Por Carlos David Palacio
@elpole

FOTO JAIME PÉREZ

Leyendo la columna de opinión de @santiagopajaro “Una terquedad que salva partidos” sentí que habíamos visto un partido muy diferente el pasado jueves en el Atanasio Girardot.

Desde mi punto de vista el cotejo empezó intenso de lado y lado, pero rápidamente Nacional se hizo al dominio del balón y no se lo prestó más a Newell’s, por lo menos en lo que fue el primer tiempo y gran parte del segundo.

No voy a decir aquí que el partido fue perfecto, es evidente que se cometieron algunos errores y que al final la suerte estuvo del lado de los criollos, pero la defensa de Nacional fue contundente al dejar completamente desaparecido a Trezeguet, el medio campo fue tan eficiente que Nacional recuperaba el balón casi siempre en terreno del rival, y que si bien faltó un poco de profundidad para definir más temprano, el balón siempre circuló en territorio argentino.

No se puede decir tampoco que esto no es gimnasia artística y por lo tanto el peso del rival o el grado de dificultad que este representa no importa. Nacional se enfrentó al equipo mejor armado para esta Copa Libertadores, a un equipo acostumbrado a tener el balón siempre que juega, hágalo donde lo haga, a atacar a todos sus rivales (lo hace con tres hombres en punta siempre), a no dejar jugar al adversario, y ayer lo vimos metido atrás, defendiéndose bien, pero así, siempre defendiéndose y buscando tal vez anotar por medio de un contragolpe.

También dice @santiagopajaro: “Este no es el Nacional de los puros criollos de los 80, así haya jugado, por primera vez en 14 años, con un onceno con pleno de colombianos. No tiene el encanto, tampoco la mística copera, esa que solo se logra jugando año tras año la Libertadores. Pero tuvo al obstinado en el banco, y al obstinado en la cancha. Y por eso ganó. No por mucho más”.

Yo con todo respeto le respondo, primero, la tradición de ese Nacional copero y encantador de los 80 del que él habla, solo jugó la Copa Libertadores dos veces en esa década, en 1982 y en 1989. Segundo, si el Nacional de hoy no es encantador entonces no sé qué lo es. Hace muchos años no veíamos en este país un equipo que tocara como este Nacional, que bailara a sus rivales como lo hacen los dirigidos por Juan Carlos Osorio, que se defendiera con tanta claridad y que acorralara a sus adversarios como lo hace el verde hoy.

Es respetable que para otras personas sea igual de importante jugar y ganarle a bolivianos y venezolanos que ganarle a rivales de peso, yo pienso diferente. Cuando uno compite en cualquier deporte o en cualquier actividad de la vida, siempre lucha para ser el mejor, por ganarle a los mejores, sea cual sea el nombre en el momento, para vencer a los que están arriba o a los que son favoritos a ganar los títulos.

No es lo mismo tampoco el triunfo de Santa Fe el martes, ni de Cali el miércoles que el de Nacional el Jueves. Nacional le dio una lección de fútbol muy bien dada de dominio de balón, de recuperación en la mitad de la cancha y de paciencia y perseverancia a un excelente equipo.

Nadie ha dicho que este Nacional es el favorito entonces, ni que ya está en la final. Simplemente que a pesar del grupo que le tocó, y que así como está obligado a pasar de ronda, sus rivales, quienes suman títulos internacionales por doquier, también lo están. El verde paisa mostró el jueves que tiene con que pelear, y los hinchas pueden tener la certeza de que si este equipo no gana la copa, habrá hecho todo lo humana y futbolísticamente posible para lograrlo.

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