Incertidumbre cambiaria y escalada inflacionaria, ¿qué esperar?

Por: Giovanny Cardona Montoya (abril 10 de 2016)

 

¿Qué ha pasado?

Tal vez la última vez que el ambiente económico global fue relativamente tranquilo y con bajos niveles de incertidumbre fue el que se vivió entre 2004 y la crisis inmobiliaria de las subprime entre 2007 y 2008. Sin embargo, y aunque los países industrializados aún no emergen plenamente de la crisis, la economía colombiana -al igual que muchas emergentes- se recuperó desde 2009 y los indicadores del ambiente económico se mantuvieron saludables: baja inflación, tasa de cambio sin sobresaltos y desempleo a la baja. Pero a partir del segundo semestre de 2014 el ambiente se ensombreció.

 

¿Cuál es la coyuntura?

La coyuntura que angustia a las empresas colombianas se deriva de la fuerte caída en los precios del petróleo, el acelerado alza de la tasa de cambio y la gradual y escalonada inflación. Estas tres variables se relacionan entre sí: el bajo precio del petróleo afecta nuestra balanza comercial y reduce la entrada de Inversión Extranjera Directa -IED-, lo que ha elevado el precio del dólar, encareciendo las importaciones. La devaluación del peso eleva los costos de los insumos y demás bienes importados, lo que, aunado al fenómeno del Niño, trae más inflación.

La incertidumbre que presenta la economía colombiana se acompasa de una débil recuperación de la economía global. Europa lentamente sale de su crisis, pero sus indicadores apenas sirven para devolver una pequeña porción de los empleos perdidos desde 2008. Si bien Norteamérica muestra una economía más saludable, algunos indicadores aún no generan confianza. Adicionalmente, Japón parece haberse acostumbrado a un crecimiento precario y China sigue su tendencia de desaceleración económica. Esta situación hace prever que el mercado mundial no será el gran jalonador de nuestro crecimiento económico.

 

¿Qué esperar?

Más que un pronóstico, me propongo hacer una sugerencia: seamos prudentes con las predicciones de corto y mediano plazo. En otras palabras, no sugiero marcados optimismos, sino, ubicarnos en escenarios que se aproximen poco al ideal. Tengo dos razones para ello:

1. La economía global no parece tener bases para lograr una recuperación acelerada. Al contrario, parece que China enfrenta problemas que no podrá solucionar sin la implementación de ajustes, los cuales se relacionan fundamentalmente con la dinámica de su mercado doméstico. Tantos años de éxito inevitablemente se traducen en un crecimiento del consumo doméstico, con los consabidos riesgos de inflación y revaluación. Mientras China no enfrie su recalentado mercado, los precios de los no tranzables (vivienda y servicios personales) se alejarán de los de los bienes comercializables, provocando una crisis estructural.

Los demás países emergentes, artífices de la recuperación desde 2009, no parecen tener un mejor ambiente: México, Brasil y sus vecinos latinoamericanos se desaceleran o están en recesión. Igualmente, Europa enfrenta problemas en su modelo de integración, los cuales, aunados al tema migratorio -exacerbado por la guerra de Siria- y a las preocupaciones por el terrorismo fundamentalista, no parecen hacerle fácil el camino hacia una sólida recuperación económica.

2. La inflación en Colombia. Tengo varios argumentos para pensar que en 2016 y al menos en parte de 2017, este indicador seguirá dando dolores de cabeza. Para empezar, los desajustes climáticos no son un fenómeno coyuntural; a las sequias les siguen los temporales invernales, y el ciclo vuelve a empezar. En otras palabras, si la inflación está asociada a las cosechas, entonces, estamos condenados a periódicos ciclos inflacionarios derivados de la crisis global medioambiental.

El calentamiento globla es un fenómeno estructural y no coyuntural. Las convenciiones de Kyoto sobre calentamiento global, y ahora el Acuerdo de París, son una clara evidencia de que el desorden climático es permanente. Ahora tendremos que aprender a convivir con comportamientos impredecibles de las cosechas. Así que, si nos preocupa el fenómeno del Niño como gestor de inflación, mejor nos vamos acostumbrando.

El calentamiento globla es un fenómeno estructural y no coyuntural. Las convenciiones de Kyoto sobre calentamiento global, y ahora el Acuerdo de París, son una clara evidencia de que el desorden climático es permanente. Ahora tendremos que aprender a convivir con comportamientos impredecibles de las cosechas. Así que, si nos preocupa el fenómeno del Niño como gestor de inflación, mejor nos vamos acostumbrando.

El otro tema que está provocando inflación es el alza en los tipos de cambio. Colombia es un país que importa una amplia gama de bienes de consumo, incluso de alimentos. Bajo estas circunstancias, actualmente se están negociando las compras del segundo semestre y de la temporada navideña, lo que indica que, al margen de la evolución de la tasa de cambio en el segundo semestre, el efecto inflacionario de este dólar de más de tres mil pesos ya se hace inevitable para 2016.

Entonces, de mediano plazo la pregunta es ¿bajará el precio del dólar a finales del año?

La respuesta depende de dos factores fundamentales, el precio de los combustibles en el mercado mundial y las políticas monetarias de la FED. Con respecto a este segundo argumento no hay certezas. Después de varios años de aplicar políticas expansivas, la FED ha dejado de estimular el crecimiento económico. Elevar las tasas de interés puede ser un vehículo que mantenga una tendencia del dólar hacia la revaluación.

El otro argumento, el del precio del petróleo es más complejo aún; todo indica que su caída se explica por una combinación de razones objetivas (desaceleración económica global) y subjetivas (geopolítica y especulación en los mercados de futuros).  Si nos centramos en los argumentos objetivos, el precio del combustible parace haber encontrado piso, prueba de ello son los acuerdos que se están dando por parte productores para evitar más caídas. Ya el mercado cambiario ha empezado a reaccionar, lo que también se refleja en un dólar de 3 mil pesos, en lugar de 3.300 pesos, como estuvo hace unos meses.

Pero, lo más difícil de predecir son los comportamientos geopolíticos de los Estados y las reacciones especulativas de los mercados. La crisis de relaciones de Estados Unidos con Venezuela y Rusia benefician un petróleo a la baja; pero, los grandes productores de petróleo no convencional (en Estados Unidos principalmente) salen afectados con este combustible tan barato que hace inviables las inversiones en la nueva tecnología del fracking.

 

Conclusiones:

Probablemente el petróleo encontró su piso y el precio del dólar ya baja de su techo…pero esto no es seguro; hay demasiadas variables en juego, y no todas son de racionalidad económica.

En síntesis, invito a que nos movamos en escenarios no muy optimistas, que no finquemos nuestras expectativas en la recuperación de las variables críticas: inflación, tasas de interés o tipos de cambio; sino que construyamos presupuestos y planes de mediano plazo con base en esfuerzos propios dirigidos a la innovación, los nuevos proyectos, mayores eficiencias, alianzas estratégicas con proveedores domésticos y extranjeros y búsqueda de nuevos mercados.

 

 

 

 

 

 

El dólar comienza a zigzaguear: ¿hacia dónde va?

 

Por: Giovanny Cardona Montoya

¡Como si fuera ayer!

Quienes vivimos parte de nuestra vida en una Colombia anterior a la apertura económica, que ya lleva un cuarto de siglo, recordamos el estatuto cambiario 444 de 1967. Este, que rigió hasta 1991, nos acostumbró al crawling peg que hacía que el peso se devaluara gradual y nominalmente alrededor de las tendencias inflacionarias. Pero, esos ya parecen tiempos muy remotos.

Lo que ha pasado después de las leyes 7a y 9a de 1991, ha sido muy diferente. Particularmente desde 2002, cuando el dólar llegó a tocar el listón de los 3 mil pesos, comenzó un proceso de revaluaciones, nominales y reales, que con escasas excepciones nos acompañó hasta 2014.

(Nota aclaratoria: la revaluación nominal se evidencia cuando el precio del dólar ha bajado, y la real cuando el precio del dólar se mantuvo bajo a pesar de que nuestra inflación era más alta que la de nuestros mercados principales: Estados Unidos y Unión Europea).

¿De qué dependerá el precio del dólar en el futuro cercano?

Desde el segundo semestre de 2014 el precio del dólar ha venido en alza, lo que en principio se explica por la caída en los ingresos de exportaciones por cuenta de los bajos precios internacionales del petróleo. Sin embargo, para pronosticar el valor futuro de la divisa, no es suficiente este indicador. Veamos:

1. Factores económicos que bajan el precio del petróleo.

Sobre este punto ya hemos hablado varias veces en este blog (1) (2). La crisis de 2008 aún deja secuelas; mientras Europa no consolide su recuperación y Japón continúe estancado, los mercados emergentes no pueden asegurar en el largo plazo un ritmo acelerado de la locomotora de la economía mundial.

El caso más evidente es China, que ha venido enfriando sus calderas, instalándose en unas tasas de crecimiento cercanas al 7%, muy por debajo de sus históricas del 10-11%. Este ritmo lento, acompañado de un mayor autoabastecimiento norteamericano y de exploraciones de combustibles no convencionales por la técnica de fracking, cambia la ecuación del mercado de petróleo, conllevando una relativa sobreoferta y una consecuente caída en el precio.

2. Factores geopolíticos que afectan el precio del petróleo.

Por más que se hable de incremento en el autoabastecimiento norteamericano y de la desaceleración del la economía china, es evidente que la caída en los precios del petróleo ha sucedido muy rápido: más de 50% en unos cuantos meses. La velocidad y la profundidad de la caída dan pie a suponer que algo de geopolítica y de especulación bursátil hay en esta dinámica.

En los últimos años se han agudizado las relaciones conflictivas de Estados Unidos con Irán, Rusia y Venezuela. En el caso de Irán, Arabia Saudita es un aliado estratégico de las potencias nucleares de Occidente, ya que quiere frenar la expansión chiita en el Medio Oriente; con respecto a Rusia, la Unión Europea también es incondicional, ya que está en juego el posible acuerdo comercial con Ucrania.

Estos tres países tienen un patrón común: grandes reservas de hidrocarburos y una alta dependencia de la exportación de los mismos. Ello permite lanzar la hipótesis de que los bajos precios del petróleo pueden responder a una estrategia consciente de Occidente y de Arabia Saudita para ahogar o, al menos, presionar, a sus gobiernos.

En el caso de Rusia, el tema tiene que ver con el futuro de la unidad de Ucrania; en el de Irán están en juego, su programa nuclear y su influencia teocrática sobre movimientos fundamentalistas de la región; ello explicaría la actitud reacia de Arabia Saudita a reducir la producción de la OPEP para detener la caída en el precio. Con Venezuela el conflicto se deriva del modelo económico antineoliberal del chavismo.

En consecuencia, es posible que el acuerdo nuclear al que están llegando las potencias occidentales e Irán, y el nuevo escenario que se genera en América con el ingreso de Cuba al sistema interamericano, acompasado de un discurso menos rígido de Estados Unidos hacia Venezuela, pueden ser factores que inclinen levemente la balanza hacia una recuperación del los precios del petróleo. Quedaría pendiente la evolución de los sucesos en Ucrania.

3. La balanza de pagos colombiana y el mercado de capitales.

El vaso conductor más claro que nos trae de los escenarios mundiales a la devaluación del peso, es el comportamiento de la balanza de pagos. El primer indicador es la caída en los flujos de ingresos corrientes por la alta dependencia de las exportaciones petroleras. La segunda fuente de devaluación podría ser la reducción de inversión extranjera directa (IED), desmotivada por los mismos argumentos: no es rentable invertir en exploración y explotación de un petróleo que se vende a tan bajo precio. La IED llega a Colombia fundamentalmente a esta industria.

Adicionalmente, la cuenta corriente de la balanza de pagos colombiana tiene un componente deficitario muy fuerte, el de servicios factoriales. Desde la crisis de 2008, esta cuenta ha agudizado su déficit, ya que las grandes firmas europeas y norteamericanas trajeron sus capitales a los mercados emergentes para seguir generando ganancias, pero éstas se repatrian a sus matrices para sostenerlas.

En consecuencia, si en el corto plazo no se consolida la llegada de IED, ya sea para obras de infraestructura o por la privatización del algunas empresas, si no se diversifica la oferta exportadora -lo que dificilmente sucederá en el corto plazo- y si las multinacionales no desaceleran su proceso de repatriación de utilidades, el dólar se mantendrá costoso en el mercado colombiano.

Sin embargo, hay una variable adicional que no se puede descuidar: la tasa de interés. Tanto en Estados Unidos como en Colombia se tiene en la mira este indicador. La Reserva Federal ha dejado de estimular su economía norteamericana con tasas de interés bajas y hay ciertos indicios de que en el segundo semestre comenzará a elevarlas para controlar el consumo.

El caso es que en Colombia, la situación monetaria también se halla tensa por las mismas razones. La fuerte devaluación, algunos problemas climáticos que afectan la agricultura y los paros de transportadores, tienen a la inflación de 12 meses por encima de la meta establecida. Es probable que el Banco de La República en el segundo semestre también se anime por una medida en esta dirección.

La evolución de las tasas de interés no sólo alteraría las decisiones de inversión y de consumo, sino que, además, provocaría migraciones de capitales golondrina en una u otra dirección: Norte o Sur.

Reflexión final:

La mayoría de analistas considera que el mercado de combustibles ya tocó fondo, por lo tanto, el precio del dólar habría encontrado su techo de corto plazo (2600-2650 pesos); adicionalmente, nadie pronostica una fuerte recuperación del precio del petróleo, de ahí que se considera que la divisa hallará su equilibrio el resto de año entre 2250 y 2500.

Sin embargo, las variables económicas y políticas señaladas aún no son claramente predecibles, por lo tanto, pronosticar el precio del dólar más allá de un par de meses, no parece ser muy viable. La geopolítica y las tasas de interés mandarán señales en los próximos meses; tal vez, entonces, podramos enunciar una hipótesis de tipo de cambio hacia finales del año y el año 2016.

 

 

 

¿Devaluación del peso en el largo plazo?: variables claves.

Autor: Giovanny Cardona Montoya

Estamos viviendo unas inquietas semanas marcadas por la incertidumbre política en Turquía y Brasil, los indicadores negativos de los mercados bursátiles en el mundo y en Colombia, y una repentina tendencia alcista al precio del dólar, incluso en el vecindario latinoamericano.Ello invita a la reflexión, aunque a veces también a la especulación retórica, sobre el comportamiento futuro de la economía colombiana y global.

En este contexto, el tema que nos invita hoy a la reflexión, no con fines predictivos sino, más bien, académicos, es el de la tasa de cambio: ¿hay razones para pensar que el dólar continuará su tendencia alcista? Como  nos muestra la historia, incluso los expertos de mayor trayectoria se equivocan en sus pronósticos:

¿Con base en qué se pueden construir los pronósticos? El primer elemento de análisis tiene que ver con la estadística objetiva de ingresos y egresos de divisas: exportaciones e importaciones de mercancías (balanza comercial), flujos de inversión extranjera de corto y largo plazo, al igual que el endeudamiento externo (cuenta de capitales); remesas y producción de oro son otros dos elementos que se deben tener en cuenta. Ahora, una cosa es mirar la historia de la balanza de pagos (trayectoria de entradas y salidas de divisas) y otra muy diferente es observar los determinantes: cosechas, temporadas de invierno o verano (para exportaciones e importaciones), tasas de interés o ambiente político y económico (para movimientos de capitales).

Ahora, hay que tener en cuenta que la economía colombiana es relativamente abierta, por lo tanto, nuestra dinámica depende en gran medida de lo que pase en los mercados internacionales. En consecuencia, lo que suceda con la economía de Estados Unidos y las decisiones que tomen en dicho país el gobierno y las autoridades monetarias, explica en gran medida lo que pase con el dólar en Colombia.

En nuestro caso, la historia ha mostrado que durante la última década el precio del dólar se ha mantenido relativamente bajo: antes de las elecciones de 2002, el dólar se movía alrededor de 2300 pesos, pero 11 años después estamos por debajo de los 2000 pesos. Incluso, en aquel año, por razones coyunturales, el dólar estuvo a punto de tocar el listón de los 3000.

¿Por qué el dólar ha estado tan barato en Colombia en estos últimos 10 años?

Con mayor o menor relevancia en un momento u otro, los factores que han mantenida baja la cotización del dólar (revaluación del peso) desde 2003 han sido:

recuperación económica, aumento de exportaciones a Venezuela (hasta 2008), bonanzas de combustibles (petróleo y carbón), mejora en los precios de otros commodities como café y producción de oro.

– Mejora de la seguridad -ambiente para la inversión- que se acompaña de una apertura y privatización de empresas en comunicaciones y banca, lo que atrae capitales extranjeros.

– Crecimiento de economía china, demanda de combustibles y, por ende, aumento de la inversión extranjera en Colombia para exploración y explotación de combustibles fósiles.

– Sin embargo, desde 2008, la crisis inmobiliaria y financiera, derivada en la actual recesión y desaceleración de las economías de Europa y Estados Unidos, ha sido factor determinante del precio del dólar en el mundo: primero porque los inversionistas ante la crisis se refugiaron en los futuros de commodities y luego porque, para recuperar la ruta de crecimiento, la FED ha mantenido una política expansionista de aumento de la liquidez -oferta de dólares-.

Entonces, ¿por qué la devaluación del peso en estas últimas semanas?

Mucho se ha especulado al respecto:

¿ha sido el Banco de la República con su política de compra de dólares, acompañada de la respuesta de los Fondos de Pensiones a los lineamientos establecidos por el Ministerio de Hacienda para colocar la divisa en un ideal de 1950 pesos?

¿será la caída de nuestra industria, la caída de precios de commodities, la desaceleración en el crecimiento de nuestras exportaciones y de las inversiones extranjeras?

¿será la lenta recuperación de la economía norteamericana y la expectativa -confirmada esta semana- de que la FED cambiará su política monetaria y dejará de estimular con liquidez la recuperación de la economía?

Generalmente, una tendencia de largo plazo no se explica por un hecho aislado sino por una combinación de factores. Así que lo que pase en el futuro con el precio del dólar, seguramente tendrá relación con las variables señaladas. Tratemos de aproximarnos al futuro:

Los factores domésticos que más han tenido relación con la revaluación del peso son nuestras exportaciones de hidrocarburos y café y la inversión extranjera directa. Estas dos variables tienen futuro incierto: los precios mundiales de los commodities dependen de la sostenida recuperación de Estados Unidos y de la salida de Europa de su recesión para que China no continúe desacelerando su crecimiento. Ello mantendría alta la demanda de hidrocarburos y otras materias primas.

Ahora, la inversión extranjera focalizada en minería y sector servicios  está asociada a los precios del petróleo, al clima para la inversión y a la firma y dinámica de los TLC. En este contexto, el futuro del proceso de paz puede tener un papel importante, incluso, y esto es lo más relevante, para atraer inversiones hacia otros sectores de la economía, particularmente el rural.

La capacidad del Banco de la República de alterar la tasa de cambio está comprobada a lo largo de esta década: es sumamente limitada. Si bien su rol es útil -puede reducir cotidianamente la oferta de dólares-, no  tiene el poder económico para colocar la divisa americana en la tasa deseada. Por lo tanto, el Banco de la República podrá jugar un rol de apoyo para mantener el dólar cerca de los 2000 pesos.

Pero, el tema clave está en el exterior. La posibilidad de que la FED realmente ponga el freno a su política expansiva, depende de que los indicadores positivos de la economía norteamericana se mantengan sólidos, de lo contrario no será extraño ver al señor Bernanke dándole la mano a Obama para pasar el trago amargo dela recesión.

Por lo tanto, será la evolución del ritmo económico de la triada: Europa – Estados Unidos – Este asiático, el verdadero termómetro de la evolución del precio del dólar en el mediano y largo plazo.

La economía global en crisis: el tsunami no se detiene.

Desde finales de 2007, la economía mundial ha entrado en una crisis que parece un remolino del que no se puede salir. Sin embargo, algunos países están más cerca de la playa que otros. ¿Qué tan segura es la posición de estos países? ¿la calidad de sus salvavidas es confiable?

Hagamos una clasificación de actores y su situación presente de cara al 2012.

Grecia, España e Italia. Estos países presentan la peor situación. De hecho, la recuperación de la confianza de los mercados financieros depende de las medidas de ajuste que estos países implementen. Pero, luego de recuperada la confianza, la sostenibilidad del ajuste dependerà de los resultados que éste comience a arrojar en los meses subsiguientes. Con la aprobación del rescate a Grecia –incluida su titubeante aceptación-y las medidas tomadas por el gobierno español para evitar la quiebra, podría decirse que se ha dado el primer paso. Pero, entonces, vendría el gran reto.

Admirables economistas como los premios nobel, Krugman y Stiglitz, consideran que estas no son las medidas correctas, éste es un ajuste que desestimula la demanda. El caso es que, tomado este camino, los ciudadanos de España y Grecia (al igual que los irlandeses e italianos) están poniendo el mayor esfuerzo: disminución del empleo, del ingreso y del gasto. En consecuencia, la solidez de la recuperación dependerá de la creatividad de los productores para crear mercados donde hay bajos ingresos y de la paciencia de la población que, de ser poca, podría traducir esta crisis económica en una política. Las manifestaciones de “inconformes” por el mundo industrializado son una señal de ello.

Estados Unidos. Si bien la potencia norteamericana apagó el incendio de su crisis financiera, el aparato productivo aún no despega  a pesar de la estrategia expansiva: devaluación del dólar y aumento de la oferta monetaria. Aunque el desempleo dejó de aumentar, aún se halla muy lejos de los indicadores anteriores a la crisis. Hoy Estados Unidos tiene casi el doble de desempleados que en 2006.

En Estados Unidos la confianza no se ha restablecido, ni por parte de los consumidores ni del sistema financiero. El indicador más crítico es que el mercado de vivienda aún no se reactiva, los precios de las casas siguen estancados en el fondo, lo que hace inviable al crédito: “si no tienes una casa con un precio de mercado atractivo, no te puedo prestar dinero”, más o menos esa debe ser la respuesta de los banqueros hoy en día en Estados Unidos. Y es que el centro de la crisis aún no se ha resuelto: cientos de miles de norteamericanos tienen una vivienda con una hipoteca cuyo monto supera al valor de mercado de la casa, a pesar de que llevan varios años pagándola.

Los demás países de la Unión Europea. En general, el crecimiento europeo será lento ya que este bloque se caracteriza por un fuerte comercio intrarregional. El principal cliente de los productos europeos son los mismos países de la región. Así que mientras no se restablezca la confianza del sistema financiero y comiencen a generarse nuevos empleos, Europa avanzará a la velocidad que le permita el lastre de la crisis. Obviamente, el colchón de Alemania es superior al de sus vecinos, lo que se traduce en menores efectos para la población teutona.

Países emergentes productores de commodities. Naciones como Perú o Colombia han salido relativamente bien libradas de la crisis. Sus economías crecen, el desempleo no aumenta y la balanza de pagos se ve sólida gracias a las exportaciones de materias primas y a los ingresos de inversiones extranjeras. En parte es la misma situación de Venezuela o Argentina, aunque ellos tienen otro tipo de problemas domésticos: excesivo gasto público, inflación y ausencia de confianza por parte del capital extranjero, especialmente en el caso venezolano.

Todo indica que en el corto y mediano plazo se gozará de relativa buena salud ya que los precios de combustibles seguirán al alza por dos razones fundamentales: China sigue creciendo gracias a la expansión de su mercado interno; y la caída en la oferta de petròleo y gas como resultado de problemas políticos en Medio Oriente y Norte de África, principalmente. Pero, no hay garantía que los precios de los alimentos conserven la misma tendencia.

El reto de estos países, que es lo que hace Argentina, es tratar de aprovechar la bonanza para estimular la industria nacional. Aquí es donde no se ven claramente los esfuerzos de los países andinos. El combustible no es renovable, esta bonanza se acabará y, entonces, ¿con qué apalancaremos nuestro crecimiento futuro? Hay que direccionar el superávit y estimular nuevas inversiones hacia otros sectores, particularmente productores de bienes y servicios con alto valor agregado.

China, India y otros países emergentes fuertes en industria y servicios. Estos son la locomotora de la economía global. Dos factores determinan que su futuro cercano siga siendo promisorio: la expansión de sus mercados internos y el hecho que siguen siendo los más atractivos para la inversión extranjera. Los capitales internacionales siguen privilegiándolos para colocar su liquidez.

Sin embargo, no están exentos de problemas: China y Brasil presentan problemas de inflación y existe, adicionalmente, una fuerte presión de Estados Unidos y Europa para que China revalúe su moneda y aligere la carga comercial de los países industrializados. Vivimos en un mundo global y China no puede contar con un crecimiento sostenido de largo plazo, si sus principales compradores no salen de la crisis.

En el 2012 veremos si baja la cresta de la ola de este tsunami global.

Inflación: hablaremos de ti, ahora que nadie te recuerda

Hace 20 años, cuando regresé a Colombia después de vivir 7 años en Europa, la inflación era el tema de moda de los economistas…era el fantasma que espantaba nuestro sueño. Y había razones para ello: muchos países latinoamericanos habían acumulado “hiperinflaciones”  y en Colombia, modelo rescatable de la región, este indicador reflejaba, para 1990, 33% (ver el gráfico 1C de Juan Carlos Arango Q.). Hoy que nuestra inflación es del 4% o menos, aquello suena como una monstruosidad. Pero el monstruo duerme, no ha muerto, y hay que vigilar su sueño.

Este gráfico, diseñado por el profesor Juan Carlos Arango Q., muestra como la inflación colombiana ha caído de más de 30% al 5%. Pero también muestra el vínculo entre inflación y salarios (en este caso el salario mínimo). Si la inflación baja, los empresarios pueden tener menores costos laborales.

¿Qué es la inflación?

La inflación es el incremento generalizado del nivel de precios. Para medir la inflación, las autoridades económicas “construyen” una canasta con los bienes y servicios que más consumimos en nuestra cotidianidad. A cada bien o servicio le dan un peso relativo (ponderado) de acuerdo a su importancia con respecto a los ingresos de la población. Así, por ejemplo, tiene más peso en la canasta el arriendo de la vivienda que los paquetes de cigarrillos que nos fumamos. Entonces, le hacen seguimiento al comportamiento de los precios de esta canasta, lo que les permite medir el comportamiento de la inflación.

¿Qué produce inflación?

La inflación se puede mirar desde dos panorámicas relacionadas: la inflación a través de la oferta o la inflación por incremento en la demanda.

Llamaremos inflación de oferta a aquella que se produce como consecuencia del aumento directo en los costos de producción. O sea, cuando los precios suben debido a que los productores tienen mayores costos de materias primas (combustible costoso, metales caros, etc.), pagan salarios más altos, se les incrementan los impuestos (impuesto a la renta, predial, etc.) o se les encarece el crédito para capital de trabajo (altas tasas de interés).

La inflación se produce cuando se incrementa la demanda porque las familias aumentan su consumo (mejores salarios, más uso de las tarjetas de crédito, etc.), las empresas incrementan sus inversiones (aumentan la compra de materias primas, maquinarias, insumos y servicios), el gobierno incrementa el Gasto Público (salarios de funcionarios públicos, subsidios a la población, gasto militar, obras públicas, etc.) o el país aumenta su superávit comercial (son más las divisas que entran por exportaciones que las que salen por importaciones).

¿Es mala la inflación?

No, per se, la inflación no es mala. Que los precios suban puede ser un indicio de que hay necesidades insatisfechas, compradores deseosos de adquirir bienes y servicios, y eso podría estimular a los empresarios a producir más, lo que genera empleo y crecimiento del PIB. Hasta acá, la inflación es positiva.

La inflación es mala cuando crece de manera crónica, galopante y se halla por encima de las metas de las autoridades económicas. O sea, una inflación creciente hace más inciertas las utilidades de las empresas, empuja la tasa de interés hacia arriba y afecta la competitividad de los productos nacionales frente a los extranjeros.

Una inflación elevada se come rápidamente los ingresos de los trabajadores y los que más lo van a sentir son aquellos que ganan menos, ya que dedican casi todo su ingreso al consumo. Así, una inflación del 20%, hace que un trabajador compre 20% menos bienes y servicios en diciembre que en enero cuando le habían subido el sueldo. Y en Colombia, un alto porcentaje de la población gana dos salarios mínimos o menos (ver gráfico 21 de Juan Carlos Arango Quintero). A ellos, más que a nadie, los beneficia una baja inflación.

juan carlos arango quintero

Según este gráfico del profesor Quintero, 65% de los colombianos para el año 2000, ganaban dos salarios mínimos o menos.

¿Debemos preocuparnos en el presente?

El fantasma de la inflación está ahí. Con una economía mundial debilitada aún por las secuelas de una recesión que aún no nos abandona, donde la preocupación global es recuperar el crecimiento y estimular el empleo, el control a la inflación pasa a un segundo plano. Pero, hay señales que se deben monitorear permanentemente:

- Los precios mundiales de combustibles y productos agrícolas encarecen los costos de producción y el consumo,

Importancia de alimentos y combustibles en la inflación de la décadaEste gráfico del Observatorio Económico de la Universidad Sergio Arboleda (con datos de bloomberg) muestra que los alimentos han subido hasta en 13% (2008) y los combustibles 30% (2006).

- El creciente gasto público norteamericano y el déficit fiscal de dicho país pueden exportar inflación por exceso de gasto y, en el mediano plazo, elevar las tasas de interés cuando Estados Unidos deba salir a buscar nuevas fuentes de financiación de su déficit,

- La reacción de los demás países desarrollados para enfrentar la tendencia de devaluación del dólar. Incluso el riesgo de una guerra comercial (proteccionismo) que traería nuevos vientos inflacionarios (escasez de productos por tener el mercado cerrado),

- La tendencia deficitaria de los gobiernos colombianos, que provoca endeudamiento público; algo semejante a lo que se presenta en Estados Unidos, pero en menor magnitud.

Los empresarios no se deben alarmar pero tampoco descuidar. Cuando el Banco de la República tome medidas antiinflacionarias será antes de que la inflación esté a la vista; la banca central opera con radar y ve a lo lejos.

12