Cuando se firmaron los acuerdos de paz entre el Gobierno y la guerrilla de las Farc, muchos pensaron que vendrían tiempos de prosperidad para Colombia. Pero a la sombra fue surgiendo una nueva generación de rebeldes que no estaban dispuestos a entregar las armas ni renunciar al narcotráfico ni al terrorismo.
Uno de ellos fue Ricardo Ayala, alias “Cabuyo”, un joven con la guerra tatuada en la piel, que se dispuso a reconquistar los territorios abandonados por la insurgencia en el Norte del departamento de Antioquia. En su sangrienta cruzada con la disidencia del frente 36 arrasó con la paz de las comunidades y entró a la lista de los terroristas más buscados del país.