Elijo jugar así

Por: Jonny Sampedro

@jonnysampedro 

En menos de 20 días, Nacional le anotó nueve goles a Medellín, muestra del poder ofensivo. FOTO EL COLOMBIANO.

En menos de 20 días, Nacional le anotó nueve goles a Medellín, muestra del poder ofensivo. FOTO EL COLOMBIANO.


Atlético Nacional sorprende de nuevo goleando a su rival de patio, con una muestra de fútbol ofensivo, contundente, y casi imposible de parar. Así ha jugado con su equipo principal este semestre, en el que se le cuestiona el equilibrio, el regreso y jugar al límite en defensa.  

Le acepto el desequilibrio, por lo que estamos viendo en ataque. Se lo firmo aquí y ahora.  Fútbol de barrio, callejero, de colegio, como le llaman los críticos, fútbol en estado puro le decimos nosotros.

Sin conformismos, ni especulaciones. Este Nacional va de frente, sin miserias, sin piedad. Sin temores al qué pasará atrás, si meto otro hombre de ataque. Hágale que en el camino arreglamos.

Es una especie de Nacional bohemio, libre, sin ataduras, poco organizado. Juega con fuego, tienta la suerte, vive al límite. Primero la diversión, luego la obligación, dicta la orden. Un tipo de rockstar excéntrico que hace lo que quiere, y luego piensa en las consecuencias.  

Nos marcaron uno, dos goles, bueno, ahora hay que hacer cuatro. Nos están llegando y el medio se ve muy solo, no importa, se mantiene la idea, ya la tendrán que sacar ellos del fondo.

“Improbable ganar, si no asumimos la posibilidad de perder”, dice la camiseta de Juan Carlos Osorio. El mensaje no es subliminal, es claro, frentero y contundente: a esto jugará el Verde, cueste lo que cueste. A entenderlo jugadores, hinchas y prensa.

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Suena romántico, idílico, fantasioso. Imposible para los que hemos creído que sin equilibrio no se logran grandes títulos, porque así fracasó Holanda en los mundiales, y porque el fútbol está lleno de ejemplos.  

Ejemplos con el mismo equipo, técnico, e idea ante un sorpresivo Defensor Sporting, en la Libertadores del 2014. Pero era otro elenco, otros jugadores. Hubo heridas, dolor, impotencia, pero también lecciones, aprendizaje y evolución.

Hoy me la juego por este concepto. Elijo vivir así, verlo jugar de esa manera, con esa elegancia, y estética. El día que pierda sabré que intentó ganar por la mejor vía, no acobardado y pensando lo que pudo ser.      

¿Meterle nueve goles al Medellín en menos de 20 días? Ni en la época de Castillo, Jorge Ciro, o en sus peores administraciones. Esa armonía en ataque acolita cualquier error defensivo.

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Elijo sufrir un poco, para luego gozar. Acepto que Cuadrado sea figura, a cambio de ver esa sinfonía arriba. Apruebo defender contra igual número de atacantes, si me voy a sentir como hoy.

Ver esos desbordes, centros y pases atrás de Candelo. Los pases exactos, filtrados y nunca errados de Jarlan Barrera. El dribling de Vladimir, la dinámica de Muñoz, el juego colectivo de Ceppelini, el cambio de frente de Rovira, y la manera como todos ellos tiran paredes, se entienden, se conectan y lo hacen con Barcos, o Cucchi, que también sacan provecho del juego.

Todos los nombrados con gol, potencializados por un técnico que ya no juega tan directo, con el desborde por banda y el centro, sí con más elaboración. Desde hace rato no se veía un mediocampo tan productivo en ataque.

Lo de hoy entusiasma, alegra, gusta, e ilusiona. Saludos verdolagas.   

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Tun tun. Tocan a la puerta. ¿Quiénes son? Los fantásticos. Orquesta de baile y ritmo. Danza inmisericorde e imparable del verde contra el rojo. Una banda de fútbol que en 45 minutos deshizo cualquier plan táctico. Cualquier asomo de resistencia. Sí, con S. – La zurda de Jarlan tiene ese no se qué. Ese toque mágico que embelesa. Ese 7 es un 10 multiplicado por 100. Se pone el delantal, porque también es laborioso. La coge, la esconde, la lleva, la toca y… ¡Dibuje maestro! Pinturas con las que nos quisiéramos deleitar mucho tiempo, pero… – Aplausos de pie para Ceppelini. Garra y fútbol. Otro diseñador de jugadas con balones que cosen goles. Sutileza para Barcos y cántelo. Una sinfonía de mitad de cancha para arriba. Desde el varón de Rovira hasta Candelo y Vladimir. – Con esos nombres nos vamos a la guerra de mitad de cancha para arriba. ¡Ay! Porque hacia atrás es un aguacero de incertidumbres. Pareciera que acá es defendiéndonse con goles y atrás, que entre el destino y escoja. Aunque en jugadas puntuales, los de la zaga también la libran. – Baile a ritmo de orquesta. Toque, toque. Tic tac tic. Una dicha ver ese Nacional así, el que deleita el paladar del grito, la esperanza verde del alma y el abrazo físico de la felicidad… Momento, se viene el Tolima. ¿Ya es hora no? #PulsoVerdeEC #AtléticoNacional

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