viernes
7 y 9
7 y 9
Marco Romero, director de la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (Codhes), y miembro de la Comisión Facilitadora Nacional de Paz, califica como realistas los acuerdos a los que hasta el momento han llegado las Farc y el Gobierno en el proceso de paz de La Habana.
Desde su punto de vista, los alcances del proceso se concentran en la comunidades afectadas por el conflicto y no en los beneficios políticos y jurídicos para los combatientes. Además, dice que abren la puerta para que los conflictos sociales se gestionen con el debate político y no con la confrontación armada.
Usted dice que los acuerdos que han alcanzado Gobierno y Farc buscan una paz democrática ¿qué les da esa connotación?
“Hay críticas desde la derecha y desde la izquierda. La derecha no quiere que cambie nada y la izquierda cree que los acuerdos son minimalistas. Yo más bien creo que el acercamiento realista de las Farc y el Gobierno a la agenda es la condición para el éxito del proceso. No hay que tener ninguna preocupación porque las reformas sean de fondo porque van a ser refrendadas por la sociedad colombiana”.
¿Cuáles son esas reformas de fondo que usted percibe en los acuerdos?
“Hay reformas políticas importantes como la transformación de la organización electoral, transformar el sistema de umbrales y personerías para los partidos, y buscar mayor representación de los territorios. Además, el proceso va a tener algunas reformas importantes que sientan bases claves para pagar deudas sociales de largo aliento como ocurre con la sociedad rural”.
Usted ha planteado que la reparación colectiva reconoce el daño que le ha hecho el conflicto a las personas, pero también a los territorios...
“La reparación colectiva es una condición importante para consolidar la paz porque apunta a reconstruir el tejido social y a los sujetos sociales destruidos. Por ejemplo, el campesinado ha sido radicalmente golpeado en Colombia. El desplazamiento es el indicador del daño que se le ha hecho al movimiento campesino, hay que reconstruir ese movimiento y a sus organizaciones, también hay que reconstruir a los pueblos indígenas y afrodescendientes. No solo se trata de resolver los daños de la guerra sino que hay que crear condiciones de inclusión efectiva que rompan las estructuras de largo aliento en materia de discriminación económica social y cultural. La reparación es para cubrir los daños y la paz para reconstruir los territorios”.
Hay sectores que cuestionan los acuerdos porque sostienen que son pocos los compromisos que asumen las Farc...
“Los acuerdos que hasta ahora se han pactado son para favorecer a las poblaciones y a los territorios, no para favorecer a la insurgencia. Muchos han criticado eso de manera equivocada y dicen que en los acuerdos que se han pactado todo lo tiene que hacer el Estado. Pues claro, es que se está hablando de políticas públicas, lo grave sería que se dijera que todo eso lo tienen que hacer las Farc. Los acuerdos son para que los implemente el Estado en nombre de lo público”.
Pero persiste una duda sobre cuál es el foco del proceso, ¿la guerrilla o las comunidades que han sido afectadas por el conflicto?
“Creo que hay muchos contenidos importantes que favorecen a la sociedad colombiana, a las organizaciones sociales, a los partidos políticos, a los pobladores rurales. Es mucho más el contenido en los acuerdos para la sociedad que para la insurgencia. Por eso digo que esta paz es democrática en el sentido de que busca profundizar la democracia, reformas sociales rurales, transformar la política antidrogas y reconocer a las víctimas independientemente de los mecanismos de justicia transicional que se adopten. Entonces no es una paz al estilo del Frente Nacional que se hizo para beneficiar a los que firmaron que se repartieron el Estado y prohibieron la oposición”.
Las circunscripciones especiales de paz motivan en buena medida esa desconfianza, ¿cuál sería el modelo adecuado de participación una vez se inicie la implementación de los acuerdos?
“En Colombia los departamentos más pequeños son los territorios con más pobreza y más conflicto. Mi propuesta es que hay que darle una representación política especial pero no transitoria sino permanente pero con un principio de igualdad territorial y no con regla de mayorías porque las regiones más avanzadas siempre tienen la hegemonía del Congreso”.
En el acuerdo sobre participación política se asume que el fin del conflicto le daría mucha más fuerza a la movilización social...
“El fin del conflicto no es el fin de los conflictos. Vamos para una sociedad donde los conflictos se van a expresar de manera fuerte y masiva, pero no violentamente. En el fondo la paz consiste en cambiar la guerra por la movilización social democrática. Es muy interesante el cambio que se da en el capítulo sobre participación política porque en Colombia siempre ha habido una estigmatización de los movimientos sociales y, en el contexto de la guerra, eso siempre ocurre. Yo creo que sin guerra se acaban los pretextos para estigmatizar la movilización social”.
¿Entonces ese escenario le permitiría a las organizaciones sociales dejar de ocuparse en el conflicto?
“Durante las guerras la energía se concentra en tratar de evitar los daños, en denunciarlos, en pedir justicia, pero en un escenario de paz las organizaciones sociales van a poder concentrarse en cómo se crea una sociedad más incluyente, más plural y más democrática”.