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Por Mario A. Duque Cardozo
Imagínense un salón donde “artistas, ingenieros, constructores, y, en general, todas aquellas personas apasionadas por crear cosas, se dan cita de manera habitual para compartir y explorar conocimientos, experimentar libremente y crear cosas por sí mismos, como parte de una comunidad productiva”.
¿Qué tal les suena? Pues bien, según el Informe Horizon ese es el salón que se podría estar gestando para la educación en primaria y bachillerato.
Es el futuro, sí, pero el inmediato, porque según este informe (que es un referente mundial en tendencias TIC en educación), este modelo se hará realidad en un año o menos, en Europa, claro.
La idea de crear estos talleres creativos (o makerspaces) es “animar a alumnado y a docentes a poner en práctica sus ideas y explorar el design thinking”, señala el informe publicado a finales del año pasado.
Estos talleres, además de enseñarles a los alumnos sobre trabajo en equipo y fomentar la creatividad, les brinda a los estudiantes la posibilidad de “adquirir las habilidades empresariales aplicables en el mundo real” y con las que puedan resolver retos reales a los que se enfrentarán, tanto dentro como fuera de la academia.
Creatividad e innovación
“Hay que buscar nuevas maneras de compartir el conocimiento, de provocar la curiosidad de los estudiantes”, asegura el docente Marlon Gómez.
Es válido, entonces, dice, que con obras de Piet Mondrian se pueda explicar la geometría o la intersección de conjuntos, por ejemplo.
O convertir los celulares y las tabletas, que para muchos son el gran distractor, en herramientas de aprendizaje tan poderosas que sean aliados en el proceso formativo.
“Y si desde otras disciplinas nacen nuevas propuestas, bienvenidas en las aulas de clase”, concluye Gómez.