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El pabellón de quemados del Hospital Simón Bolívar, en Bogotá, no tiene lesionados por pólvora en sus camillas, pese a que en la capital, entre el 1 y el 26 de diciembre, se han registrado 16 casos. En el país la cifra asciende a 415.
El reporte, entregado por Luis Enrique Beleño, subdirector de Gestión del Riesgo de la Secretaria de Salud de la capital, es una semblanza de lo que está pasando en el país en la última década, salvo en el periodo 2011-2012, cuando se reportaron 1.006 casos, pues los indicadores muestran que hay menos quemados.
Las cifras de lesionados por manipular o resultar afectados por este tipo de material van en descenso. Sin embargo, no es una tendencia que solo suceda en este periodo, pues desde 2011 la curva que maneja el Instituto Nacional de Salud (INS) se mantiene a la baja (ver infografía).
Se puede decir que hay tres razones que influyen en los resultados obtenidos en el país –aunque desde el INS recomiendan no bajar la guardia–.
El primero tiene que ver con un mayor control y restricción a la compra, uso y manejo de estos materiales, que en gran parte del país tiene restricción para que sea ofrecida como si cualquier producto.
El segundo punto se basa en las campañas pedagógicas y educativas que se impulsan desde los gobiernos nacional, departamental y local, las cuales apuntan a la prevención y en explicar los riesgos a los que queda expuesto, sea adulto o menor de edad, si se atreve a manipular pólvora.
Al respecto, el médico epidemiólogo de la Alcaldía de Medellín, Fernando Montes, explica que al visibilizar los riesgos que se pueden tener si hay festividades con pólvora de por medio ha sido fundamental en estos procesos que toman fuerza en cada temporada.
Como último factor clave, tal vez el más importante, está en el cambio cultural dado por años de restricción. Ha generado una conciencia colectiva y que impacta las nuevas generaciones que ya no ven la misma atracción en la pólvora.
Francia Correa, sicóloga e investigadora de la Universidad de Manizales, señala que ahora los menores de edad tienen tendencias a mantenerse más en sus hogares, quizás guiados por el uso de aparatos tecnológicos, lo cual los aleja de las calles, donde, o podrían manipular estos elementos, o podrían resultar heridos por “el uso irresponsable de algún vecino” (ver Paréntesis).
Ante esto, el epidemiólogo destaca que “en el caso de los paisas, antes, la pólvora era parte de la canasta navideña, además de carne, natilla y buñuelos, siempre incluían un paquete de pólvora, pero ahora los padres, más conscientes, no compran estos elementos”.
En el calendario que maneja el INS se tienen identificadas tres fechas en las que más casos de lesiones por pólvora se registran. En su orden, aparecen el día de las velitas, el 24 y 25 de diciembre, y el 31 de diciembre y el 1 de enero.
Previendo esto, el Instituto enfatizó en que como Navidad y Año Nuevo hacen parte de los momentos de mayor riesgo de incremento de casos, las autoridades deben esforzarse por fortalecer sus campañas y controles. “En el último año un poco más de 400 personas resultaron lesionadas en estas fechas”, señaló INS en un comunicado.
El médico Montes concluye destacando que el trabajo, tanto de la Alcaldía de Medellín y en general de las autoridades del país, se basa en tener contacto directo con los niños, a través de “Navidades saludables”, para fortalecer la prevención del riesgo ante este tipo de productos.