Por unos pesos menos

Por: May

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Se nos escapa el alma - edición: May - Foto: Julio César Herrera

Llegué a la unidad deportiva a eso de las 8:00 p.m. y el ambiente no se asemejaba a una noche de fútbol, salvo por el revendedor en silla de ruedas que me ofrecía la boleta por dos mil pesos menos que en la taquilla.

-No, Le respondí, siguió insistiendo y con un atisbo de enojo le repetí ¡no! Comprendió el mensaje y se fue rodando en su vehículo. Llegó un segundo regatón y su rebaja fue de mil pesos más, se la compré y me sentí un poco ruin por el desplante al primer medianero.

El interior tenía un aspecto diferente. Los verdes en las tribunas éramos muchos, no tantos para colmar el aforo ni tan pocos para sentir el abandono. Y aparecieron los jueces y no se hizo esperar la primera silbatina.
Salió el equipo y se escucharon algunos clap clap y nada de papel picado. La expectativa aplazó el reencuentro.
De nuevo los pitos que acompañaron a la visita, que le agradeció a sus 10 simpatizantes que con tres banderas la saludaron.

Pasaron muchos minutos del partido en los que se vio la repetida y vieja historia, el fútbol opacado por la lucha.

Dice una frase en latín: A FRUCTIBUS COGNOSCITUR ARBOR (por sus frutos conocemos al árbol). No me malinterpreten, no estoy llamando tronco a nadie pero, si algo nos ha enseñado el séptimo arte en su mayoría de producciones, es que el bien triunfa sobre el mal, al final el vaquero cabalga por la calle principal al lado de
Jessica Biel y, a este verde, desde hace varias temporadas se le extravió el alma.

Después de todos los minutos de juego, el verde consiguió tres puntos pero creo que sigue perdiendo simpatías.

Un botín pírrico frente a la disminución de su grandeza. Lo rescatable de esta visita a la cancha fue el aspecto y funcionalidad de la gramilla, apreciación a priori desde la tribuna, y la presencia del “pecoso” en la tribuna, que con su folclore me arrancó más de una carcajada; y por supuesto, el ahorro monetario.

1 comment

  1. Manuel Felipe Álvarez   •  

    Dicen comentaristas mediocres e incautos que “ganar es jugar bien”, y yo digo ¿para qué ganar tres puntos si no se logra el gozo producido por la razón de ser de una escuadra de fútbol, sus hinchas?. No hay mayor sublimidad en el triunfo si se gana y no se ofrece gusto.

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