“La escuela del mundo al revés”

Valentina Bustamante Cruz
Estudiante de Comunicación Social y Periodismo de la UPB

Este trabajo académico fue escrito para la clase de Comunicación y Educación que orienta el profesor Juan Carlos Ceballos Sepúlveda, basado en la lectura del artículo de opinión “La escuela del mundo al revés” de Oscar Henao Mejía,  publicado en El Colombiano, el viernes 14 de agosto en la página 4A.

El mundo de la vida y el mundo de la escuela

Cuando el autor afirma que su concepto de pedagogía lo distancia de la posición que establece el Ministerio de Educación acerca de la duración de las horas de clase, hace evidente su postura pedagógica-social frente a la educación. El Ministerio de Educación considera que la intensidad horaria de los alumnos dentro de las aulas de clase es lo primordial.

El autor afirma que tal enfoque se distancia de los objetivos fundamentales de la escolaridad, porque entonces se deja de lado el fondo: el sentido y la sustancia de la clase, para dar paso a la forma: el número de horas en que un alumno está sentado en el aula.

Para Oscar Henao debe primar la calidad sobre la cantidad. Así, pone en entre dicho el modelo pedagógico conductista que se ciñe a los objetivos, al ensayo-error y a la rigurosidad de los métodos por encima de los procesos, en el que se busca alcanzar unos resultados sin prestar atención al proceso pedagógico de los alumnos.

Prensa Escuela EL COLOMBIANO en la VI Parada Juvenil de la Lectura.  Tomada por: Andrés Mauricio García. Año: 2014

Prensa Escuela EL COLOMBIANO en la VI Parada Juvenil de la Lectura. Tomada por: Andrés Mauricio García. Año: 2014

El autor defiende que, en su experiencia escolar, recuerda con mucha más fidelidad aquellos aprendizajes que se dieron por fuera del salón de clase, en el que la vida y la academia se fusionaron para dar paso a un aprendizaje más lúdico y pedagógico.

De esta forma, nuevamente expone su inclinación por el modelo pedagógico-social que mezcla el mundo de la escuela con el de la vida y que busca desarrollar las personalidades de los alumnos en torno a las necesidades sociales, pues se conectan los contenidos con la vida.

Afirma que las experiencias pedagógicas exitosas demuestran que la dedicación a las clases no es de esencial importancia, que deben primar los espacios abiertos a la investigación y al diálogo, por encima de las rigurosidades metódicas.

La tradición disciplinar de la escuela no tiene cabida en estos nuevos métodos, que lo que buscan es una experiencia dotada de vida, de sentido de realidad y que promociona el encuentro con el otro y la libre expresión.

Hay entonces un cambio de paradigma que estriba sustancialmente desde el modelo pedagógico tradicional, estructurado sobre las bases del enciclopedismo, de la transmisión de información y del maestro como poseedor de la verdad hacia un modelo social que se estructura sobre las bases del descubrimiento y la experimentación, la construcción colectiva del conocimiento a partir del diálogo y el maestro como facilitador y acompañante del aprendizaje.

Henao Mejía afirma que la figura que dota al maestro sólo de facultades para dictar clases y no salir del aula, es lo que empobrece la práctica educativa. Es por esto que considera que la discusión de las horas de clase debe comprometer no solo un asunto de forma sino de fondo. No son cuántas horas están los alumnos en el salón de clase sino cómo están siendo aprovechadas esas horas.

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Prensa Escuela EL COLOMBIANO en la Octava Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín. Tomada por: Andrés Mauricio García. Año: 2014

Lo que el autor defiende es la riqueza de las enseñanzas adquiridas por fuera del aula de clase: en los descansos, en las horas lúdicas, en los encuentros sociales.

Esto también debe tenerse en cuenta al tratar de imponer métodos rigurosos que reduzcan la creación y construcción colectiva del conocimiento.

Estudiamos en comunidad, porque es deber de la escuela y de los colegios enseñar a los seres humanos a desenvolverse en presencia de otros individuos.

En este sentido la escuela continúa tomando bases del modelo pedagógico desarrollista, en el que se necesita una participación activa de los profesores y los alumnos, quienes deben interactuar para crear, criticar y reflexionar en torno al conocimiento.

Las clases magistrales, en silencio y estrictamente individualizadas, no colaboran al desarrollo de este objetivo primigenio de los colegios.

El sentido de la escuela no debe entonces reducirse a los trabajos dentro de las aulas, sino ampliar los horizontes prácticos, para así, ampliar los horizontes conceptuales de los estudiantes, sólo así permite crecer en aprendizaje y en sociedad.

El conocimiento es ahora la materia prima que el medio exige de los nuevos profesionales. Por esto, es deber de la escuela enseñar, no a seguir instrucciones (modelo conductista) sino a pensar (modelo desarrollista).

La formación integral de un hombre que construya su propia vida, reflexione su entorno y su naturaleza, debe ser el principal objetivo de las estrategias pedagógicas en estos nuevos tiempos.

La escuela debe ayudar a la formación de individuos propositivos, que estén en capacidad de afrontar nuevos retos y abrir su mente a nuevas experiencias.