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El parque principal del municipio de Ituango tiene las mismas características de la mayoría de parques de otras poblaciones de Antioquia: a su alrededor tiene locales comerciales, la iglesia, la alcaldía y el comando de Policía. Si usted está mirando de frente a la administración municipal, podrá observar que a su derecha hay instalaciones militares y a su izquierda la estación de Policía.
Debido al conflicto armado que se vivió por décadas con las Farc, los alrededores de esas sedes de la Fuerza Pública fueron reforzadas con garitas y trincheras, para evitar ataques de la guerrilla. Estas medidas de seguridad prácticamente aislaron esa calle de la comunidad, pues las vías que rodean ese punto fueron obstruidas por fortificaciones militares que generaron restricción en la movilidad.
El proceso de paz con las Farc no solo le trajo tranquilidad a Ituango, también llegó con muchos cambios que poco a poco le dan otro panorama a esa población. Uno de ellos es la decisión que tomó la Policía de retirar sus trincheras y garitas de vigilancia que mantenían alrededor de su estación, lo que no solo le devolvió movilidad a ese sector, sino que también devolvió la vida a comerciantes y habitantes vecinos.
Uno de ellos es Adolfo Trujillo, propietario de una mueblería llamada Santa Elena, ubicada justo detrás de la Policía. Allí lleva 10 años y como a casi todos los habitantes de Ituango, le tocó vivir los momentos más crudos del conflicto armado; al preguntársele sobre la diferencia de aquella época y la actual, tiene una respuesta inmediata: “antes sufríamos cualquier ataque que le hacían a la policía, tiraban balones bomba, granadas, hostigaban con disparos y cuando estaba algo tranquilo, mis clientes eran requisados para poder entrar al negocio y la mercancía me tocaba entrarla a hombro desde el parque. Ahora la gente camina tranquila, la clientela subió, abrimos hasta más tarde y la mercancía ya me llega a la puerta”.
Una reacción similar tuvo Alicia Mazo, quien desde hace tres años maneja la Heladería Fuente de Soda Leo, ubicada al frente de la mueblería de Adolfo. Desde la reapertura de la vía y la situación favorable de orden público ya piensa en invertirle plata a su negocio.
“Quiero remodelar, ahora entran más personas, ya no hay el temor de antes y esperamos que esas épocas no regresen”, dice Alicia.
A pocos metros de la estación de la Policía, justo en la otra esquina se encuentra una base del Ejército. Allí aún persisten las garitas de seguridad y la vía se cierra desde las 6 de la tarde.
Los comerciantes de esta parte del parque, aunque gozan de la misma seguridad y ventajas que trajo el proceso de paz, creen que ya no hay necesidad de que los militares mantengan las mismas medidas como cuando estaba la amenaza de un ataque insurgente en cualquier momento.
“En este lado también sufrimos mucho los hostigamientos, acá justo al lado de nosotros estalló una granada que le tiraron a los soldados, pero hay que decir que hace muchos meses que no ocurre algo similar, por eso yo digo que para qué mantener esas medidas. Es que usted ve que en la Cuarta Brigada pasan los carros al frente, igual en la Casa Blanca, ¿entonces por qué acá no se puede?”, se pregunta el dueño de una tienda vecina a la base militar.
Al lado de ese negocio hay un minimercado, cuyo administrador, Edison Hernández, reconoce que todo ha cambiado para bien y agrega que la gente ahora llega a mercar más tranquila, “hasta se dan el lujo de venir cuando terminan de trabajar, antes, por la cercanía que tenemos con la base de la Fuerza Pública, les daba temor. Hay que decir que todo está más tranquilo y eso se nota en las caras de los clientes”. Sobre la permanencia de las trincheras del Ejército, Edison cree que la seguridad debe de ir primero “pero también la gente necesita tener mejor movilidad y esperamos que les den la orden para poder modificar sus puestos de seguridad”.
Pedro José Espinal es el agente comercial de la oficina de Coonorte, principal empresa transportadora en Ituango y que como pocas, sufrió el azote de la guerrilla con la quema de muchos de sus buses. Este sector es tal vez otro de los más beneficiados con la actual situación que se vive en el Norte de Antioquia, algo que no solo se ve reflejado en la reducción total de las agresiones contra los automotores, también en el flujo de pasajeros que entran y salen del municipio.
“El 2016 fue tal vez el año, después de mucho tiempo en el que más cantidad de gente llegó al municipio, ya pasaron más de tres años desde que nos quemaron el último bus, desde eso, las frecuencias han aumentado y hemos extendido los horarios, antes teníamos restricciones por la tarde, ahora salen buses hacia Medellín hasta las 4 de la tarde. Aparte de los vehículos pequeños, tenemos nueve turnos de buses en este momento”, explica Pedro.
En Ituango el panorama está cambiando. En las calles se siente un ambiente diferente, muchos creen que vienen los mejores años, otros piden a la institucionalidad que no se desaproveche esta oportunidad. Después de varias décadas, en el Norte de Antioquia se espera que la guerra solo esté presente en historias, no en la realidad.