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Comfort, el colosal que sanó el Urabá antioqueño

Este barco que fue usado en algunas confrontaciones, hoy recorre el mundo brindando servicios de salud a los más necesitados. Está en Turbo.

  • La embarcación cuenta con rayos x y cuatro salas de cuidados intensivos. FOTOS Juan Antonio sánchez, enviado especial a urabá
    La embarcación cuenta con rayos x y cuatro salas de cuidados intensivos. FOTOS Juan Antonio sánchez, enviado especial a urabá
  • Comfort, el colosal que sanó el Urabá antioqueño
19 de noviembre de 2018
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“La felicito, está en territorio estadounidense”, le dice uno de los miembros de la armada colombiana a Ana Leocadia Mosquera, y ella sonríe. Esta paciente de oftalmología está a la vez en suelo nacional –en la costa del Golfo de Urabá, en Turbo–, y extranjero, a bordo del Usns Comfort, uno de los dos únicos buques hospital de Estados Unidos que llegó a este municipio del Urabá antioqueño como parada en su misión humanitaria.

Como Leocadia, 7.500 pacientes reciben atención desde el jueves 15 de octubre. Ella en realidad es de las pocas que ha abordado como tal la nave, destinada para los procedimientos más complejos como su cirugía de cataratas.

Durante sus cinco días en el puerto de Urabá, se realizan por día unos 20 procedimientos quirúrgicos de forma gratuita. El más complicado, cuenta el enfermero en jefe Kevin Buss, lo hicieron el jueves a un paciente con una hernia producto de un accidente automovilístico hace años.

Para el resto de pacientes, se ha instalado un puesto en la Armada de Turbo. Allí llegan en buses personas de Apartadó, Necoclí y Mutatá con la intención de recibir la valoración médica que esperan hace meses o la silla de ruedas estancada en algún procedimiento burocrático del sistema de salud colombiano.

Es el caso de Nanciso Romaña, un antiguo palero que trabajaba construyendo canales en las bananeras y que sufrió un derrame en enero que lo dejó sin habla y con parálisis en la mitad del cuerpo.

“No tuvo terapia a tiempo por la mala atención que hay en Colombia. Si este barco hubiera llegado antes hasta habría podido volver a caminar, al menos ahora tiene su silla de ruedas y su caminador”, dice su hermana Ana Beatriz Romaña.

Barco de guerra para la paz

El Usns Comfort es, en palabras del jefe Kevin Buss, “una ciudad flotante”, con una longitud equivalente a 3 canchas de fútbol, 4 salas de cuidados intensivos, otras 4 de rayos X, y es capaz de mantenerse en misión por 6 meses.

Antes de convertirse en buque hospital en 1985, fue una embarcación de combustible. Por su estabilidad y tamaño, es ideal para tratamientos médicos, así como por la cantidad de gasolina que puede albergar. Con el tanque lleno, el Comfort podría darle una vuelta y media al mundo.

La decisión de adaptarlo para la atención médica tuvo una razón militar. Comfort comparte nombre con otro buque médico, impactado por un kamikaze japonés en la segunda Guerra Mundial y tiene tras de sí una herencia de barcos de emergencia utilizados por EE. UU. en conflictos bélicos. Él mismo sirvió en la Guerra del Golfo, en los años 90.

Dado su origen, el barco está equipado con uno de los mayores bancos de sangre del mundo, con 5.000 unidades, aunque en Turbo no han tenido que usar ninguna.

“Gracias a Dios, cuando no hay guerras podemos dedicarnos al servicio humanitario y a atender desastres naturales”, dice Buss. En la última década, Comfort ha atendido emergencias como el Huracán María y en 2015 emprendió un recorrido como este en el que benefició a 120.000 personas.

Esta última comenzó hace 39 días en Virginia y pasó por Ecuador y Perú. Tras partir de Turbo, el próximo martes se dirigirá a la Guajira, y luego a Puerto Castilla, en Honduras.

Montaña blanca sobre el mar

Desde la playa del golfo, a Lorenzo, habitante de Turbo, esa masa con cruces rojas a los costados le parece un barco bananero. “Es de los gringos, ellos sacan mucho banano de aquí”, dice con confianza.

En los últimos días, muchos de los visitantes comunes de la playa se han detenido a ver el barco, que dobla en tamaño a los cargueros sin saber muy bien su propósito.

Otros, como Usber Restrepo, enfermo con una hernia, lo miran con cierta nostalgia. “Yo escuché por la radio que iban a venir de EE. UU. a atender enfermos, pero me dio pereza inscribirme”, cuenta.

La selección comenzó en agosto, y aunque en principio a las autoridades locales les dijeron que la idea era atender a los venezolanos que están llegando masivamente al Urabá antioqueño, solo unos 300 se inscribieron y el grueso de los pacientes son colombianos.

Desde las 5 de la mañana decenas de personas hacen fila con la esperanza de que alguno de los que está en la lista no llegue y así obtener un cupo. La hilera humana también la componen enfermos que no fueron seleccionados. En la entrada, los guardias insisten: “No pierda el tiempo, si no quedó, váyase”.

El martes, esa ciudad flotante dará la vuelta rumbo a Rioacha. En el Puerto de Urabá quedarán miles de personas mejor de lo que estaban antes de su llegada, otras tantas decepcionadas, pero todos de vuelta a la realidad de un acceso precario a la salud.

7.500
es el número de pacientes atendidos en el barco-hospital de EE. UU.

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