​Por: Jonny Sampedro

@Jonnysampedro

Este es Rubén junto a su esposa e hijo. Foto cortesía

Miles de hinchas de Atlético Nacional se desplazarán a Japón en los próximos días para ver a su amado equipo en el Mundial de Clubes. Allí se encuentra Rubén Darío Narváez, quien por medio de un popular grupo en Facebook se ha encargado de aportar información a todos los viajeros sin nada a cambio. Su propósito es que sus compatriotas se sientan cómodos en una cultura extraña, y que se unan fuerzas para que el “Verde” sea campeón orbital.

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“El frío es tremendo”, asegura Rubén al otro lado del mundo. La temperatura bajó de 22 a 11 grados centígrados y ese cambio tan drástico, de un día a otro, lo tiene desesperado. En sus 22 años de estadía en Japón es de las pocas cosas a las que aún no se acostumbra, y de las que asegura, “tendrán que cuidarse mucho los amigos que vengan”.

Es otra de sus tantas sugerencias. Consejos que tiene por montones en un grupo de Facebook llamado Atlético Nacional Japón, que ya cuenta con más de 1.100 seguidores, y que se ha convertido en sitio de consulta para los desesperados aficionados verdolagas, que poca idea tienen de un país totalmente opuesto al suyo.

Nacido en pleno centro de Medellín, en Sucre con La Playa y se crío entre Maracaibo y Córdoba, hace 59 años, este antioqueño parece saberse todos los secretos del país asiático. A diario recibe docenas de preguntas sobre hospedaje, transporte, sitios turísticos, visado, idioma, costumbres, y todas las responde con prontitud, certeza, y respeto, aplicando a cabalidad su profesión, dado que se graduó de hotelería y turismo en el Sena.

Por las vueltas de la vida llegó a ese país. Fue en búsqueda de prosperidad, de abrir puertas y allí se quedó. Trabajó en multinacionales, en el sector de comidas, bebidas, turismo y así se la ha pasado durante estos 264 meses, tiempo que lleva sin volver a su lugar de origen.

Durante este periodo tuvo que adaptarse a los climas extremos, a los 40 grados en verano, y los menos tres en invierno. También a la soledad, a la comida, el idioma, las costumbres,  y a las estrictas normas de convivencia. Esas fueron algunas razones para que creara ese foro de información.

“Los demás objetivos de esa comunidad son que Nacional sea más conocido por los japoneses, y darle apoyo al equipo, acompañamiento y toda la energía, porque estoy seguro que nos quedaremos con la copa, y el 18 de diciembre se reescribirá la historia del fútbol colombiano”, agrega Narváez.

Ese espíritu colaborador y amigable, además del tiempo que lleva allá, le ha llevado a ser un referente de la colonia cafetera en Japón, siendo uno de los organizadores de las fiestas patrias, y un artista de danzas folclóricas que mantiene vivas las costumbres de estas latitudes en el Lejano Oriente.

“Nuestra colonia se estima son 4.000 personas. Se reúne poco por las obligaciones laborales, pero a la Fiesta de la Independencia no falta ninguno. Se ubica, principalmente, en Tokio, Yokohama, Saporo, Nagoya, y Shiba. Se divide entre universitarios, artistas, trabajadores, e hijos de colombianos y japoneses, como Jin, mi hijo, de 16 años de edad, fruto de la relación que tengo con Yuko, mi esposa”, comenta Rubén Narváez.

Este “embajador verdolaga” asegura que como su hijo hay varios chicos en igual condición, “por eso no se les haga extraño si se les acercan jóvenes de rasgos orientales, que hablen español y con la camisa de Nacional. Son como unos 30 en total los que identifico, y los que viven cerca de donde yo vivo. Tienen camisetas, gorras, y van a estar con nosotros en el estadio”, indica.

Consultado si el colectivo de compatriotas le hará fuerza al “Verde” en el Mundial de Clubes, Rubén asegura que sí, que “Nacional es Colombia en Japón, y en el mundo”, y que se verán con más concentración el día 18 de diciembre en Yokohama, “debido a que es la ciudad que nos queda más cerca, por lo que podríamos ser unos 500, sin contar los que vengan de Colombia”.

El cónsul, como ya le llaman algunos, sueña con las calles niponas inundadas de banderas, y sombrillas del campeón de América. Esa fiesta que tanto tiempo extrañó quiere vivirla al máximo: “ya fue suficiente de leer en un semanario las noticias atrasadas del equipo, como me tocaba recién llegado. Fue suficiente de ver los goles por internet y de no poder ver las finales por estar trabajando. Ahora me tocó esta recompensa y por eso quiero que esto sea inolvidable”.

Tal vez por ello insiste en el buen comportamiento de los aficionados que viajen. “Obvio que queremos ver gente contenta y festejando, ver la pólvora y ese colorido, pero todo en su debido lugar y momento. Acá hay espacios para todo, pero se deben seguir los reglamentos cívicos, ser aseados, respetuosos, tranquilos, sonreírle a los japoneses, tomarse fotos con ellos, es gente muy amable. Debemos pensar que hay que dejar en alto el nombre del país, dejar las puertas abiertas, que en todo Japón digan: ‘qué bien se portaron los colombianos’, ‘qué hinchada tan ejemplar la de Nacional’, ‘queremos que le vaya bien a su equipo y esperamos que vuelvan pronto’, esa es la imagen que debemos dejar”.

Todo esto viene al caso porque según cuenta Rubén, la gente de River Plate no se portó a la altura el año anterior. “Fumaban en los lugares no indicados, se emborrachaban en vía pública, hacían ruido durante la madrugada, orinaban en las calles, tampoco respetaban la autoridad, y no sabían celebrar”.

Indagado entonces sobre un posible festejo verde y sus formas, el protagonista de esta nota explica: “hay que saber medirse. Un sitio recomendado sería en Shibuya, al lado de la estatua del perro Hachiko, el de la película. Ese es un lugar popular e ideal para un festejo de esa envergadura”.

¿Y en cuanto a la bebida? “El guaro para el colombiano es parte de la vida. Afortunadamente aquí se consigue en una especie de estanquillo que hay de la Fábrica de Licores de Antioquia. Por intermediarios también se consigue entre 30 y 40 dólares. Ya en las discotecas latinas puede costar unos 100 o 150, entonces es bueno que traigan bastante”.