El fútbol colombiano es mediocre, tan mediocre que Nacional hoy está entre los 8 de la Copa Mustang peleando el título que por justicia debería ser para el mejor del campeonato, pero que por culpa del sistema del torneo y por la pobreza mental y deportiva de los futbolistas criollos lo puede ganar cualquiera.
Nacional definitivamente ha cambiado. La mano del técnico argentino es evidente, aunque el equipo no juega bien del todo por lo menos se le ve otra cara. A los jugadores se les nota compromiso, algo inimaginable en esa nomina hace 3 meses.
A algunos jugadores se les ve una actitud diferente, pero otros no cambian. Mendoza pasó de ser un jugador sin sangre y problemático para el equipo a un estandarte importante en la defensa, a pesar de que sigue con la terca idea de cobrar los tiros libres. Estiven Vélez es más seguro en el fondo y Bahiano da equilibrio en la mitad de la cancha. Moreno es el conductor indiscutible del Nacional y Palomino es un verdadero guerrero en el medio campo.