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La salud en la capital antioqueña se destaca por su calidad. Internacionalmente, la ciudad, el departamento, el país, es un referente para extranjeros que buscan ser tratados por una enfermedad compleja. Este no es un tema de azar. Los profesionales de la medicina, las clínicas y hospitales de esta región trabajan desde hace años para lograr ese reconocimiento.
“La calidad en la prestación del servicio de salud tiene toda la importancia, ya que el Sistema Obligatorio de Garantía de Calidad de la atención de salud tiene como punto de partida la identificación de las necesidades y expectativas del usuario y su familia durante el proceso de atención para garantizar la prestación servicios de salud accesibles, oportunos, seguros, pertinentes, continuos y humanizados, logrando la satisfacción del usuario y su familia”, detalla Jesús Eugenio Bustamante Cano, gerente del Hospital General de Medellín.
Es una propuesta en la que trabajan en el Hospital San Vicente Fundación y que resalta María Cecilia Ortiz Escobar, jefe de Gestión de Calidad y Acreditación, “contar con servicios de calidad reviste una gran importancia porque garantiza procesos estructurados, documentados y sobretodo alineados desde la estrategia. Busca siempre que la prestación de los servicios lleve a resultados satisfactorios para el paciente y su familia, pero también para el hospital. Y reviste importancia porque se trabaja bajo la premisa de hospitales confiables que además de ser humanizados y seguros, como en el caso de nosotros, también es un hospital rehabilitador”.
Este es un trabajo diferenciador en el que se debe poner atención y encarrilarse con los retos que se plantean cada día en lo que tiene que ver con la salud. Dice Gustavo Adolfo Gutiérrez, jefe del Departamento de Mejoramiento del Hospital Pablo Tobón Uribe, que esos retos pueden resumirse en una atención enfocada en el resultado, segura y amable.
Esto es, enfocada en el resultado: “El primer reto, aunque suene a verdad de perogrullo, es hacer bien lo que se debe hacer, una atención con calidad técnico científica, que se procure resolver al paciente su situación de salud, de acuerdo con su diagnóstico y las posibilidades de tratamiento; una atención segura: las instituciones de salud deben prevenir y actuar proactivamente sobre los riesgos que conlleva ser atendido en un hospital, las posibilidades de error son altas y deben desarrollarse barreras para evitarlas; una atención amable: es básico, pero es un reto que las clínicas y hospitales no deben perder de vista. Posiblemente la enfermedad es una de las condiciones en las cuales un ser humano y su grupo familiar son más vulnerables. Por ello prestar un servicio con alto tacto, amabilidad, calidez, información, oportunidad, respeto por la dignidad y sensibilidad hacia el que sufre, es indiscutiblemente un reto que debe ser siempre vigente”, explica.
Bustamante Caro destaca que para garantizar la calidad de la prestación de los servicios, “en primera instancia debe haber un compromiso y una decisión de alta dirección con el sistema de calidad que adopte la institución, el cual debe estar alineado con la estrategia, se deben garantizar recursos, estructura y se deben implementar una serie de estrategias para lograr que la cultura de la calidad se asegure, se mantenga y permee a todos los procesos de la organización a través de una verdadera transformación cultural orientada hacia la prestación de servicios de salud con altos estándares de calidad para los usuarios y sus familias”.
En esto la competencia de los profesionales es fundamental, por lo que agrega que “en el Sistema Único de Habilitación se exigen certificados de formación de las diferentes profesiones, especialidades y ocupaciones con el fin de garantizar la idoneidad permanente del talento humano en salud requerida para prestar servicios de salud con calidad y seguridad”.