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La nube gris que cubrió a Medellín en marzo pasado es el resultado de años de contaminación. Un estado similar compartieron Bogotá, Cali y Bucaramanga, ciudades donde la polución no es tan evidente debido a las condiciones geográficas (el Valle de Aburrá está rodeado de montañas). Estas conclusiones aparecen en el último informe sobre la calidad del aire en Colombia, publicado por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia (Ideam).
En el lapso de 2011 a 2015, el Ideam revisó los reportes de las 10 Corporaciones Autónomas Regionales (CAR) que cuentan con estaciones de monitoreo de calidad del aire. A partir de los reportes , el Instituto concluyó que el año más contaminado fue 2014, cuando el 25% de las estaciones superaron el límite permitido de aire contaminado (50 µg/m3). Las estaciones que superaron los límites autorizados fueron Sevillana (Bogotá), Colegio (Ráquira), Jagua Vía (Cesar) y Éxito de San Antonio (Medellín).
La investigación demuestra que el suroccidente de Bogotá (localidad de Kennedy) es la zona con mayor índices de aire contaminado. Otras estaciones llamaron la atención por su alta concentración de material particulado: Metro (ubicada en La Estrella, Antioquia) y Patio Bonito (en Cesar). Hay otras estaciones que reportaron menos contaminación, como las de Pasto y Usaquén, en Bogotá.
Los datos del informe no son alentadores. Algunas ciudades importantes no cuentan si quiera con estaciones de monitoreo de aire. Tal es el caso de Cartagena, Sincelejo, Apartadó, Villavicencio, Florencia y Tulúa. En total, el país cuenta con 163 estaciones. Sin embargo, la situación actual es mejor que la de 2011: en ese entonces solamente se medía la calidad del aire en el 11% del territorio colombiano; hoy en el 21%. “Necesitamos mejorar la infraestructura de medición para cambiar la calidad del aire. Entretanto necesitamos mejorar los combustibles de los vehículos y trabajar de la mano con las industrias. Mejorar los procesos productivos es clave para seguir avanzando”, dijo Ómar Franco, director del Ideam.
Si bien la atención de los medios se ha concentrado en Medellín y Bogotá, en la zona minera del Cesar se superaron los límites de contaminación durante los cuatro años estudiados por el Ideam. En La Guajira, las estaciones de monitoreo funcionaron de manera intermitente.
De acuerdo con Luis Jorge Hernández, coordinador del área de Salud Pública de la Universidad de los Andes, las autoridades deben prestar especial atención al aumento de concentración de partículas PM 2.5, que son las más peligrosas para la salud humana: “Con una exposición prolongada, la alta concentración de partículas produce enfermedades cardiovasculares y respiratorias, afectando arterias y bronquios. En Medellín, donde la condición es preocupante porque no hay dispersión de los vientos, se deben tomar medidas en chatarrización, implementación de combustibles limpios, energía eléctrica”.
Para Gloria Amparo Rodríguez, profesora de Derecho Ambiental en la Universidad del Rosario, “las alcaldías tienen que pasar del discurso a la acción. Escuchamos muchos compromisos pero las fuentes contaminantes siguen ahí. Tampoco hay una investigación contundente sobre lo que está sucediendo”.
Según la experta, una de las salidas a la contaminación sería el avance en políticas públicas ambientales.