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En la esquina de un barrio de Medellín, el exministro Luis Felipe Henao se detuvo a comerse un perro caliente con unos parientes. No tenía escoltas; hace mes y medio salió de la cartera de Vivienda y consideró que ya no los necesitaba.
En la última década Henao estuvo de tiempo completo en el sector público, y por eso, dice, en los 15 días que duró desempleado aprovechó para dormir hasta las 9:00 a.m. o quedarse en la mañana en la cama, llevar a su hijo Felipe, que tiene seis años, al colegio y a fútbol, y visitar familiares y amigos con los que hace rato no tenía contacto personal.
Es que Henao, emulando un poco a su mentor, el vicepresidente Germán Vargas Lleras, no le gustó permanecer en Bogotá y desde que fue nombrado titular de esa cartera, tras la salida de Vargas para la campaña de reelección del presidente Juan Manuel Santos, visitó el 80 por ciento de los municipios del país, incluso a muchos fue cuatro veces.
“Antes de llegar al Gobierno conocía poco el país, y en lo personal me quedó esa riqueza. Recuerdo las lágrimas al entregar una vivienda, las noches en las que estábamos estructurando este proceso, que lo veíamos casi imposible, la felicidad de llevarle agua a San Juan de Urabá, iniciar la reconstrucción de Salgar en tiempo récord, o dejar casi terminado el acueducto de Quibdó”, afirma Henao.
El ahora líder de la construcción del que será el hospital especializado en cáncer más grande de Latinoamérica, proyecto de la Organización Luis Carlos Sarmiento Angulo, se crió en el barrio Campo Valdés e hizo el primer año de escuela en un colegio de Aranjuez, ambos barrios populares de la capital antioqueña.
Henao dice que llegó al sector público sin tener ni un voto y sin buscarlo. Su padre, Rubén Darío Henao, se hizo abogado de la Universidad de Antioquia y llegó a ser magistrado del recién resucitado Consejo Superior de la Judicatura; su madre fue maestra de colegio público.
Recuerda que su familia tuvo la primera casa propia cuando cumplió la mayoría de edad y que sus padres hicieron un esfuerzo para que estudiara el bachillerato en la Universidad Pontificia Bolivariana y luego viajara a Bogotá, de 17 años, para hacerse abogado en la Universidad del Rosario.
A Henao le pasó como al estudiante que gana todos los exámenes y al final pierde el año. Su ministerio fue el de mayor ejecución y aprobación ciudadana en los últimos tres años, por lo que nadie lo contaba entre los descabezados.
“Confieso que no lo esperaba, pero como funcionario uno sabe que tiene que tener la carta de renuncia lista, son disposiciones del fuero del presidente y solo tengo agradecimiento con él (...) uno se tiene que ir cuando la gente no quiere que uno se vaya”, precisa Henao.
Ahora que puede hablar de política dice que le gustaría ser candidato a la Gobernación de Antioquia: “Algunos amigos me han dicho que lo piense, pero mi familia dice que no. Si puedo trabajar por el departamento lo haré con todo el amor”.
Una vez en la universidad empezó a trabajar de patinador en la prestigiosa oficina de abogados de Jaime Lombana. Allí conoció a empresarios y personajes de la vida nacional, entre ellos a Vargas Lleras.
Cuando Juan Lozano llegó al entonces Ministerio de Ambiente y Vivienda, en el segundo periodo del expresidente Álvaro Uribe, Vargas lo recomendó como su asesor, cargo al que solo iba por seis meses. Pero luego fue nombrado secretario general y en el 2007 viceministro. Tenía 26 años y se convirtió en el más joven del gabinete. También lo fue del gobierno de Juan Manuel Santos, en el que estuvo como vice del Interior y luego de Vivienda con Vargas Lleras, antes ser el ministro de Vivienda, Ciudad y Territorio.
Por eso siente un “vargasllerista” pura sangre, y aunque dice que aprecia a Santos y que la historia luego le reconocerá su trabajo, está listo para acompañar a Vargas Lleras en su apuesta por la presidencia, incluso, si se da por fuera de la Unidad Nacional.
“Es una persona que conoce el país como nadie, que ha sido leal al presidente y tiene una institucionalidad muy fuerte, y el posconflicto requiere de eso, además de generar a los empresarios la tranquilidad de que se puede invertir en el país, y no hay otra persona que la pueda generar más que él”.
Henao resalta que, como ministro, logró cumplir la meta de entregar las 100 mil viviendas, se invirtieron 90.000 millones en el acueducto de Quibdó (que espera sea inaugurado en dos meses), y dejó agua potable en poblaciones que nunca la habían tenido, como Tadó, Nuquí y Bahía y muy avanzado en Novita, Capurganá, entre otros.
Además, dejó montado un nuevo programa de vivienda para clase media Mi Casa Ya, pero le quedó pendiente terminar un proyecto de cultura de vivienda y reconoció que queda una gran deuda con los acueductos rurales, pero cree que su sucesora, Elsa Noguera, lo podrá superar en gestión.