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Las cirugías estéticas siempre tendrán su toque de polémica. Más si las intervenidas son menores de edad. Esta semana Mauricio Lizcano, senador de la República, radicó un proyecto de ley con la asesoría de la Asociación Colombiana de Cirujanos Plásticos que busca prohibir las cirugías estéticas invasivas para los menores de 18 años.
El senador Lizcano asegura que este tipo de cirugías no tienen un control por parte de las autoridades. “Se volvió una moda, eso está generando no solamente problemas físicos, sino sicológicos, muchas de esas niñas tienen que volver a cambiar las prótesis porque todavía no se han terminado de desarrollar y la niña que se pone una prótesis a los 16 o 17 años, se tiene que cambiar esa prótesis a los 25 y 35 años”, indicó.
Aquí le presentamos dos opiniones de mujeres antioqueñas de edades similares respecto a este tema. Dos posturas opuestas que reflejan la polarización y los imaginarios colectivos que produce un tema sensible como este.
“Me operé a los 16 y no me arrepiento”
*María Camila, 25 años
“Desde los quince años me quería operar el busto porque era muy flaca (pesaba 44 kilos) y muy plana, no era que no pudiera vivir sin eso pero sí me mantenía algo atormentada. En ese momento me hicieron una prueba de índice de crecimiento y resultó que todavía no era apta porque mi cuerpo podía seguir creciendo, tuve que esperar un par de meses. A los 16 me repetí los exámenes y salieron positivos. Mi mamá que siempre tuvo senos grandes me apoyó inmediatamente con el tema de la operación, claro está, siguiendo todas las recomendaciones médicas y todos los cuidados”.
Es el relato de María Camila, una antioqueña que ahora tiene 25 años y que no duda ni un instante en recomendarle a las jóvenes que quieren operarse que lo hagan, eso sí con todos los exámenes y cumpliendo todas las medidas de seguridad.
“Me puse 350 gramos en cada seno. Pasé de ser muy plana a ser una copa 34 grande, casi 36. La cirugía es una bobada, dura una hora. La recuperación es dolorosa porque te lastiman bastante. La recomendación era levantar los brazos todos los días”.
María Camila, además, aseguró que la operación no afectó en nada el desarrollo de su personalidad. “Si yo tengo hijas, no tendría ningún problema en que se realizaran una cirugía estética siendo menores de edad, siempre y cuando el cuerpo haya terminado la madurez sexual. Igual es clave que quien se quiera operar visite a un médico responsable, un cirujano capacitado y además al anestesiólogo” sostuvo la antioqueña.
Lo malo de la cirugía
María Camila asegura que “lo más incómodo dura una semana, aunque también es fastidioso la drenada, que dura cerca de un mes y es como sentir que los senos están llenos de agua. Tuve que esperar hasta seis meses a que se terminaran de desinflamar para ver cómo habían quedado, No desconozco que la operación no tenga peligros. Hay que asesorarse bien porque es un cambio del cuerpo para toda la vida. Lo barato muchas veces sale caro”.
“Nunca me operé, me sentiría muy incómoda con la idea de tener algo que no sea parte de mí”
Juliana Aponte, 24 años
En el otro lado del debate y contrariando la opinión de María Camila, se encuentra Juliana, otra antioqueña que cuando fue menor de edad vivió de cerca la ola de las cirugías estéticas, pero nunca se sintió motivada para realizarse una operación.
“En mi época (cuando tenía 16 años) había muchos casos de gente que se moría por cirugías estéticas, tengo eso súper grabado en la cabeza, no sé si antes había menos regulación, pero recuerdo casos que mostraban en televisión de gente que por implantes de silicona tenían problemas de salud.
Juliana asegura que siempre le pareció “una cuestión de autoestima, nunca me sentí presionada a hacer parte de ese estereotipo”, sostiene que se siente a gusto con su cuerpo y por eso nunca ha buscado hacerse una cirugía..
“Si alguna vez pienso en hacerme algo será más adelante cuando tenga hijos y sería algo no invasivo porque me sentiría demasiado incómoda con la idea de tener algo que no sea parte de mí. Además me parece que es algo muy costoso que no es necesario. Si a esa edad hubiera tenido la plata mil veces más habría preferido usarla en un viaje”.
Tuve amigas del colegio, sobretodo en once, que le daban regalos de grados y utilizaban esa plata para operarse, siempre me pareció una decisión muy apresurada porque a esa edad el cuerpo todavía está en un proceso de cambio.
Yo estaría de acuerdo con que ese tipo de operaciones se realicen mínimo desde los 18 porque a esa edad uno tiene un poco más de madurez y tiene instalado el imaginario que a esa edad tiene permisos para hacer más cosas”.
* Nos reservamos el apellido de María Camila por petición de la fuente