Talleristas de Prensa Escuela narran su experiencia en la Parada Juvenil de la Lectura

Recordar en la noche más bonita del año

Eran las 10, pero la noche se sentía muy joven. El centro de la pista de la Unidad Deportiva María Luisa Calle se llenaba de curiosos caminantes y los reflectores desde las graderías hacían sentir como si las horas no pasaran.

“Un viaje en el tiempo”, eso fue lo que escribimos en el tablero de las afueras de la carpa, y lo que le prometimos a todos los que, animados, fueron ocupando un lugar en el piso.

Quién asegure que no le dan nervios ver a un montón de desconocidos, de edades variadas, expectantes por lo que uno, otro desconocido -incluso menor en años- tiene para decir y proponer, está diciendo mentiras. Ver la carpa llena me dio un fresquito en el corazón, pero también me lo puso a mil.

Cuando la conversación sobre los  recuerdos empezó, comencé a caer en cuenta que aquello que producía nervios, era lo mismo que hacía del taller un espacio mágico: propiciar la palabra en el otro, proponer una conversación entre personas, barrios, posiciones políticas, generaciones diferentes. Este año el tema, o la excusa, fue la memoria. El objetivo, como siempre, fue el encuentro.

Entre lo vivido en la ciudad y el descubrimiento de su pasado se nos fueron los minutos, ¡qué corto es el tiempo cuando un montón de extraños se divierten a la vez! Al final, en la noche más bonita del año, nos quedaron las evidencias de que lo que se siente no se olvida, y de que recordar es, de alguna forma, resistir a la muerte.

María Camila Rendón

Estudiante de Comunicación Social y Periodismo

Universidad Pontificia Bolivariana

Tallerista Prensa Escuela

 

Entre la memoria y el olvido

Seguramente Borges fue capaz de intuir que el olvido equivale a la muerte y por eso sentenció: “ya somos el olvido que seremos” para dar a entender que quizá lo que somos hoy no será recordado por nada ni nadie; y no es que sea fatalista, pero llegará un punto en el tiempo donde no seremos memoria.

El fin de semana pasado donde se celebró la Parada Juvenil de la lectura pudimos vencer el olvido recordando esos lugares de Medellín que hicieron parte de la historia de nuestros antepasados y de los cuales muchos de nosotros no tenemos ningún recuerdo: el Teatro Junín o el antiguo Tranvía, por ejemplo, pero que muchas veces por la costumbre o por el despiste dejan de ser significativos como el edificio Coltejer o el mismo Metro que diariamente moviliza a miles de personas en el Valle de Aburrá .

La noche del sábado, entre risas, cantos, libros y muchos jóvenes, realizamos un pequeño viaje en el tiempo para recordar o conocer lugares mágicos y simbólicos de la Eterna primavera y en los cuales hemos sido, somos y seremos.

Esta ciudad está llena de historia, por eso las páginas de El Colombiano fueron propicias para conocer y salvar del olvido. El Taller fue simplemente la excusa para un encuentro donde los protagonistas – lugares y monumentos – nos cedieron su importancia para dejarnos vivir en ellos momentos mágicos, divertidos y por qué no, también trágicos, momentos que al fin y al cabo son parte de nuestra propia existencia; por eso antes de ser olvido, quisimos hacer memoria.

Jeiner Rojas

Tallerista

Escuela de Educación y Pedagogía

Universidad Pontificia Bolivariana

 

 

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