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En Santa Rita nadie da su nombre a los foráneos. La presencia de los grupos armados ilegales y la difícil situación de orden público que se viven diario en esta población rural de Ituango se convirtieron en rutina y les sella la boca con un silencio sepulcral.
La guerra librada entre disidencias de las Farc y el Clan del Golfo en esa zona del norte del departamento les quita el sueño a casi todos sus habitantes e, incluso, ha generado un desplazamiento silencioso de muchas familias que se marchan con poco y dejan todo en ese pueblito pequeño.
“Le puedo decir que son más de 100 las familias que se han ido este año. Hay que decir que no todas por violencia, pero si la gran mayoría”, afirma uno de los habitantes de esta población a quien llamaremos *Alfredo Burbano.
De ese desplazamiento sigiloso, casi imperceptible, da cuenta un sector que se encuentra detrás de la Iglesia principal. Es una cuadra larga que se quedó prácticamente vacía y de este espacio conocido como “La Paz”, poco o casi nada queda.
De las casi 20 casas de ese pequeño barrio, solo tres están habitadas, y en la mayoría de sus fachadas se observan decenas de orificios que dejaron los disparos de fusil calibre 7.62 y pistola 9 milímetros luego de un ataque armado ocurrido hace apenas algunas semanas.
Se sabe del tipo de armas que usaron los ilegales porque don Gregorio Osorio guardó un puñado de los casquillos. Él está parado en la puerta de su casa, y señala tres huecos que por su tamaño dejan ver el interior de la vivienda. “Fueron muchos disparos, esa noche yo lo único que hice fue tirarme al piso, no entiendo como nadie resultó herido o muerto”, recuerda el señor.
–Es que este sitio es el de paz paz paz, gritó un señor desde el lado de la iglesia.
–Es como una sala de velación, porque todo el que llega a esta calle, descansa en paz, sigue exclamando sobre el nombre del barrio, agrega Gregorio.
–Pero ¿fueron los del Clan del Golfo o los que llaman disidencias de las Farc?, preguntó el reportero.
Después de un largo silencio, don Gregorio dijo que ya no saben quién es quién. “No se identifican ni con la ropa y en esta ocasión solo llegaron a disparar, sin mediar palabra”.
Acceder por carretera a Santa Rita, un corregimiento que tiene aproximadamente 7.000 habitantes según el último censo, tarda casi tres horas desde Ituango. La única vía, destapada y en buenas condiciones, conquista tres montañas y los paisajes que ofrece deleitan al visitante al mostrar la magnitud del Parque Nacional Natural Nudo de Paramillo, que limita con ese poblado.
Su zona urbana se puede confundir con cualquier municipio por su tamaño: su calle principal, inicia con una estación de gasolina rodeada de casas y termina en el parque principal y su iglesia, en esta quedan las tiendas, billares, almacenes agrarios y de ropa, además de la subestación de Policía.
Aunque solo tiene una vía de acceso, por caminos de herradura hay salida a Briceño, Puerto Valdivia (Valdivia), Tarazá y el sur del departamento de Córdoba.
Eso, según fuentes de Inteligencia Militar y de Policía, es como un botín para los grupos armados ilegales, específicamente el Clan del Golfo que en esa zona estaría liderado por un hombre conocido con el alias de “el Perro” y las disidencias de las Farc comandadas por Ricardo Abel Ayala, alias Cabuyo. La pelea es por el corredor y los cultivos de uso ilícito, que según el gobernador de Antioquia, Luis Pérez, tuvieron un crecimiento en esa zona del departamento en unas 1.000 hectáreas, “aunque se han erradicado 300 por parte del Ejército”, dijo en uno de sus consejos de seguridad.
Aunque en el casco urbano hay presencia permanente de la Policía y Ejército, algo que ha logrado estabilizar parte la situación de zozobra, la guerra se siente con más fuerza en la zona rural que es donde vive el 70% de la población de este corregimiento.
Entre septiembre y octubre se han presentado varios enfrentamientos armados en la zona rural de Santa Rita que, como dice una de las autoridades civiles del corregimiento, “han dejado varios muertos, pero en los registros solo aparecen dos o tres”.
Esa persona se refiere a las muertes, ocurridas en medio de combates entre ilegales, de las personas conocidas como “Cuatro” y “Quince”, ambos cabecillas de las disidencias de las Farc. “Por ejemplo ese muchacho que le decían ‘Cuatro’, su cuerpo se pudo recuperar porque la familia vino desde Ituango y caminó monteabajo para poder ubicar y sacar el cadáver, se arriesgaron a mucho pero lo lograron. Por eso le digo que no se sabe si hay más gente muerta por esos enfrentamientos, porque quedan por ahí”.
Según cifras de la alcaldía de Ituango, en Santa Rita se tiene registro de siete homicidios en lo que va corrido de este año, sin embargo la percepción entre quienes habitan allí es diferente. “Acá queremos dejar el temor atrás, pero no nos dejan, buscamos que la paz no solo esté en una calle lleva de balazos (sic), queremos que sea algo que vivamos. En Santa Rita pedimos a los violentos que nos dejen vivir tranquilos y al Estado que no se olvide de nosotros”, exclamó Alfredo Burbano.
Para ser un jueves en la mañana, cuando es común que los campesinos estén en sus jornadas de trabajo en las zonas rurales, se ve buen movimiento de personas, aunque para Alfredo, “el pueblo está prácticamente vacío. Antes, esto a esta hora se veía con mucha más gente, ya no”.