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Retroceso en el aprendizaje, paranoia, incontinencia urinaria, insomnio, falta de apetito, son solo algunas de las consecuencias que viven los niños después de la guerra. Así lo explicó Neila Díaz, directora de la Especialización en Psicología Educativa de la Universidad de la Sabana.
Díaz conoce los conflictos de Ruanda, Sierra Leona y Sudán, famosos por la participación de menores en los grupos armados y menciona que los menores desvinculados del conflicto sufren, además, de pesadillas frecuentes, delirio de persecución, juegos que incluyen muerte y amenaza, apatía, falta de concentración y agresividad.
“Se calcula que por lo menos en seis meses aparecen los daños psicológicos en los niños soldados. No obstante, y según estudios internacionales, cerca de un 90 % se recupera siempre y cuando el conflicto haya terminado o pasado a planos diplomáticos. Solo el 10 % quedaría con síntomas que ameritan una intervención más profunda y los que logran recuperarse tardarían, por lo menos, entre dos y cuatro años para hacerlo”, indicó la experta.
Del millón y medio de menores víctimas del conflicto armado en Colombia, según la Unidad para las Víctimas 7.931 fueron vinculados a alguno de los actores armados del país.
El Grupo de Atención Humanitaria al Desmovilizado reportó que el 15 % de los desmovilizados entre el 2002 y el 2016 fueron niños, niñas y adolescentes para un total de 4.419, y que solo en lo que va corrido de este año se han desvinculado 87 menores.
Por su parte, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf) reporta que entre noviembre de 1999 y marzo de este año fueron atendidos 5.984 menores de edad que sobrevivieron al reclutamiento; el 60% de ellos estaban en las filas de las Farc.
Y esta no es precisamente una práctica del pasado, la Coalianza contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia (Coalico) destaca en su informe de 2015 que “se identificaron 75 casos de reclutamiento, en los que participaron las Farc, el Eln” y las bandas criminales como “los Urabeños”.
“Los departamentos más afectados por esta situación fueron Caquetá, Chocó, Antioquia, Tolima y Bolívar”, según Coalico.
Una larga restitución
Restituir los derechos de los menores que han estado involucrados en el conflicto no es fácil. Ximena Norato, directora de la Agencia Pandi, asegura que los menores que se desvinculan de la guerra, bien sea porque son capturados o porque logran escapar del grupo al que pertenecen, usualmente tienen muy baja escolaridad y no tienen el mismo nivel de comprensión de la realidad.
Esta tesis es confirmada por el Programa Especializado del Icbf, cuyas cifras concluyen que el 72 % de los menores desvinculados tienen una escolaridad inferior a primaria completa.
Estos niños, dice Norato, han sido reclutados entre los 12 y los 14 años, solo han estudiado hasta quinto de primaria y tienen familias muy complejas.
“A ellos hay que tratarlos como a hijos y entender que cada proceso es diferente, de acuerdo a sus capacidades, a su historia y al contexto que los va a recibir”, advierte la directora.
De acuerdo con Norato, no es adecuado crear parámetros estrictos de atención de estos menores, por el contrario hay que tener una cantidad importante de opciones integrales para que el niño o el adolescente escoja qué quiere ser y a qué ritmo va a avanzar en el proceso de restitución de sus derechos.
Del seguimiento al éxito
A juicio de César Darío Guisao, exdirector del Icbf regional Antioquia, lo que ha faltado para que los procesos de restitución de derechos de menores desvinculados del conflicto sean efectivos es el seguimiento.
“En este momento el Icbf no cuenta con registros que además de información, generen conocimiento para interpretar cuáles cosas fallan con estos adolescentes que vuelven de la guerra”, anota Guisao.
Además, señala que no sólo hay que enfocarse en lo que hace el Icbf porque también hay una responsabilidad directa del sistema educativo, que recibe a esos menores y no tiene una oferta pertinente.
Y de otro lado, añade, están las familias y la comunidad, que muchas veces no está preparada para afrontar a un menor con un pasado violento, “esos tres niveles: Icbf, educación y familia son fundamentales para que estos menores que vayan llegando se encuentren con un futuro lleno de oportunidades”.