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La comida tradicional colombiana, más en Navidad, es rica en carbohidratos y grasas. Su exceso puede causar indigestión
y kilos de más.
Aún no hay buñuelos integrales, aunque, ¿quién querría comerlos? No faltaría el que comprometido con su dieta se incline a probarlos, pero diciembre es perfecto para darse licencias, con ciertos límites. La natilla en las novenas, la cena en Navidad y el brindis por Año Nuevo pueden comerse y beberse sin actos de contrición.
Para evitar la indigestión y los kilos de más, el truco está en comer de todo, pero con moderación. En ello coinciden cuatro especialistas consultados.
Las costumbres gastronómicas navideñas son ricas en carbohidratos y grasas. Alimentos como el chicharrón, los quesos y las gaseosas son difíciles de digerir, y en exceso pueden producir malestar estomacal.
Janeth Bedoya Uribe, nutricionista del Parque de la Vida de la Universidad de Antioquia, relata que lo primero que hay que tener en cuenta es que el cuerpo funciona por rutinas, y por ello comer o tomar cantidades diferentes a las que se consumen normalmente, le pasan cuenta de cobro al cuerpo.
El toxicólogo Hugo Gallego explica que “la indigestión es un problema común, una sensación de malestar en la parte superior del abdomen que puede suceder durante o después de comer”.
Los síntomas que describe el médico son de ardor, dolor o calor en la parte superior del abdomen en la zona entre el ombligo y la parte inferior del esternón, lo que las personas llaman popularmente como la boca del estómago, o la sensación de llenura que es molesta y aparece después de comenzar a comer o al terminar.
Lina María Valencia, nutricionista de Colombina, asegura que ningún alimento es un peligro, nuevamente todo depende de la cantidad.
“Los dulces tradicionales como la natilla y el arequipe tienen una carga alta de carbohidratos, para equilibrarlo hay que ser moderado y ayudar un poco con los ingredientes”. La médica se refiere a que se puede hacer un dulce que contenga leche, cambiando la leche entera, por deslactosada, y en lugar de fritos se opte por alimentos asados o cocidos.
Sandro Gómez, nutriólogo y gastrónomo, cuenta que “hacer hojuelas de quinua sería la tapa”. Para él, la Navidad conserva gran parte de nuestras tradiciones gastronómicas, y la comida tradicional no es mala. “La clave es comerse un chicharrón y no medio marrano”, reitera.
Que los alimentos ricos en grasa bajan el licor en el cuerpo, y que una pastilla efervescente, antes de consumir alimentos y bebidas, da licencias para los excesos, son algunos de los mitos en las fiestas.
Gómez aclara que si se consumen bebidas alcohólicas, lo más importante es la hidratación. “El alcohol es un diurético y si no consumimos generosas cantidades de agua nos podemos deshidratar. El licor se acompaña con agua durante y al otro día. Si es el caso, suero oral”, detalla el nutriólogo.
Los especialistas coinciden en que no hay receta para preparar al estomago de los excesos porque todos los metabolismos son diferentes. Lo que señalan es que no se debe tomar sin haber comido. “Es importante comer antes de beber y tener una buena ingesta de agua. Si se come después de beber también puede caer mal, depende del organismo”, precisa Gómez.
Si una persona tiene un régimen alimentario, la dieta de productos navideños puede indigestarlo. Sandro Gómez aconseja elegir dos o tres días significativos para no privarse de comer por Navidad.
“La idea es disfrutar la comida sin culpas. Elija el 24 y el año nuevo, por ejemplo, y hágase consciente de lo que se va a comer, de que le va a gustar, y no se de golpes de pecho. Simplemente, al otro día siga con su rutina. No pique los 30 días de diciembre natilla, sino que elija los días especiales y esa determinación le ayuda al control, pero también al disfrute”.
El marrano y el aguardiente pueden ser un buen maridaje, pero recuerde que en Navidad se comparte. No se tome toda la botella .