A 30 años de la caída del Muro de Berlín: Gorbachov en su laberinto.

Aún tengo frescos los recuerdos de aquellos días. Lo de noviembre de 1989 fue una ficha de dominó empujada por otra que se movió en Polonia…y no sería la última: faltaba la de Moscú.

Con el tiempo, los relatos históricos tienden a ser más generalistas y a omitir los detalles de los hechos que se estudian. Cada año, al rememorar los hechos, revive la admiración mundial por Gorbachov, por Kohl y por el pueblo alemán, y todo se recuerda como un camino de rosas. Pero la realidad es más compleja y para ello es necesario retar la memoria.

muro de berlin

El ascenso de Gorbachov.

Aunque fue Polonia, con el Sindicato Solidaridad, el país que dio pie a una nueva ola de descontentos y reclamos de cambio en la Europa del Este, fue el ascenso de Gorbachov el que hizo que las crecientes protestas no terminaran como en la Hungría en 1956 o en la Primavera de Praga. El nuevo Secretario General del Partido Comunista de la URSS creo un nuevo ambiente…abrió una puerta que no se cerró ya más.

A comienzos de la década de 1980 parecía que la guerra fría se mantendría incólume. Con la muerte de Brezhnev en 1982, el PCUS mantuvo su línea de mando al sustituirlo por un “vieja guardia” como lo era Andropov; a la muerte de este último, ascendió Chernenko, otro veterano. Pero en marzo de 1985, el nombramiento de Gorbachov como Secretario General tomó por sorpresa al planeta. Casi nadie le conocía y no era un veterano de la segunda guerra mundial. Sin embargo, la Dama de Hierro de Inglaterra, Margaret Tatcher, le conoció en Londrés en 1984 e incluso llegó a insinuar que “con ese hombre se podrían negociar”.

Gorbachov abre la puerta.

Desde un inicio, Mijail Gorbachov dejó claro que su prioridad serían las reformas. El consideraba y lo remarcó en el XVII Congreso del PCUS en 1986, que el sistema socialista tenía fallas en lo político y en lo económico. La Perestroika y la Glasnost eran su respuesta a los dos tipos de fallas. Lo que es claro y quiero resaltar, es que en ese momento y – a mi concepto- por varios años, el premier soviético sostuvo que el sistema podía corregir sus errores y retomar la senda hacia el comunismo puro.

Aunque en entrevistas posteriores a 1991, Gorbachov ha dejado entrever que quiso llevar al país hacia la modernidad occidental (léase economía de mercado y régimen político pluripartidista), considero que múltiples evidencias, incluido su primer libro, señalan que Mijail Sergueievich creía en el futuro del socialismo, siempre y cuando se corrigiera el camino. Y es aquí, en su apuesta por la Perestroika, que se abre la puerta hacia la caída, no sólo del Muro de Berlín, sino de todo el mundo socialista y, además, de la disolución de la URSS como país.

gorbachov

La Perestroika se tradujo en apertura política, en generación de debates, en democratización de la sociedad. Tuve la oportunidad de vivir esos momentos en las aulas de clase, en las calles de Kiev -en Ucrania-  y a través de los medios de comunicación soviéticos. Se inició un debate inesperado, los profesores comenzaron a expresas posiciones diversas, mis compañeros de aula, checos, soviéticos y polacos, se comenzaron a distanciar de las posiciones oficiales de sus gobiernos. En la televisión, las visitas de Gorbachov a las fábricas y a los koljoses se traducían en debates en los cuales los trabajadores expresaban sus quejas e insatisfacciones. Era algo que no se había visto en décadas.

En consecuencia, el pensamiento monolítico del partido comunista se desmoronaba, la multiplicidad de ideas comenzaban a surgir, a velocidad de tortuga al inicio, pero con los años, cada vez más aceleradamente. La población y los políticos empezaron a dividirse: inicialmente muchos apoyaban a Gorbachov y sus reformas, otros lo consideraban un traidor (con Ligachov a la cabeza, dentro del Comité Central). Pero una tercera corriente comenzaba a surgir: la que consideraba que lo que Gorbachov estaba haciendo eera poco, que era necesario derrumbar el sistema, derrocar al PCUS.

Gorbachov es arrasado por el carro de la historia.

Los cambios democráticos de 1988 en Polonia fruto de las huelgas que lideró Lech Walesa del sindicato Solidaridad y la ebullición de movimientos sociales en Hungría, Checoeslovaquia y en la misma Unión Soviética, hicieron difíciles los planes iniciales de Gorbachov. Con cierta vocación de caudillo (como sus antecesores), Gorbachov intentó guiar a su pueblo en la dirección que él consideraba correcta. Pero la Glasnost trajo consigo el despertar político de los ciudadanos. Sucedió lo esperable: el pueblo  se dividió, y las posiciones se ampliaron y se hicieron más y más intransigentes.

Los cambios económicos comenzaron a dar resultados contradictorios. Los ajustes estimularon la iniciativia particular (negocios familiares sin emplear trabajadores externos) pero a la vez comenzaron a escasear los bienes de los anaqueles de los supermercados. Los soviéticos que vivian una relativa tranquilidad en lo referente a los abastecimientos básicos, comenzaron a recordar los duros tiempos de décadas anteriores: el desabastecimiento.

Alcancé a vivir en parte esta situación entre los años 1989 y 1990. Mi condición de extranjero me generaba ciertas ventajas por los viajes esporádicos que hacía a Occidente – Alemania e Italia principalmente- pero igual, notaba como las filas comenzaban a hacerse más largas, más recurrentes y más inútiles.

El deterioro en el abastecimiento comenzó a jugar en contra de Gorbachov. Cada vez más veteranos comenzaron a considerarlo un traidor, culpándolo por el desabastecimiento, aunque muchos expertos esgrimian que éste también era consecuencia del sabotaje de enemigos de la Perestroika. Pero, los que lo apoyaban en sus reformas también comenzaron a abandonarlo, ahora reclamaban que los cambios fueran más radicales, se distanciaban del partido comunista y de la economía planificada. Pedían reformas más contundentes. Y esto empezó a hacer mella en el mismo líder.

Recuerdo los debates por televisión del Congreso en el otoño-invierno de 1989. Ya habían diputados independientes y las decisiones no se tomaban por unanimidad (fue increible poder ser observador en primera fila de ese momento histórico). En dicha época comenzaron a hacerse propuestas para que el sistema política permitiera la aparición de nuevos partidos, pero Gorbachov se opuso con vehemencia. Aliado con la vieja guardia, el presidente soviético derrotó la iniciativa.

Sin embargo, la velocidad de los cambios fue cada vez mayor. Increiblemente en la primavera de 1990, fue el mismo Gorbachov quien presentó la propuesta de un sistema multipartidista. En ese momento comprendí que el sueño de Mijail Sergueievich de aplicar correctivos al sistema había desaparecido. El cambio de 180 grados se veía inevitable.

A finales de 1990, Gorbachov era un ídolo mundial pero a la vez uno de los políticos más desprestigiados de la URSS: los reformistas lo tildaban de lento, la vieja guardia lo consideraba traidor.

La caída del Muro de Berlín sobrevino a los cambios en Polonia, posteriormente se levantaron los pueblos checo y eslovaco, los búlgaros y los rumanos (estos últimos con un sangriento balance). Incluso, la URSS comenzó a desmoronarse con Gorbachov en el poder: Estonia, Letonia y Lituania alzaron vuelo.

El primero de enero de 1992 Gorbachov era un desempleado. Su país había desaparecido en la noche de año nuevo.

 

 

Muere el último ícono del socialismo del siglo pasado.

Este 25 de noviembre no sólo murió el líder de la revolución cubana, también lo hizo el último representante del socialismo tal y como lo entendieron Lenin y sus seguidores en 1917. Con la muerte de Fidel Castro también se aproxima el final del centenario modelo bolchevique de revolución socialista. Continuar leyendo

El fin de la utopía en Cuba: camino hacia la economía de mercado

A mediados de marzo tuve la oportunidad de visitar la mayor de Las Antillas. Durante una semana pude echar un vistazo a Cuba, país que no visitaba desde 2007 pero que he podido recorrer varias veces en la última década. Y, como a la mayoría de la gente, me llama mucho la atención su sistema económico socialista. La experiencia vivida parece ratificarme lo que muchos creen ver venir desde hace varios años: la caída del sistema de economía planificada y la incursión plena de la isla en el mercado capitalista. Así que voy a explicar como percibo la evolución de la economía cubana.

El modelo económico socialista se ha centrado, en casi todos los países donde se ha experimentado, en la propiedad estatal y las cooperativas. El mercado, como manifestación espontanea de la oferta y la demanda, es remplazado por la planeación estatal, la cual regula la producción y el abastecimiento de bienes y servicios.

Hasta 1990,  los cubanos gozaron de una visible comodidad económica, reflejo de los relativos éxitos del modelo pero, especialmente, de las privilegiadas relaciones económicas que sostenía el país con sus aliados de Europa del Este y la Unión Soviética. Pero, la caída del muro de Berlín y del comunismo en la URSS desnudaron las debilidades del sistema económico cubano: el desabastecimiento de combustibles –históricamente provistos por los soviéticos en condiciones altamente favorables- y la pérdida de un mercado estable para sus exportaciones no manufacturadas o de industria liviana –particularmente el azúcar- demostraron que el país en 30 años de revolución no había construido una economía suficientemente sólida para interactuar en un mundo globalizado.

El llamado “período especial” que inspiró las políticas del gobierno para enfrentar la advenediza crisis (década de 1990) no mostró mayores avances. Sólo cuando el país abrió las puertas a la inversión extranjera, especialmente en el sector turismo, y flexibilizó el régimen de remesas –cientos de miles de cubanos viven fuera de la isla- comenzaron a sentirse los alivios. Sin embargo, en términos generales, lo que se evidencia es que 50 años de revolución socialista no lograron consolidar una economía competitiva y justa. No conservaron los logros del capitalismo anterior a la revolución (productividad, eficiencia, calidad), ni se logró superar a la economía de mercado en materia de equidad en la distribución: hoy en Cuba hay ineficiencia en el aparato productivo y escasez de bienes y servicios para un importante número de cubanos.

¿A qué me refiero? La idea era crear un sistema económico más justo, con más equidad. Y, sin hablar de la historia, sino remontándonos a la situación presente, está pasando todo lo contrario; se evidencia que se está gestando una reorganización de clases: los pobres que cobran su salario en pesos cubanos y los no-pobres que utilizan el CUC como moneda para sus pagos. El CUC es una moneda convertible a dólar que pueden utilizar cubanos o extranjeros para hacer sus compras en el mercado de divisas: taxis, hoteles extranjeros o mixtos, tiendas privadas o mixtas, etc. Hoy en Cuba hay una amplia dotación de bienes y servicios. Pero, sólo los cubanos que tienen acceso a las divisas pueden comprarlos.

¿Y quién puede acceder a los CUC? Todos los cubanos que tienen familiares en el extranjero y aquellos que trabajan en áreas relacionadas con el exterior: médicos, militares, docentes o artistas que viajan a otros países y los empleados del sector turístico, son la nueva élite económica cubana. Ellos tienen un ingreso  en CUC que les permite resolver sus necesidades y disfrutar de la nueva ampliada oferta de bienes y servicios.

¿Qué pasa con el resto de la población? Obreros, funcionarios rasos, campesinos o maestros de escuelas, que no tienen un trabajo relacionado con el CUC, que cobran salarios entre 250 y 1000 pesos cubanos (entre 10 y 40 dólares), sólo pueden comprar aquello que les ofrece el sistema de economía planificada. Si bien el acceso a la educación y la salud sigue siendo gratuita, la calidad y cantidad del transporte público es deplorable, las viviendas se deterioran por falta de mantenimiento, a la vez que el abastecimiento de alimentos e implementos para el hogar en el mercado de pesos cubanos es cada vez más precario. Hoy la subsistencia básica es imposible si un cubano no puede acceder al mercado del CUC.

En conclusión, las reformas que se están implementando están alivianando la situación de millones de cubanos, los del CUC, pero la calidad de vida del resto del país se deteriora porque su salario no permite acceder al bienestar que está surgiendo.

Crece la inequidad, pero lo hace de la mano de la baja productividad. La realidad última es una: en Cuba hay empleo para toda la población pero no hay trabajo. Esto no es un juego de palabras, es una realidad. La gente tiene empleo, pero la organización social del trabajo es perversa, las personas asisten a sus oficinas o fábricas pero ocupan su tiempo con una improductividad pasmosa.

Seguramente las reformas de los próximos años incluirán más libertad de mercado y privatizaciones, pero también desempleo para poder ajustar las cargas, reducir costos y reformar las empresas que sobrevivan. La inversión extranjera, que ya opera exitosamente en la isla, especialmente en la industria del turismo, mostrará el camino. 

Reflexiónes finales:

Los logros de Cuba en materia de medicina y educación son innegables, además son necesarios. No tienes una economía competitiva con una población sin salud y con bajos niveles de formación. Pero, esto, si bien es necesario, no es suficiente. El modelo de gestión socio-económica debe ser eficiente para que la organización de la producción cree la riqueza que se requiere para la población. 

Peor, si bien el bloqueo estadounidense a la economía de la isla fue por décadas un gran lastre para que el gobierno sacara adelante sus políticas económicas, la realidad es que medio siglo ha sido más que suficiente tiempo para que el partido comunista cubano demostrara su capacidad de gestión y consolidara el modelo de economía planificada. No lo ha logrado. Seguramente los nuevos líderes mirarán a China y a Rusia para escoger el nuevo rumbo de la economía cubana.

 

VI Congreso del Partido Comunista Cubano: ¿crónica de una muerte anunciada?

Estamos presenciando la penúltima escena del final del llamado mundo socialista (Corea del Norte deberá ser el epílogo). Lo que sucede en Cuba en los últimos años, desde que Raúl Castro tomó las riendas del país, y que se ratifica con los resultados del VI Congreso del Partido Comunista Cubano, no sólo es la continuación de un proceso que se inició en Polonia hace ya más de 25 años, sino que es, en gran  medida, la repetición de lo que ya sucedió en la URSS y Europa del  Este.

Dice Raúl en el VI Congreso del PCC, “La actualización del modelo económico no es un milagro que pueda obrarse de la noche a la mañana…pues es mucho el trabajo de detalle, planificación y coordinación, tanto en el plano jurídico como en la preparación minuciosa de todos los que intervengan en su ejecución práctica.”

Y, luego complementa: “También será necesario desarrollar una intensa labor de divulgación a la población sobre cada medida que vayamos adoptando y al mismo tiempo, mantener los pies y los oídos bien atentos y pegados a la tierra, para superar los obstáculos que encontremos…”

La primera cita es lo más parecido a la PERESTROIKA –reestructuración- de Gorbachov y la segunda es su complemento: GLASNOST, o sea, transparencia de lo que se hace y comunicación directa y abierta entre el partido y los ciudadanos.

Para continuar con las analogías, recordemos que la Resolución sobre los Lineamientos de la política económica dice, en uno de sus apartes: “Los Lineamientos definen que el sistema económico que prevalecerá continuará basándose en la propiedad socialista de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción, donde deberá regir el principio de distribución socialista “de cada cual según su capacidad a cada cual según su trabajo”.

Todo se asemeja a lo sucedido en la URSS de Gorbachov. Reconocer que el sistema socialista está fallando, que requiere ajustes, que hay ineficiencias, que no todos están haciendo las tareas, etc., etc. Igualmente, se habla de democratizar el proceso, de “mantener los oídos bien atentos”. O sea, que la población se involucre, que participe de las reformas.

Y todo esto en pro de la preservación del socialismo. Pero la realidad histórica ha sido otra y no se ven razones para pensar que en Cuba será diferente. El carro de la historia lleva a Cuba, del No Capitalismo (Socialismo sería mucho decir) a la Economía de Mercado nuevamente. En la medida que se estimule la iniciativa particular, que se pierdan subsidios y empleos en el Estado y que se abran –aunque sean tímidos al inicio- canales para que la gente se exprese, se fortalecerá la oposición, surgirán miradas alternativas y nacerán nuevos intereses.

Cuando Gorbachov comenzó las reformas lo hizo con la intensión de enderezar el camino, de aplicar correctivos y continuar el camino del socialismo. Pero, los errores tienen su origen en las decisiones iniciales o muy arraigadas: forzar la socialización de los pequeños empresarios y campesinos, verticalizar las decisiones al interior del PCC -de arriba hacia abajo-, cerrar los canales de participación ciudadana por fuera del Partido Comunista y, tal vez lo más importante, no cumplir el principio “de cada uno según sus capacidades, a cada uno según su trabajo.”

Fuente: http://www.zonu.com/cuba_maps/Cuba_Economic_Activity_Map_2.htm

El cubano promedio está agotado de trabajar y no sentir que se le remunera adecuadamente. Las personas que tienen familiares en el exterior o que viajan al extranjero o que interactúan con turistas y empresarios capitalistas tienen un mayor acceso a bienes y servicios que el resto de la población y, por ende, una mejor calidad de vida. En cambio, el trabajo de las empresas del sistema socialista es,  en general, no productivo, y, en consecuencia, la remuneración es insatisfactoria.

El sistema no está estimulando la producción eficiente, y para corregir esto, recurre a la iniciativa privada, vuelve los ojos sobre su “viejo enemigo”: el individualismo, la economía de mercado y, así no lo reconozca hoy, la propiedad privada. La caravana comienza su camino de retorno.

Cuba no le aportó nada nuevo a la aventura socialista de Europa del Este, fue un caso más. En los 20 años que tuvo que navegar en solitario no aportó elementos nuevos a la “utopía de la humanidad” y todo indica que ahora recorre el mismo camino hacia el Capitalismo.

Todo esto parece ser… la Crónica de Una Muerte Anunciada