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El niño al que se priva de atención postnatal, puede que no sobreviva a sus primeros días. El niño al que se priva de inmunizaciones o de agua potable, puede que no llegue a su quinto cumpleaños. El niño al que se priva de una nutrición, puede que no alcance nunca el pleno desarrollo de sus capacidades. El niño al que se priva de una educación de calidad, puede que no adquiera nunca las habilidades para tener éxito en el mundo laboral.
La advertencia la lanzó ayer Unicef en su nuevo Estado Mundial de la Infancia, que entre otros hallazgos augura dificultades para la supervivencia de los niños, si la inequidad no se resuelve en la Agenda de Desarrollo que se trazó Naciones Unidas para el 2030. Según cálculos del organismo, si nada cambia, 69 millones de niños menores de 5 años habrán muerto para entonces (ver gráfico).
De fondo, de acuerdo con Adriana Espinosa, de Alianza por la Niñez, lo que hay es una relación entre pobreza y mortalidad, provocada por enfermedades absolutamente prevenibles.
“Los niños en situación de pobreza tienen menores posibilidades de acceder a los servicios del Estado y a los alimentos, entonces mueren por causas que parecen tan simples, como diarrea o infecciones respiratorias”, explica Espinosa.
En ese sentido, continúa, el mundo y Colombia tienen dos tareas urgentes: “hacer algo muy grande para arreglar los conflictos y guerras, porque los principales afectados son los niños, y generar voluntad política y priorización del financiamiento público para alcanzar los Objetivos del Desarrollo en 14 años”.
El panorama aterrador que expone Unicef en su informe es para Ximena Norato, directora de la Agencia Pandi, el resultado de un círculo perverso: “Entre menor acceso a la educación tenga un mujer, menores serán las posibilidades de criar a un hijo sano”.
De acuerdo con la experta, los bebés que nacieron de una madre mal nutrida, desatendida antes y después del parto y con dificultades de acceder a unos servicios de salud especializados y de calidad, comienzan sus vidas en desventaja y corren un riesgo mayor de perpetuar el círculo.
“Sin las condiciones adecuadas, cualquier virus o bacteria se va a desarrollar en ellos”, anota, y recuerda que incluso la educación determina, en cierta parte, las probabilidades de que haya un embarazo adolescente y, por lo tanto, otras dificultades para la crianza y la manutención.
Así las cosas, Anthony Lake, director Ejecutivo de Unicef, plantea en el documento que, más que nunca, el mundo debe reconocer que el desarrollo es solamente sostenible si las generaciones futuras tienen capacidades (formación y bienestar) , si se sustituyen los ciclos viciosos con ciclos virtuosos que lleven a la igualdad.