Colombia no es una Economía Emergente, es un país subdesarrollado.

Giovanny Cardona Montoya, marzo 6 de 2021.

 

Dice Harari Y. N. que los sapiens dominamos el mundo porque somos la única especie capaz de crear historias ficticias y “tragarse el cuento”. A propósito de esta premisa, viene a mi memoria que hasta la década de 1980 en el imaginario social (incluidas las instituciones educativas, las empresas y el Estado), existian tres grupos de países: los del primer mundo (capitalistas desarrollados), los del segundo mundo (socialistas) y tercer mundo (subdeasarrollados).

Sin embargo, con la caída del socialismo en Europa del Este y la URSS y con la notoria transformación económica de países del este y sudeste asiático (China, Corea, Taiwán Singapur), esta clasificación entró en desuso. En su lugar, aparicieron nuevas categorías, la mayoría de ellas asociadas a la idea de Economías Emergentes, para señalar que abandonan el subdesarrollo o que se convierten en naciones industrializadas.

En ese contexto, hace un par de décadas, John O´Neill de Goldman Sachs acuño el acrónimo BRIC para indicar que Brasil, Rusia, Chna e India tenían ciertas características comunes que elevaban su atractivo para los inversionistas. Pero, nuestra capacidad de crear fantasías transformó BRIC en BRICS (para sumarle a Sudáfrica) y luego se extendió la cadena con otros acrónimos como MINT,  y CIVETS -creado por The Economist-, en el cual ingresa Colombia con Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Sudáfrica.

De hecho, un estudio indicaría que las acciones de los países envueltos en alguna de estas siglas, valorizan hasta 8,5% más que las de los que no están. Sin embargo, lo que nace de un estudio técnico se va conviritiendo en “moda” que hace eco en diferentes dimensiones de la sociedad, ya no sólo en el mundo de las inversiones. El imaginario colectivo comienza volar.

qualcomm

Pero, ¿se puede considerar a Colombia una Economía o Mercado Emergente?   

Según Antoine Van Agtmael (quien fuera economista del Banco Mundial), la combinación entre desarrollo tecnológico y transformación demográfica del planeta genera una nueva categoría de países. Mano de obra barata en acelerado proceso de cualificación, guiada por empresarios y gobernantes emprendedores, da pie a una transformación cuantitativa y cualitativa de las economías regionales. De ahi salen países en proceso de industrialización con un significativo crecimiento de su poder adquisitivo. He aquí los llamados mercados emergentes.

Colombia es un país grande en extensión y en población (entre las 30 naciones más grandes y pobladas del planeta), pero éstas son ventajas naturales. Pongamos el foco en las ventajas que denotan evolución: la transformación de la mano de obra, la evolución de su estructura productiva y el crecimiento del ingreso per cápita.

Para tener una mano de obra más cualificada, un acelerado proceso de industrialización y un crecimiento del ingreso per cápita, se hace necesario, primero que todo, tener buenos resultados en materia de cobertura y calidad educativa. De acuerdo con estudios realizados, entre 2010 y 2014 Dinamarca invirtió en educación el 8% de su PIB, mientras Colombia dedicó el 4,64%, guarismo inferior al de Bolivia, Argentina, Ecuador y Brasil. Un dato complementario es que en 2019, el porcentaje dedicado a la educación cayó a 4,3%.

Como resultado de estos esfuerzos, los departamentos más exitosos en cobertura neta en educación media (porcentaje de niños en edades entre 14 y 17 años, que efectivamente estudian) alcanzan el rango de 50-60% de esta población. En otras regiones dicho indicador oscila entre 40% y 50%. Pero los de peor desempeño alcanzan resultados muy bajos, incluso del 10%.

Adicionalmente, con datos del Ministerio de Educación Nacional, el Consejo Nacional de Competitividad deduce que para las cohortes de 2014 a 2017, de 100 niños que toman el grado 1 de primaria, sólo 44 alcanzan a terminar la educación media (grado 11). Y de los que ingresan a la educación superior, la tasa de deserción por cohorte en la educación técnica profesional, tecnológica y universitaria en 2016 es de 52,3 %, 53,5 % y 45,1 %, respectivamente.

Si nos comparamos con un claro referente de Mercado Emergente, Corea del Sur, la diferencia es contundente: Su sistema educativo “ha logrado alcanzar prácticamente la cobertura total en todos sus niveles: en 2009 tuvo una tasa neta de 99 por ciento en educación primaria y 96 por ciento en educación secundaria, mientras que en la enseñanza terciaria llegó a uan cobertura bruta de 100%.”

idea-1880978_640

La idea es que la población cada vez más cualificada permee el mercado laboral, pero si nos comparamos con los demás integrantes de la OCDE (organización de países desarrollados y emergentes a la que ya pertenece Colombia), nuestra población económicamente activa -PEA- y de ésta, la que se halla ocupada, siguen siendo mucho menos cualificadas. En 2019, sólo 19% de la población que labora tiene educación terciaria, mientras los que tienen básica o menos superan el 44%. En la OCDE estos indicadores son inversamente proporcionales (39,3% y 19,3%, respectivamente).

Como segundo indicador, es fundamental ver la transformación de la estructura productiva. Las economías emergentes vienen cambiando su vocación productiva; de commodities han evolucionado a la producción de bienes con creciente valor agregado.

A lo largo de 30 años de apertura económica, la estructura exportadora del país se ha concentrado y es menos diversificada; depende más de los bienes sin transformar de origen minero que en la segunda mitad del siglo XX. En 2019, las exportaciones mineras sin transformación son el 48% de la canasta de bienes y servicios vendidos al exterior; mientras para América Latina en promedio este indicador es del 25% y para la OCDE es de apenas 7%. Una economía emergente como Sudáfrica apenas llega al 20% en este indicador y para Singapur el dato es de 1%.

Las exportaciones colombianas de alta intesidad tecnológica apenas llegan al 2% de toda la oferta, mientras para la OCDE este indicador es de 13%; para América Latina es 9% y para Singapur es de 26%.

En síntesis, no se avanza suficiente en la cualificación de la mano de obra y ello dificulta la transformación de la oferta productiva. Seguimos siendo un país no industrializado, dependiente de la exportación de recursos naturales y atado a las importaciones de bienes intensivos en conocimiento.

export-2123475_640

Por último, si bien la renta per cápita de Colombia ha aumentado, su volumen y tasa de crecimiento reflejan el relativo rezago con respecto a otras economías emergentes. Según el Banco Mundial, Corea del Sur tiene una renta per cápita en 2019 (a precios constantes de 2010), de 28.675 dólares; la cual se duplicó en 20 años (desde 1999). Chile la duplicó en 15 años, alcanzando los 15.091 dólares, mientras que Colombia llegó a 11.059, tomándose 35 años para duplicarla.

Como dice, Harari, el homo sapiens tiene la capacidad de fantasear y esto ha sido un motor para convertirnos en la especie dominante del planeta. Pero, cuando autodenominarse Mercado Emergente no es un instrumento que mueva a las diferentes organizacione sociales y al sector público para avanzar en una cierta dirección, sino que se convierte en una simple declaración retórica, entonces, aquella no hace ningún aporte.

A pesar de los debates que se puedan suscitar, hay un grupo de países que eran denominados subdesarrollados a finales del siglo XX y que emprendieron una ruta de transformación productiva, lo que se refleja en un cambio cualitativo de sus estructuras productivas. Corea del Sur, China o Taiwán, son países que pasaron de ser proveedores de materias primas sin procesar y de ocupar una mano de obra sin cualificar, a ser motores de las Cadenas Globales de Valor, para lo cual han desarrollado un sólido plan de inversiones en educación, ciencia y tecnología. Han sido constantes y han sido persistentes, en otras palabras, son consecuentes en la relación entre lo que declaran y lo que hacen. Eso no ha sucedido en Colombia.

 

 

 

 

Colombia competitiva: algunas tareas pendientes.

Hace pocos días estuve revisando el informe de competitividad de Colombia 2012-2013 y comparaba algunos de sus datos con los retos que hemos destacado en este blog y que tienen que ver con la incursión de nuestras empresas en las cadenas globales de valor. La conclusión a la que llegué es que hay varias tareas pendientes y, en esta ocasión, deseo centrarme en un par de ellas que tienen que ver con la AGREGACION DE VALOR A NUESTRAS MERCANCIAS, a partir de una estrategia de largo plazo.

El problema: des-sofisticación de nuestra oferta exportable.

Según el informe del Consejo Nacional de Competitividad, este país arrastra una tendencia de varios lustros que nos lleva a la época jurassica: cada vez dependemos más de las exportaciones de commodities.

Fuente: diseño propio con datos de CPC 2012. Esta gráfica señala como en una década, el país ha incrementado la dependencia de sus exportaciones de materias primas. No sólo exportamos más hidrocarburos, sino que, en cualquiera de los niveles de tecnología -alta, media o baja- ha caído el grado de sofisticación de nuestros bienes.

Como lo hemos señalado en los artículos anteriores, el comercio mundial se mueve a través de cadenas globales de valor. Evidentemente, los datos presentados muestran que nuestra economía tiende a moverse hacia los últimos eslabones de esta cadena: abastecemos de combustibles a las factorías de países industrializados y de exitosas economías emergentes.

Fuente: diseño propio con datos de CPC 2012. Esta tabla muestra como economías exitosas, como Corea, tienen 85% de exportaciones manufacturadas con tecnología de nivel alto, medio o bajo. Incluso España, en medio de su crisis, exporta 3/4 de bienes manufacturados. Además, vecinos nuestros como México han reducido sustancialmente su dependencia de exportaciones de materias primas.

Algunos analistas podrán considerar que nuestra estrategia, centrada en la locomotora de la minería, tiene sentido, puesto que la demanda básica de energía depende de los hidrocarburos y eso es lo que estamos exportando. Sin embargo, ni tenemos reservas de petróleo para varias décadas, ni vamos en la dirección de las exitosas economías emergentes.

Un par de tareas sin realizar: educación e innovación.

El caso es que llevamos ya varios años culpando a la revaluación o a la firma de TLC por los problemas de competitividad de nuestras empresas, pero evadimos los problemas de fondo: la ausencia de políticas domésticas que creen condiciones para que en el mediano y largo plazo el aparato productivo pueda tener fortalezas en materia de productividad, innovación y sofisticación de los productos y servicios.

Una de estas tareas pendientes es el fortalecimiento del sistema de educación básica y media. En Colombia hay un problema que va mas allá de la cobertura educativa y es la poca importancia que se le da a tener una planta docente de alta calidad: ser maestro en Colombia no da reputación, ni dinero, contrario a lo que sucede en Finlandia, Corea o Singapur.

Esta tabla nos señala 3 grandes problemas: en las facultades de educación (licenciaturas) no se matriculan los mejores bachilleres, ésta no es una profesión atractiva ni por estatus ni por remuneración. El segundo problema es que hay más docentes que vacantes, sin embargo, estas últimas no se llenan ya que los docentes no tienen los perfiles requeridos. Por último, sólo el 20% de los profesores se presentan a procesos de evaluación para escalafonarse, lo que se asocia con bajos niveles de preparación. (Datos sintetizados del Informe Nacional de Competitividad 2012).

La educación básica tiene que ver con competencias fundamentales: creatividad, observación, pensamiento lógico, dominio de una segunda lengua, entre otros. Si no se invierte en la alimentación (consumo de proteinas) y educación de la primera infancia, la próxima generación tendrá limitaciones para liderar proyectos que mejoren la economía y el bienestar de la sociedad. Estamos hablando de limitaciones para la investigación, el desarrollo, la innovación y el emprendimiento.

Si no se toman decisiones de fondo en esta materia, nuestra economía seguirá mostrando debilidades en un indicador clave como el de las patentes:

Para cerrar: la ausencia de políticas de Estado y el marcado énfasis en las políticas cortoplacistas no permite enfrentar los retos que marcan la evolución de la economía colombiana en el largo plazo: las inversiones adecuadas que se hagan en la infancia actual repercutirán en la competitividad y el desarrollo de la economía de este país en un par de décadas. ¿Habrá clase política que esté dispuesta a mirar a lo lejos?