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Barco, el presidente que le dio prioridad al diálogo

El Gobierno de Virgilio Barco estuvo marcado por atentados y asesinatos de figuras públicas. Inició la apertura económica y abonó la Carta de 1991.

  • ilustración johny marquéz
    ilustración johny marquéz
25 de mayo de 2016
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A Virgilio Barco (1921-97), elegido presidente un día como hoy hace 30 años, le tocó esforzarse en reaccionar ante la oleada de actos terroristas que padeció el país en su periodo, lo que le restó energía para gobernar.

Los expertos en historia política consultados por EL COLOMBIANO, coinciden en que los convulsionados días vividos en su cuatrienio imposibilitaron el brillo de su inteligencia y su proyección de estadista. Solo en 1989, uno de los años más violentos de la historia nacional, tuvo lugar la masacre de La Rochela y los asesinato de José Antequera (UP), María Elena Díaz (jueza), Carlos Valencia (magistrado), Valdemar Franklin (comandante de Policía Antioquia), Antonio Roldán (gobernador de Antioquia) y Luis Carlos Galán (candidato presidencial), por mencionar algunos casos.

El desafío del narcotráfico también dejó ese año los atentados contra los periódicos El Espectador (73 heridos), Vanguardia Liberal (4 muertos) y EL COLOMBIANO (1 muerto). Este último fue perpetrado el 10 de marzo de 1988.

En el aciago 1989 también tuvo lugar la explosión del avión de Avianca (107 muertos) y el ataque al DAS en Bogotá (60 muertos y 600 heridos). Esto si mencionar los múltiples hechos violentos entre 1986 y 1988 y los permanentes ataques del Eln a la infraestructura petrolera.

Carlos Caballero Argáez, director de la Escuela de Gobierno de la U. de Los Andes, recordó que, pese a lo descrito, Barco se caracterizó por buscar salidas negociadas a los problemas, incluso, con países como Venezuela y Nicaragua.

“Sacó adelante el acuerdo de paz con el M-19 y extendió el Plan Nacional de Rehabilitación a zonas marginadas del país, de manera especial las que sufrían el conflicto (pasó de 150 a 311 municipios). Muchas de las cosas que dejó Barco estudiadas se hicieron después, en la Constituyente de 1991”, precisó Caballero.

Por su parte Gonzalo Medina, magíster en Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia, destacó que pese a recibir una herencia enredada, inició diálogos con el movimiento armado Quintín Lame y con el Partido Revolucionario de los Trabajadores. Ambos se desmovilizaron en 1991.

Para Jorge Coronel López, coordinador de la Maestría en Gobierno de la Universidad de Medellín, sin bien el acuerdo de paz con el M-19 marcó un precedente, se le “criticó la manera como a sus líderes no se les garantizó la debida seguridad, una lección que hoy se debe recoger”.

De otro lado, el proyecto de reforma a la justicia de Barco se hundió por el “mico” que quisieron incluir los narcos para evitar la extradición.

De otro lado, Hernán Darío Gil, historiador y candidato a doctor en filosofía de la Universidad Pontificia Bolivariana, recordó que Barco acuñó el concepto “manos oscuras”, para explicar la violencia que no pudo resolver en su mandato: “tuvo una concepción inteligente del país, pero la violencia no le permitió ejercer mejor su poder”.

Legado económico

En lo económico Caballero, exdirector de Fedesarrollo, destacó la reforma tributaria de 1986, que rebajó el impuesto de renta, eliminó la doble tributación y eximió de ese impuesto a la inmensa mayoría de los asalariados del país.

Según el Banco Mundial, en el gobierno de este cucuteño, las exportaciones aumentaron del 15,6 al 22,7 por ciento del PIB. El lunar fue la inflación, que la recibió en el 20,9 % y la entregó en 32,4 %.

“Se interesó por modernizar e internacionalizar la economía. De allí que la apertura económica implementada por César Gaviria tuviera sus semillas allí”, recordó Coronel.

Gobierno de oposición

Cuando llegó al poder, luego de superar con creces a Álvaro Gómez, Barco le ofreció a los azules tres carteras, pero la colectividad decidió declararse en oposición reflexiva. El mandatario decidió jugársela por un gobierno hegemónico y nombró un gabinete liberal.

“Eso fue muy criticado, porque no se veía desde 1957, cuando inició el Frente Nacional. Fue un presidente liberal neto”, conceptuó Caballero.

Otro legado de este ingeniero civil de la Universidad Nacional, exsenador y exministro, fue la ampliación democrática con el Acto Legislativo 01 de 1986, que convocó la primera elección popular de alcaldes en 1988.

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