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Cuando el reloj marcaba las 5:31 p.m. del lunes 26 de septiembre de 2016, miles de colombianos fijaron la mirada en las pantallas de televisión. En Cartagena, con arreboles de fondo y 17 jefes de Estado de todo el mundo como testigos, la voz de una mujer anunció lo que todos esperaban: “es hora de la firma oficial y definitiva del acuerdo de paz”.
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El primero en ser llamado fue Rodrigo Londoño, quien por primera vez en un acto público no usó su nombre de guerra: “Timoleón Jiménez”. En esta ocasión era Rodrigo Londoño, vestido de blanco como todos los presentes, se levantó y agitó los brazos, dio un paso y tropezó con un escalón. Cerca de él, el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, extendió sus brazos tratando de ofrecer apoyo.
Londoño se incorporó, dio dos pasos más, hizo un nuevo amague de tropiezo y llegó finalmente hasta la mesa donde un libro blanco con las 297 páginas del acuerdo final lo esperaban para la firma.
El jefe de las Farc fue el primero en tomar el balígrafo, considerado el símbolo de la superación del uso de armas para resolver los conflictos en Colombia, dibujó con calma la letra R y rápidamente concluyó la firma.
A su espalda, el presidente Juan Manuel Santos aguardó unos segundos a que Londoño terminara su protocolo y se puso de pie. Dio tres pasos y tomó el balígrafo para estampar su firma.
Ofrezco sincero perdón a todas las víctimas del conflicto: Rodrigo Londoño
Luego, y por segunda vez en los más de cuatro años de negociaciones, el jefe de las Farc y el Presidente de Colombia estrecharon sus manos, con un aplauso sonoro acompañándolos.
En ese momento, cuando el protocolo parecía concluido, Santos sacó de su camisa un prendedor con la paloma símbolo de paz y se la entregó a Londoño entre las manos. Él la recibió, sonrió y la instaló en su camisa. A pocos metros la Primera Dama, María Clemencia Rodríguez, rompió en llanto. Los aplausos siguieron.
“Las balas escribieron nuestro pasado, la paz escribirá nuestro futuro”, dijo de nuevo la voz femenina.
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El reloj marcaba las 5:34 p.m. En tres minutos el país fue testigo de la oficialización de un acuerdo que, de ser aprobado en las urnas, pondrá fin a un conflicto de 52 años y más 267 mil víctimas.