales); remesas y producción de oro son otros dos elementos que se deben tener en cuenta. Ahora, una cosa es mirar la historia de la balanza de pagos (trayectoria de entradas y salidas de divisas) y otra muy diferente es observar los determinantes: cosechas, temporadas de invierno o verano (para exportaciones e importaciones), tasas de interés o ambiente político y económico (para movimientos de capitales).

Ahora, hay que tener en cuenta que la economía colombiana es relativamente abierta, por lo tanto, nuestra dinámica depende en gran medida de lo que pase en los mercados internacionales. En consecuencia, lo que suceda con la economía de Estados Unidos y las decisiones que tomen en dicho país el gobierno y las autoridades monetarias, explica en gran medida lo que pase con el dólar en Colombia.

En nuestro caso, la historia ha mostrado que durante la última década el precio del dólar se ha mantenido relativamente bajo: antes de las elecciones de 2002, el dólar se movía alrededor de 2300 pesos, pero 11 años después estamos por debajo de los 2000 pesos. Incluso, en aquel año, por razones coyunturales, el dólar estuvo a punto de tocar el listón de los 3000.

¿Por qué el dólar ha estado tan barato en Colombia en estos últimos 10 años?

Con mayor o menor relevancia en un momento u otro, los factores que han mantenida baja la cotización del dólar (revaluación del peso) desde 2003 han sido:

recuperación económica, aumento de exportaciones a Venezuela (hasta 2008), bonanzas de combustibles (petróleo y carbón), mejora en los precios de otros commodities como café y producción de oro.

– Mejora de la seguridad -ambiente para la inversión- que se acompaña de una apertura y privatización de empresas en comunicaciones y banca, lo que atrae capitales extranjeros.

– Crecimiento de economía china, demanda de combustibles y, por ende, aumento de la inversión extranjera en Colombia para exploración y explotación de combustibles fósiles.

– Sin embargo, desde 2008, la crisis inmobiliaria y financiera, derivada en la actual recesión y desaceleración de las economías de Europa y Estados Unidos, ha sido factor determinante del precio del dólar en el mundo: primero porque los inversionistas ante la crisis se refugiaron en los futuros de commodities y luego porque, para recuperar la ruta de crecimiento, la FED ha mantenido una política expansionista de aumento de la liquidez -oferta de dólares-.

Entonces, ¿por qué la devaluación del peso en estas últimas semanas?

Mucho se ha especulado al respecto:

¿ha sido el Banco de la República con su política de compra de dólares, acompañada de la respuesta de los Fondos de Pensiones a los lineamientos establecidos por el Ministerio de Hacienda para colocar la divisa en un ideal de 1950 pesos?

¿será la caída de nuestra industria, la caída de precios de commodities, la desaceleración en el crecimiento de nuestras exportaciones y de las inversiones extranjeras?

¿será la lenta recuperación de la economía norteamericana y la expectativa -confirmada esta semana- de que la FED cambiará su política monetaria y dejará de estimular con liquidez la recuperación de la economía?

Generalmente, una tendencia de largo plazo no se explica por un hecho aislado sino por una combinación de factores. Así que lo que pase en el futuro con el precio del dólar, seguramente tendrá relación con las variables señaladas. Tratemos de aproximarnos al futuro:

Los factores domésticos que más han tenido relación con la revaluación del peso son nuestras exportaciones de hidrocarburos y café y la inversión extranjera directa. Estas dos variables tienen futuro incierto: los precios mundiales de los commodities dependen de la sostenida recuperación de Estados Unidos y de la salida de Europa de su recesión para que China no continúe desacelerando su crecimiento. Ello mantendría alta la demanda de hidrocarburos y otras materias primas.

Ahora, la inversión extranjera focalizada en minería y sector servicios  está asociada a los precios del petróleo, al clima para la inversión y a la firma y dinámica de los TLC. En este contexto, el futuro del proceso de paz puede tener un papel importante, incluso, y esto es lo más relevante, para atraer inversiones hacia otros sectores de la economía, particularmente el rural.

La capacidad del Banco de la República de alterar la tasa de cambio está comprobada a lo largo de esta década: es sumamente limitada. Si bien su rol es útil -puede reducir cotidianamente la oferta de dólares-, no  tiene el poder económico para colocar la divisa americana en la tasa deseada. Por lo tanto, el Banco de la República podrá jugar un rol de apoyo para mantener el dólar cerca de los 2000 pesos.

Pero, el tema clave está en el exterior. La posibilidad de que la FED realmente ponga el freno a su política expansiva, depende de que los indicadores positivos de la economía norteamericana se mantengan sólidos, de lo contrario no será extraño ver al señor Bernanke dándole la mano a Obama para pasar el trago amargo dela recesión.

Por lo tanto, será la evolución del ritmo económico de la triada: Europa – Estados Unidos – Este asiático, el verdadero termómetro de la evolución del precio del dólar en el mediano y largo plazo.

Colombia: apertura comercial de un país que se desindustrializa.

Antecedente

Durante las décadas de 1960-1980, Colombia abrazó el modelo de Promoción de Exportaciones, el cual complementaba a medio siglo de Sustitución de Importaciones. Mientras este último permitió que algunas pequeñas plantas manufactureras se consolidaran como empresas de talla nacional (locerías, cerveceras, cementeras, fabricantes de gaseosas, textileros, confeccionistas, marroquineros, etc.), el primero pretendió que el país redujera la dependencia de las exportaciones de café. Ello permitió que se consolidara el concepto de Exportaciones Menores -todas aquellas diferentes al café y a los hidrocarburos-. Gracias a este esfuerzo proteccionista, los floricultores, bananeros y confeccionistas, principalmente, salieron a los mercados internacionales.

La realidad actual

Pero, a partir de 1990 cambiamos el modelo: abrimos las puertas a la competencia externa y al capital internacional. ¿Cuál era el objetivo?: obligar a nuestras empresas a competir y atraer capitales para que  se pueda modernizar el aparato productivo. Los cambios se han visto: la modernización de las comunicaciones y la sofisticación y ampliación de cobertura del comercio en grandes superficies y en la banca, principalmente.

Para consolidar la estrategia el país renuncia a liderar los proyectos de integración regional como la CAN, y se lanza a la apertura de mercados globales a través de la firma de TLC con países y bloques de Europa, Norteamérica y Asia.

Fuente: http://www.semana.com/economia/articulo/con-acelerador-fondo-tlc/346478-3
Esta tabla, publicada por la revista Semana, muestra el tamaño de los mercados con los que firmamos Acuerdos Comerciales y el actual comportamiento de nuestro comercio exterior con ellos. El balance es claro: Estados Unidos y la Unión Europea siguen siendo nuestros principales mercados, luego los países latinoamericanos son un blanco interesante (25% de nuestras exportaciones van a socios de nuestro vecindario).
 

Sin embargo, lo que estas cifras no muestran es que después de 23 años de apertura y más de una década buscando TLC con países de diferentes regiones, nuestra oferta exportable no ha tenido los cambios esperados. Veamos aleatoriamente unos datos. Según el DANE en el primer semestre de 2012 67,2% de las exportaciones fueron mineras, especialmente hidrocarburos, productos manufacturados 16%, y alimentos poco más del 10%.  Con respecto a 2011, dichas exportaciones aumentaron 10%, fundamentalmente por el crecimiento en las exportaciones de petróleo y otros productos mineros.

Ahora, si miramos por productos, encontramos que el aumento de las exportaciones de manufacturas, con respecto a 2011 se explica principalmente por el crecimiento en las ventas de ferroníquel y plástico en formas primarias y medios de transporte. O sea, además de que la industria manufacturera sigue siendo poco representativa en las exportaciones, sus pocos avances tienen que ver con productos de bajo nivel de complejidad tecnológica o ensamblajes.

De igual modo, si miramos la estructura de las exportaciones agropecuarias, veremos que café (33%), flores  (22%) y bananos (11%) representan 2/3 partes de las ventas del sector en 2012.

Ahora, según ANIF, la desindustrialización que vive nuestro país no sólo se evidencia en las exportaciones. La relación entre Valor Agregado y PIB, según un estudio de Clavijo ha caído de 24% en la década de 1970 a cerca del 12% en la actualidad. La industria manufacturera aportaba 1/4 del empleo en la década de 1980 y ahora apenas alcanza el 13%.

Esto, en concepto de los expertos, se puede explicar por el cierre del ciclo de la industria liviana de bajo nivel tecnológico (cervezas, gaseosas, calzado, confeccioines), lo que se tradujo en un auge del sector servicios. Pero también estarían haciéndose visibles los efectos de una típica “enfermedad holandesa” resultado de la expansión del sector minero energético. Esto último explicaría la revaluación de más de una década y el encarecimiento relativo de la mano de obra. Factores que juegan negativamente para el desarrollo de los demás sectores transables: manufacturero y agropecuario.

Conclusiones:

La estructura exportadora colombiana es la misma de la década de 1960 cuando el país instauró el modelo de promoción de exportaciones para reducir la dependencia del café y los hidrocarburos. El café sí redujo su participación, los caficultores, incluso, están viviendo su viacrucis, pero ahora dependemos de las exportaciones de petróleo y carbón. Ni el sector manufacturero, ni la agroindustria son las locomotoras exportadoras de este país.

Pero, el problema es más complejo si vemos, en general, la estructura del PIB del país: decrecimiento del valor agregado, reducción absoluta de la participación del sector manufacturero y relativo encarecimiento de la producción nacional, debido a la sobrevaloración de la moneda, fenómeno asociado al auge minero-energético.

SIn embargo, el país acelera la firma de TLC sin privilegiar la solución de los problemas internos que explican el éxito competitivo de los mercados emergentes y de los países industrializados: infraestructura de calidad, crecientes procesos de investigación, desarrollo e innovación, apalancados en un sistema educativo que forme profesionales emprendedores que promuevan transformaciones en procesos, productos y servicios.

Nuestra baja cobertura educativa, los problemas de subalimentación de, aún, significativos grupos de niños, y la poca inversión en innovación y desarrollo -lo que se evidencia en las pocas patentes que el país registra- son talanqueras concretas para un país que firma TLC con todo el mundo, con la expectativa de aumentar la participación en dichos mercados. Como lo hemos reiterado en artículos anteriores, no se necesita de Acuerdos Comerciales para exportar petróelo y carbón, estos productos tienen un mercado bastante libre a nivel global.

Alianza del Pacífico: bienvenidos al futuro…otra vez.

 

Autor: Giovanny Cardona Montoya

Acabamos de tomar una “nueva” gran decisión: ahora somos parte de uno de los más grandes bloques del mundo. O, bueno, eso dijeron los jefes de estado y los periodistas que desde Cali siguieron la cumbre entre los países integrantes de la Alianza del Pacífico. Según los protagonistas y los voceros de los medios de comunicación, éste sería el 8vo bloque económico más grande del mundo.

Pero, ésta es una nueva evidencia que no hemos entendido nada o casi nada, de lo que pasa en el contexto de la globalización comercial. En 1990, el entonces presidente César Gaviria nos daba la bienvenida al futuro con la Apertura Económica. Hace casi 20 años revivió el futuro con la reconfiguración del bloque andino y hace poco más de un año se nos volvió a aparecer el futuro con el tan anhelado TLC con Estados Unidos. Y esta semana, como una realidad paranormal, volvimos a tener una “aparición”.

La Alianza del Pacífico: ¿un gran bloque?

Evidentemente se han unido economías que equivalen a un gran pedazo de la torta del PIB  mundial. Eso sí, teniendo en cuenta que México representa 2/3 partes del mismo. Adicionalmente, si un país asiático va a mirar a México como un mercado interesante y “extendido” no será por la Alianza del Pacífico, sino por ser miembro del NAFTA.

Ahora, para que se consolide un verdadero bloque habría que ver el grado de profundidad de la integración. Se habla de librecomercio de mercancías y servicios, de movilidad de personas y de otros ámbitos complementarios.Veremos con los años que, de esto, se traduce en relaciones comerciales y de inversiones concretas.

Adicionalmente, hay que recordar que antes de la Alianza del Pacífico, entre estos países ya existían acuerdos bilaterales (Chile con la CAN, Colombia con México en el G-2). O sea, la Alianza del Pacífico, para hacer un verdadero aporte, tendría que profundizar los acuerdos existentes, puesto que el primer impacto al triangular los acuerdos bilaterales será una posible “erosión de preferencias”,  o sea, productores colombianos posicionados en Chile o Perú, por ejemplo, pierden con México ese mercado ganado bilateralmente.

Adicionalmente, se habla de que van a actuar como bloque ante terceros países. Y esa meta se ve difícil de cumplir. De un lado, no se ha hablado de una Unión Aduanera como para pensar en que se creará algún ente supranacional que representará a las naciones asociadas en la Alianza. Del otro, México tiene demasiados intereses relacionados con Estados Unidos como para pensar que negociará en bloque los grandes temas, por ejemplo en el escenario de la Ronda de Doha de la OMC. Igualmente, Chile ha demostrado ser un ave que prefiere volar sola; firma TLC con todo el mundo pero no se convierte en integrante pleno de ningún bloque.

En otras palabras, este acuerdo, como tantos otros, puede ser una oportunidad para algunas empresas y un gran riesgo para otras. Pero éste no es el bloque del pacífico que ayudará a sus integrantes a consolidar un mercado unificado y que los representará en las negociaciones comerciales con los países asiáticos. Este es un nuevo TLC con algunos asomos de mayor cooperación, nada más.

¿Qué es la Alianza del Pacífico para Colombia?

Para empezar, digamos que aunque Chile es un mercado creciente, su participación en el comercio exterior colombiano sigue siendo pequeña. Mientras en 2006 nos compraba 357 millones, para 2010 la cifra asciende a casi 1500 millones. Ahora, cualitativamente hablando, 1000 millones de las importaciones que nos realiza Chile tienen que ver con  petróleo y carbón. Adicionalmente sólo se destaca el azúcar.

En el caso de México, con este país hemos pasado de tener un déficit comercial de  US$287 millones en 2000, para llegar a US$5.849 millones en 2011. Pero, en una situación parecida a la de Chile, México sigue siendo un destino poco representativo para las exportaciones colombianas: en 2011 las exportaciones de Colombia hacia México solo representaron el 1,23% del total, mientras que las importaciones el 11,1%.

El comercio entre Colombia y Perú también ha sido creciente; éste alcanzó los 1,980 millones de dólares durante 2008, lo que significó un crecimiento de 250% respecto a lo comercializado en 2001. De este monto, 1,283 millones fueron las exportaciones de Colombia a Perú y 705 millones las importaciones. Los principales productos que Colombia vende a Perú son materias primas y productos intermedios (66.3%) y bienes de consumo (27.1%).

Preguntas, en lugar de conclusiones:

1. ¿Por qué Colombia necesita otro acuerdo para fortalecer sus relaciones con Chile, Perú y México, si con éstos ya tiene acuerdos en el marco de la CAN y el G-2? No puede ser para desligarse del ALBA porque Ecuador ya es observador de la Alianza del Pacífico.

2. ¿Estarán dispuestos estos países a asumir posturas en bloque, a negociar juntos con los tigres asiáticos y con China? Para lograr un mercado común habría que pensar no sólo en visas y homologación de títulos, sería necesario hablar de libre movilidad de trabajadores y capitales. ¿Están dispuestos a esto? Claro que no.

3. ¿México tomará posturas comerciales autónomas cuando América Latina le es un mercado marginal y Estados Unidos es, de lejos, su principal socio comercial? México tiene el 90% de su comercio concentrado en NAFTA, su TLC con la Unión Europea y algo con países asiáticos. En la OMC la voz cantante del NAFTA la lleva Estados Unidos.

4. ¿Por dónde va a salir Colombia al Pacífico? Este país se precia de tener frontera marítima por el Atlántico y el Pacífico. Pero, Chocó, que ocupa la mitad del borde pacífico es el departamento más abandonado de Colombia. Es un territorio no sólo lleno de problemas económicos sino, también, desconectado del resto del país. El puerto de Buenaventura en el Valle del Cauca presenta limitaciones para dar respuesta a las necesidades presentes, ¿cómo hará, entonces, para un ideal crecimiento de nuestro comercio con el Asia Pacífico?

4. ¿Podrá Colombia sacarle jugo a este nuevo acuerdo? Muy poco. Tenemos mercados abiertos en Europa, en Estados Unidos, en América Latina, en Corea y en otros países. Pero no los estamos aprovechando. Lo que Colombia exporta actualmente es lo mismo que hace 25 años, antes de entrar en esta “ola” de aperturas y TLC. Y eso que exportamos (commodities) no necesita acuerdos, ya que son productos de libre acceso: petróleo, carbón, ferroníquel, oro, café. Sólo algunos productos se benefician de las preferencias que nos ofrecen nuestros socios comerciales.

No necesitamos más acuerdos, necesitamos transformar nuestra oferta de bienes y servicios. El problema principal no está en la ausencia o presencia de TLC sino en la incapacidad productiva del país, que no agrega valor, que no innova, que no participa en las cadenas globales en las que se producen las mercancías de alto nivel tecnológico. Es en estas últimas donde está el negocio.