Los tres sujetos, armados con fusiles, filaron a todos los trabajadores en la entrada de la finca. “¿Su patrón ya pagó la ‘vacuna’?”, les preguntaron. Hubo un largo silencio y uno de ellos respondió que no.
Los matones les apuntaron y soltaron ráfagas que derribaron a los campesinos y recolectores de tomate de árbol. Después, para remarcar el terror de su acción, arrojaron una granada que mutiló los cadáveres abaleados. El resultado fue de 10 muertos.