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Así operan las becas universitarias

¿El apoyo que reciben los estudiantes becados se refleja en la excelencia académica y profesional?

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Así operan las becas universitarias
27 de junio de 2016
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¿Son las becas promotoras de la excelencia académica en la universidad?

Cuando se mira, entre las condiciones que algunos programas de becas o de créditos condonables tienen para que los alumnos que se benefician de estas estrategias puedan seguir disfrutándolas, se encuentran diferentes niveles de rendimiento académico- medido por el promedio de notas-. Cabe preguntarse entonces si realmente estos programas apuntan a incentivar a los becados al esfuerzo para alcanzar altos niveles de aprendizaje y posterior desempeño en el mundo laboral o de investigación profesional.

Existen estrategias de las universidades directamente o de terceros como la alcaldía de Medellín- Sapiencia- y el Ministerio de Educación, con la estrategia Ser Pilo Paga, que otorgan este tipo de beneficios, y todos tienen un concepto distinto en cuanto al promedio de notas exigido para continuar en él.

Promedios altos y bajos

Por ejemplo, Ser Pilo Paga no tiene un promedio mínimo. Para que un beneficiario pueda hacer parte de esta estrategia. “Se acoge a la normativa académica que la Institución de Educación Superior contempla para la promoción de un estudiante regular”, se lee en el sitio colombiaaprende.com, ya que no fue posible hablar con ningún vocero del programa, pese a la insistencia de EL COLOMBIANO a través de la oficina de prensa del Ministerio de Educación.

Caso contrario es el del programa Sapiencia, impulsado por la Alcaldía de Medellín. Dentro de los requisitos de este apoyo –también con créditos condonables– sí se exige un promedio mínimo.

Su director Miguel Silva Moyano explica que este promedio es de 3.2, y revela que comenzó diez años atrás más alto, pero se ha ido disminuyendo en aras de reducir los niveles de deserción y por lo tanto de cartera.

“En lo particular no me gusta, yo quisiera que fuera un promedio más alto, y esa es la propuesta de reforma que vamos a llevar también a debatir a la ciudad. Vamos a incrementar los promedios para la permanencia en los fondos, pero también vamos a tender la mano. Vamos a acompañar a los beneficiarios a que se nivelen por competencias”, anota el funcionario.

La preocupación de Silva Moyano va más allá de un promedio o una calificación.

A su juicio el mayor problema que deben enfrentar los estudiantes y las instituciones de educación superior con los jóvenes que comienzan sus programas es que llegan estudiantes que no están debidamente preparados para los retos académicos de la universidad y finalmente dejan a medias sus estudios. “Llegan con debilidades en lectura, en escritura, en matemáticas; y las universidades tienen un estándar muy alto, y finalmente desertan”.

Situaciones como esta han llevado a instituciones como la Universidad Pontificia Bolivariana a desarrollar un proceso mediante el cual aplican un perfil cognitivo a los estudiantes nuevos que les permite identificar las fortalezas y debilidades con las que llegan de su preparación en el bachillerato y así poder desarrollar estrategias para subsanar los vacíos.

En el desarrollo de esta estrategia, la universidad –cuenta su vicerrector académico, Álvaro Gómez Fernández– ha encontrado de manera positiva que los que mejor llegan preparados son los muchachos que hacen parte de alguno de los programas de becas o créditos condonables.

“De todos los grupos los mejor preparados son los que vienen aspirando a una beca. Son muy cuidados por sus familias, ya han demostrado buen rendimiento en sus colegios y tienen aspiración motivacional alta. Estratos 1, 2, 3 que aspiran a una universidad acreditada de alta calidad entonces vienen con condiciones particulares mucho mejores”.

En la UPB existen algunas condiciones para mantener las becas otorgadas por la universidad de manera directa a través de la Fundación. En este caso se exige que el promedio de notas no esté por debajo de 4.0. Una de las becas que otorga la Universidad es la Beca Excelencia, para el mejor promedio semestral en cada uno de sus programas, y en este caso, señala el vicerrector académico, el promedio que se observa no baja de 4.2.

Ratifica el directivo docente que aunque Ser Pilo Paga no exige un nivel mínimo de calificaciones para continuar con el apoyo a los estudiantes beneficiados, en general en la universidad el promedio de notas de estudiantes que están becados o reciben apoyo de algún tipo de plan de becas o créditos condonables no está por debajo del 3.8.

El otorgamiento de una beca puede responder a distintas estrategias o a la solución de necesidades diferentes y por eso no siempre el promedio de notas tiene que ser el más alto, aunque sí debe destacarse.

En este sentido instituciones como el Politécnico Grancolombiano, indica su vicerrectora María Ángela Mejía, tiene una estrategia de becas que incentivan la excelencia académica, y son aquellas que exigen un promedio de notas alto, superior al 4.2. También tienen algunas becas con un objetivo de promoción de la inclusión, orientada a alumnos que demuestran un compromiso con su labor académica, pero no cuentan con medios suficientes para desarrollar sus estudios. Aquí el promedio es un poco más bajo, sin dejar de tener exigencia también en el cumplimiento de sus deberes y los resultados. “Entendemos que a veces no vienen de un entorno muy favorable, entonces no podemos esperar que esta persona llegue totalmente armada en materia de competencias en matemáticas o lectoescritura y diferentes áreas del conocimiento. Lo que hacemos es darle un acompañamiento para que puedan culminar su proceso en la universidad”.

Un estudiante becado también puede ser un ejemplo y servir como detonante de la excelencia en su entorno de pares. Así lo señala Álvaro Gómez Fernández, quien ha encontrado que aquellos grupos en los que se encuentran alumnos becados tienen un rendimiento académico más alto, porque la presencia de esta persona exige también a sus compañeros a tener un nivel académico mayor al promedio.

¿En el lugar equivocado?

No solo es la falta de una mayor preparación en las competencias básicas, también en algunos casos los jóvenes que llegan a la universidad no tienen suficiente claridad de la carrera que escogieron, o incluso eligen una que no es la que querían, así que lo hacen más por la presión, especialmente del medio familiar.

“Una de las situaciones que más se presentan, además de un desfase en lo económico, es el desacierto en la elección de la carrera. Eso hay que fortalecerlo”, argumenta Alvaro Gómez Fernández, vicerrector académico de la Universidad Pontificia Bolivariana.

Al estar en la carrera equivocada, muchos alumnos terminan por salirse. “Hay varios tipos de deserción vocacional. Uno que no identificó bien el área; hay otro que se equivocó de ruta formativa (está en una carrera cuando lo que buscaba era una tecnología). Mucha gente se está saliendo de la educación universitaria para pasarse a la técnica y tecnológica”, revela el director de Sapiencia.

Esto genera a futuro un problema, porque aquellos estudiantes que pese a no estar satisfechos con su elección, terminan su carrera no van a ser realmente buenos profesionales.

“¿Qué tipo de profesionales estamos formando. Solo profesionales simplemente con contenido y conocimiento. ¿Qué pasa con sus calidades para relacionarse con el entorno? ¿Qué pasa con la creatividad? Es muy importante el promedio, pero hay que ir más allá. Además necesito que los estudiantes tengan creatividad y autoestima fuerte. Así será un emprendedor, va a tener grandes ideas. Va a confiar en lo que él cree”.

Por eso considera que los programas de becas y apoyos también deben extenderse a la formación de técnicos y tecnólogos.

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