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Todos los días María Eugenia Maya visita un templo católico para pedir no solo por la libertad de su esposo, el exgobernador de Antioquia, Luis Alfredo Ramos, sino por los magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ).
Cada viernes vuela a Bogotá a visitarlo en la Escuela de Caballería del Cantón Norte, donde permanece recluido hace tres años, mientras la Corte Suprema de Justicia, CSJ, lo investiga por concierto para delinquir y presunta alianza con paramilitares, tras la sonada reunión de Bello, en 2004.
Ramos dijo desde el primer momento que sí asistió a ese encuentro, pero con el aval del Gobierno, y que se limitó a escuchar las dudas que tenían los jefes paramilitares sobre la Ley de Justicia y Paz.
Según sus parientes, Ramos, protagonista de una detención preventiva sin antecedentes en la CSJ, ha leído en estos tres años cerca de 100 libros, muchos biográficos, y escribe uno sobre temas políticos. Todos los días camina, escucha ópera y reza el Rosario. No desdice de su suerte porque considera que sus 40 años de vida pública hablan por él. Le afectó mucho no estar presente en el nacimiento de su segundo nieto.
“Estamos muy agradecidos con el Ejército, se han manejado muy bien con él. Lo motiva mucho la convicción de que es inocente, y los mensajes que le hacen llegar de aliento que le hacen llegar cientos de personas de toda Antioquia”, dice el senador Alfredo Ramos, su hijo mayor.
En el 2013 el exalcalde de Medellín estaba en su mejor momento. Fue calificado como el mejor gobernador del país, salió bien librado de las denuncias del Libro Blanco, de su sucesor, Sergio Fajardo, y sonaba como candidato a la presidencia en el partido que proyectaba fundar el expresidente y ahora senador Álvaro Uribe.
Según Alfredo, su papá hizo pública su precandidatura porque la escogencia iba a ser por consulta popular. A los dos días El Tiempo publicó la denuncia de otros supuestos testigos de la reunión de Bello.
“En la Corte Suprema había una investigación previa. Mi papá llevaba dos años diciéndole a la Corte que él quería dar versión libre sobre las nuevas denuncias”, afirmó el senador Ramos, hijo.
El exgobernador evaluó la información, y aunque no escatimó el daño que le hacía a su imagen, se mostró tranquilo. En menos de un mes, antes de enterarse de su orden de captura, conformó varios comités de campaña en el país.
No era la primera vez que le ocurría. Cuando era candidato a la Gobernación se hizo pública otra denuncia por presuntos nexos con paramilitares, pero la Fiscalía cerró ese proceso porque determinó que los hechos no ocurrieron.
Para Esteban Ramos, hijo menor del también expresidente del Senado, la reunión de Bello fue magnificada por quienes no estuvieron, porque quienes estuvieron, como ‘alias Ernesto Báez’, nunca dijo que de allí salió un acuerdo o apoyo, sino que fue inútil.
El 28 de agosto de 2013 le dictaron orden de captura para llevarlo a indagatoria. Al día siguiente, hoy hace tres años, se presentó en la sede del CTI en Medellín.
La familia de Ramos pensó que sería una diligencia corta, pero la CSJ consideró que era un peligro para la sociedad y ratificó la medida de detención preventiva intramural.
Apenas en mayo de 2014 le dictaron resolución de acusación y comenzó el juicio. Según Alfredo, hijo, es un proceso muy difícil, de única instancia (para los nuevos procesos la Corte Constitucional obligó una segunda instancia), donde la Corte es juez y fiscal, contrario a los procesos ordinarios.
En enero de 2015 empezaron las audiencias, porque en octubre de 2014, cuando estaban agendadas, se enfermó el magistrado ponente. Como no fueron evacuadas, la Corte citó para julio. En ese mes tampoco concluyeron y postergaron para octubre. No terminaron y retomaron en enero de 2016.
En noviembre de 2015 la Procuraduría pidió la libertad para Luis Alfredo, porque no era un peligro para la sociedad y había respetado el proceso, pero la Corte la negó.
A Ramos lo acusaron con base en cinco testigos. La defensa los denunció por falso testimonio ante la Fiscalía. Uno es Carlos Enrique Areiza (en prisión por extorsión desde 2008), que el año pasado fue imputado por falsedad procesal. Ya se allanó a cargos.
El otro es Mauricio Palacio Tejadada, que dijo que llevó a Ramos a la reunión. Está en Chile y fue imputado en contumacia por falso testimonio. Según fuentes de la Fiscalía en los próximos días será imputado en contumacia el tercer testigo alias “el Tuso Sierra”, quien nunca declaró.
Los otros testigo investigados son Andrés de Jesús Vélez y Pablo Hernán Sierra, “alias Alberto Guerrero”, quien también es testigo en procesos contra Santiago y Álvaro Uribe. Nunca se desmovilizó del bloque Cacique Pipintá, y fue capturado. “Fue condenado a 40 años. Ha hecho uso del principio de oportunidad, que tanto daño le ha hecho a la justicia, para buscar rebajas con falsas declaraciones”, agregó Alfredo, hijo.
El mes pasado se hicieron las pruebas sobrevinientes que pidió la defensa (nuevos testigos). La Corte también trajo otros nuevos testigos, que según Esteban, antes favorecieron a su papá. El principal, ‘alias Macaco’ no asistió y otro se inventó una reunión con más de 30 paramilitares, en la que supuestamente estuvieron Luis Carlos Restrepo y otros políticos. “Mi papá solo sintió pesar”, agregó Alfredo.
Ya se cerró la parte probatoria, que pudo haber concluido en octubre de 2014. Ahora vienen los alegatos de conclusión, aun sin fecha a la vista, que es una etapa procesal dentro del juicio, donde cada parte entrega un resumen del caso, incluida la Procuraduría. Luego vendría el fallo, que no tiene término de tiempo. “Si esa espera fuera en la casa, vaya y venga, pero el sigue preso, sin ver crecer a sus nietos”, lamentó Alfredo, hijo