Con razón Armani, hermano

Por Juan Felipe Quintero
@JuanQuinteroA72

armani-el-colombiano

Ya había olvidado cuándo fue la última vez que chuté un penal. Ni el cuándo, ni el dónde, ni el cómo. No sé si lo reventé en el travesaño, el portero lo tapó o rompí las redes y corrí a celebrar con los compañeros.

Ya me retiré del fútbol, sin estadio lleno, sin Asprilla y Zidane como estrellas invitadas, y del disfrute del deporte me queda el rol de hincha, abonado, emocionado con los títulos, los goles y las buenas jugadas, enfurecido con las derrotas, pero furia de las que se manejan en silencio: sin insultos y búsquedas de culpables. Perder y a dormir. Y pensar que en la próxima fecha cuadraremos caja.

Todo eso se me vino a la cabeza hace unos meses en la sede de Guarne en pleno campo de entrenamiento. Los recuerdos los intercalaba con la realidad presente: a mi izquierda, y en funciones de árbitro, estaba René Higuita, de gorra, de colas, de sonrisa amable. Y al frente Franco Armani, entre los tres palos, de guantes, guayos, sudoroso y listo para hacer la tarea: taparme un penal. Sí, dije realidad presente. Ocurrió.

Por un gesto de queridura de Atlético Nacional, un grupo de hinchas visitamos la sede, desayunamos con René, conocimos el proyecto deportivo con Víctor Marulanda y, de postre, tuvimos cancha, pelota y árbitro, el gran campeón de la Copa del 89, para intentar derrotar a Armani.

El argentino es un tipo amable, dispuesto, serio, sencillo. Nos apretamos la mano derecha, le di las gracias a nombre de todos ustedes por tantas alegrías, nos hicimos una foto y, tras el acercamiento emocionante, tomamos cada uno su lugar: Armani al arco, yo, en el punto del penal.

“¿Cuándo cobré la última vez un penal?” “¿A dónde lo tiré?” “¿Lo metí, lo boté?”… pensé y pensé, puse el Golty blanco, que no esa pelota roja de playa con cascabel interior con el que jugamos el semestre pasado, y al levantar la mirada vi a un monstruo. El querido Armani se había convertido en un gigante que, sin moverse, cubría un cuarto de arco.

“¿Y si le hago un gol a este ídolo? No vuelvo a dormir”. Mientras pensaba y pensaba, el gigante del frente me gritaba señalando el palo izquierdo: “Acá, nene, acá”.

45 años (aunque ese día me sintiera de 12), bluyín, botas Brahma, chaqueta de Nacional, yo, el rival del campeón de Copa de 2016, no inspiraba más que simpatía y fracaso.

Y así salió. Chuté al palo derecho, a media altura, la pelota voló, pero el gigante del frente solo con un paso lateral de tijera llegó fácil a mi intento de gloria. Con razón Armani, hermano. Con razón tus rivales en penales fallan. Deben temblar, deben dudar, te deben ver como una muralla que cubre un cuarto de arco.

Me comí el penal ante el arquero de la vida en Nacional. Y lo que sentí fue alegría, admiración, orgullo. Con razón Armani, hermano. ¡Gracias ídolo por tanto!

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1 comment

  1. Alvaro León   •  

    Que bueno encontrar en la Internet este tipo de notas. Que reconfortante leer a un hincha del verde elogiando, dirigiéndose con respeto a alguien; claro que se está refiriendo al gran Armani, ídolo de ídolos.
    Hace mucho tiempo no voy al estadio y si todos los visitantes a ese templo del fútbol que es el Atanasio Girardot tuvieran la actitud de este hincha, cada fecha en que juega el verde no habría mejor programa. Ojala las cosa vayan cambiando para que todos podamos disfrutar más de cerca de todos estos deportistas de talla

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