Buscando claves para ser un país exportador.

¡Exportar y vivir!

Parodiando al expresidente Lleras Restrepo, quien -en el marco del modelo de Sustitución de Importaciones- proclamó la consigna “exportar o morir” con la cual validó un conjunto de políticas públicas para promocionar las exportaciones, el Presidente Ejecutivo de ANALDEX, Javier Díaz Molina, sugirió en el XXIX Congreso Nacional de Exportadores la necesidad de “Exportar y Vivir” como la proclama que debe servir de faro a las estrategias que se implementen en función de la competitividad económica del aparato productivo colombiano.

La consigna no es gratuita. El tema es serio.

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Colombia es un país que a lo largo de casi tres décadas transformó su canasta exportadora, incrementando la dependencia de commodities no renovables (petróleo, carbón, oro, ferroníquel) y reduciendo la participación proporcional de los bienes con valor agregado. Este fenómeno se ha venido profundizando a lo largo de los años tal y como lo ha demostrado suficientemente el Consejo Nacional Privado de Competitividad en sus informes anuales.

Varios son los factores que han incidido en esta “desindustrialización” tan manifiesta en nuestra dinámica exportadora. El deterior de las relaciones con Venezuela en la última década, la profunda revaluación del peso desde comienzos del siglo XXI y la crisis económica global emanada de la burbuja inmobiliaria que estalló en 2007, son algunas de las causas más evidentes.

Sin embargo, es claro que el planeta está sufriendo profundas transformaciones y que el modelo de desarrollo socio-económico colombiano requiere revisar varias estrategias en tópicos tan relevantes como la calidad, pertinencia y cobertura educativa, las inversiones en I+d+I, el fomento al empresarismo, la formalización laboral y la seguridad social; por nombrar sólo algunas de los más evidentes.

Por lo anterior, deseo resaltar algunos tips señalados por los destacados conferencistas y panelistas que se presentaron en el Congreso. Igualmente enlazo mis comentarios con las memorias del evento para que, quienes deseen, puedan profundizar en los diferentes tópicos.

1. Renato Baumann de Brasil llama la atención sobre la necesidad de dar el valor que se merece al comercio de servicios, puesto que mientras el comercio mundial de mercancías ha crecido 3,5 veces en 20 años, el de servicios se ha multiplicado por cinco en el mismo lapso de tiempo. En este mismo contexto, el autor señala que hay un gran interés -a la vez que una urgente necesidad- de reglamentar el creciente e-commerce, el cual seguramente se llevará una gran parte de la torta del comercio mundial en los próximos años. Sobre este tema hicimos un par de comentarios en un blog hace un par de semanas.

Ahora, un tema crítico que enciende las alarmas, es que la pequeña participación de América Latina en el comercio mundial de servicios es menguante. En tan sólo cinco años, de 2010 a 2015, caímos del 4% al 3,4%. Ahí renace la inquietud sobre la sofisticación de nuestro aparato productivo. Otros problemas endémicos detectados por el autor son: un enfoque de la creciente inversión extranjera directa hacia la exploración, explotación y comercialización de hidrocarburos y otros commodities mineros; y el bajo nivel de comercio intra-latinoamericano.

2. Leticia Armenta, docente-investigadora del TEC de Monterrey hace un análisis comparativo de las economías industrializadas, los BRICS y algunas economías latinoamericanas, incluida la colombiana. De su presentación se pueden destacar tres hallazgos fundamentales:

a. Desde la crisis de 2007-2008, nos encontramos entre un frágil y pírrico crecimiento y una recesión global. Ninguna economía, salvo China o India, dan señales de que puedan tener un desempeño decoroso en el mediano plazo. En el caso colombiano, el crecimiento se ve más atado al desempeño del consumo doméstico y de sectores como el financiero y el comercio que al comportamiento de las manufacturas y la agricultura. Los datos positivos de la industria manufacturera se asocian fundalmentalmente a la puesta en funcionamiento de Reficar.

b. En términos generales, la inflación ha sido controlada, excepto en casos críticos como Venezuela o Argentina. Esta es una señal saludable de la economía global que incluye el caso colombiano.

c. Muchas economías emergentes han logrado reducir sus tasas de desempleo, algunas colocándose en niveles casi de pleno empleo. Sin embargo, a pesar del relativo estable comportamiento económico, este no es el caso de Colombia, donde el desempleo estructural se mantiene alrededor del 10%.

3. Carlos Esteban Posada de Eafit nos dejó una reflexión muy relevante sobre un estudio de política monetaria, el cual debe ser tenido en cuenta seriamente por los empresarios. La síntesis de sus hallazagos es: el incremento en las tasas de interés por parte del Banco de La República es una herramienta efectiva para reducir la inflación; sin embargo, bajar las tasas de interés no es muy efectivo para estimular el crecimiento económico. Yo complemento esta reflexión invitando a los empresarios para que no centren sus expectativas en herramientas de política macroeconómica (tasas de interés, tipos de cambio, salario mínimo, etc.) sino que se focalicen en decisiones de mediano y largo plazo como la inversión en I+D+i, en educación, en infraestructura; las reformas tributarias y de seguridad social; etc. Esos factores sí pueden determinar los crecimientos sostenidos de la economía en el mediano y largo plazo.

4. Por último, quiero destacar las ponencias de Beethoven Herrera y de Juan Carlos Mathews, quienes nos invitan a no seguir caminando con los ojos vendados de cara al futuro. El empresario de hoy tiene que revisar las megatendencias del planeta y los retos de largo plazo del país. Las megaciudades, el envejecimiento poblacional o la desaparición de funciones y operaciones (que en 10 15 años serán desarrolladas por máquinas y no por personas) se acompañan de varios retos que se le avecinan a Colombia alrededor del agotamiento de las reservas de petróleo en el mediano plazo, los retos de movilidad y sobrepoblación en nuestras ciudadades y el post-conflicto.

Los empresarios tenemos que focalizarnos en la Visión de nuestra organización. ¿Cómo pretendemos ser reconocidos en 10, 15 o 20 años? y a partir de este Norte necesitamos formular y materializar las estrategias de desarrollo. El corto plazo no puede ser la brújula que dirija las decisiones trascendentales de las organizaciones particularmente las de los exportadores.

 

 

 

 

 

OMC: ¿Qué pasa con Doha?

Los colombianos nos hemos acostumbrado a escuchar sobre los TLC (Tratados de Libre Comercio) y, además, lo hacemos con cierto optimismo. A pesar de las críticas de algunos sectores que se declaran afectados de algún TLC en particular, los medios de comunicación y el gobierno tienden a promover con bombos y platillos la llegada de estos acuerdos. Hubo regocijo por el TLC con la Unión Europea, aunque el sector lechero puso el grito en el cielo. Hay expectativas enormes por el TLC con Estados Unidos –que se halla en el fondo del congelador del Congreso de  Estados Unidos-. Igualmente, se anunciaron con orgullo los tratados con el triángulo norte de Centroamérica, con Chile o el convenio CAN-Mercosur.

Sin embargo, estos tratados no son hechos aislados, todo lo contario. Hay una búsqueda masiva de acuerdos por parte de la comunidad internacional. Los acuerdos comerciales están a la orden del día y cobijan todos los continentes. Incluso, no sólo hay TLCs, que generalmente se concentran en el libre comercio de bienes y servicios. Existen Uniones Aduaneras, que crean aduanas pluriestatales (como la naciente Unión Aduanera del Mercosur, como la Unión Aduanera de Europa Occidental o como el proyecto de la CAN). Incluso, hay mercados comunes que permiten, además, la libre migración de trabajadores y el movimiento de inversiones entre varios países (la Unión Europea es el mejor ejemplo.)

(Mapa de Sciences Po)

Ahora, estos tratados se están firmando en pequeños grupos regionales, a pesar de que 153 naciones del mundo llevan a cabo unas negociaciones comerciales globales en el marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC). La Ronda de Doha, así se denomina la actual negociación global, comenzó en 2001 y aborda infinidad de temas. Pero, por eso, por abordar infinidad de temas y tratar de poner de acuerdo a  tantos países es que no logra terminar.  Hagamos una síntesis de las talanqueras que no permiten que Doha llegue a buen puerto:

(gráfico: Historia de las negociaciones GATT OMC. Fuente: OMC, 1995)

1. El tema agrícola. Este es el mayor dolor de cabeza. Estados Unidos, la Unión Europea y Japón se autoabastecen de alimentos (granos, cárnicos, lácteos y azúcar) a pesar  de que poseen las peores condiciones para la producción agropecuaria. Por ello, son altamente proteccionistas: subsidios, cuotas y aranceles. De otro lado, Brasil, Argentina, Australia y otras naciones del denominado grupo G-20, son exportadores potenciales que exigen que Europa, Norteamérica y Japón abran sus mercados a la competencia mundial.

Este tema agrícola se complica con los problemas de hambre de las Naciones Menos Avanzadas (NMA) que se benefician de la compra de alimentos subsidiados de Europa y Norteamérica. Por último, la producción de biocombustibles y la preocupación por el medio ambiente enrarecen aún más las negociaciones en materia agropecuaria.

2. La propiedad intelectual. La economía mundial vive un constante debate: proteger a los investigadores que desarrollan nuevos avances de ciencia y tecnología –patentes- o asegurar el empleo y el acceso de la comunidad a los bienes y servicios. Este tema es particularmente complejo en el caso de los medicamentos. Si a los grandes laboratorios no se les protegen sus patentes, se detendrán las investigaciones para encontrar nuevas moléculas que permitan curar enfermedades que preocupan a la humanidad: VIH, hepatitis B y C, cáncer, influenza porcina, etc. Pero, de otro lado, una excesiva protección de patentes y licencias encarece los medicamentos y, en consecuencia, la  cobertura de servicios de salud pública. Gran dilema

Otros temas complejos son: comercio mundial de servicios (turismo, salud, ingeniería, transporte, comunicaciones), comercio electrónico (el mundo aún no explotado del Internet), comercio de la industria cultural (libros, televisión, cine, música) sin perjudicar la identidad cultural de los pueblos, etc.

En la Ronda de Doha está puesta toda la carne en el asador; si se llega a un acuerdo final se habrá dado un gran paso hacia un comercio más transparente y libre pero, la incertidumbre es grande y se ve más cerca una gran decepción que el descorche de botellas de champaña…Amanecerá y veremos.