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Miguel siempre tuvo problemas de horario. En el colegio y en la universidad le costaba mucho madrugar y no asistía a las clases de las primeras horas de la mañana. Siempre perdió por asistencia y siempre se cuestionó. ¿Hacerle caso al despertador o levantarse cuando el cuerpo decida? Empezó a estudiar ese fenómeno, se dedicó a investigar sobre el sueño y ahora le puede dar respuesta a todos esos jóvenes que tienen su mismo problema. Miguel Dávila hoy es un reconocido neurólogo especialista en desórdenes del sueño que tiene claro que en una sociedad como la nuestra las personas como él, con fase atrasada de sueño, siempre serán una minoría.
Antecedentes
El sincronizador más importante es la luz del sol, pero la luz artificial, los leds y todos los dispositivos que imitan la luz del sol contribuyen a que estemos más tiempo desfasados. Según explica el neurólogo Luis Alfredo Villa, “los factores que mantienen el estímulo en los individuos han cambiado. Con la llegada de la bombilla eléctrica, se empezó a dormir una hora de menos, con el computador, dos horas menos, y con la tablet y todos los dispositivos electrónicos, hasta tres horas menos”.
Las personas con ciclo circadiano normal suelen dormirse tan pronto como llega la noche, es decir, una vez que hayan terminado sus actividades, hacia las 9:00, 10:00 de la noche, que es lo normal. No obstante, cada vez hay más casos con trastornos del reloj biológico del cuerpo que permiten clasificar en dos a las personas: los que tienen síndrome de fase adelantada del sueño, y aquellas con fase retrasada. En palabras comunes, los que prefieren acostarse temprano y madrugar, y los que logran su mayor nivel de productividad en las noches y por supuesto, trasnochan y duermen hasta muy entrada la mañana. Estas condiciones están relacionadas frecuentemente con factores genéticos o pueden ser comportamientos buscados voluntariamente por razones de conveniencia.
Ninguno de los dos casos representa en sí un problema de salud, siempre y cuando se mantengan las ocho horas recomendadas de sueño, independiente de la hora en la que me acuesto y me levanto. “Lo importante es dormir el tiempo adecuado para generar descanso y restitución en el organismo, pero si no lo están haciendo porque a la una de la mañana están despiertos y se tienen que levantar temprano, llegarán los problemas de privación crónica del sueño con sus consecuencias, como el sobrepeso y eventuales trastornos metabólicos, como la diabetes. Todo por dormir menos de lo que nuestro cuerpo necesita”, comenta Dávila.
Entre el 5 por ciento y el 10 por ciento de personas sanas que consultan un centro especializado en sueño lo hacen por una falsa idea de tener insomnio, cuando en realidad es una fase retrasada del sueño.
Tratamientos
Si tu ciclo de sueño afecta el desarrollo normal de una rutina establecida, puedes intentar algunas terapias para modificar de manera natural esta condición antes de buscar medicamentos. Estamos sincronizados con el sol, pero voluntariamente podemos buscar una noche y un día artificial con suficiente iluminación u oscuridad. En la fototerapia, por ejemplo, se utilizan unas luces específicas de mucho estímulo durante un periodo de 30 a 90 minutos en la mañana para empezar a cambiar el ciclo del sueño. También se puede usar la cronoterapia, que utiliza el mismo tiempo a favor. Acuéstate tres horas más tarde o más temprano cada día durante seis días, para que el cuerpo entre en una fase de adaptación.
Cambio de mentalidad
Hay quienes aprovechan la noche para trabajar. Entre 1:00 y 4:00 de la mañana son plenamente productivos... sin el teléfono que suena, sin el ruido de los carros afuera, sin nadie que interrumpa. Y mientras la mayoría duerme, ellos producen. Tan respetable como difícil en una sociedad en la que madrugar es lo debidamente correcto y la disciplina se impone sobre el ritmo biológico por cuestiones morales, éticas y religiosas.
En un mundo ideal las personas no deberían luchar contra su ciclo de sueño sino acomodarse y aprovechar esos factores, pero la sociedad no se presta. “Se debería poder negociar, pero el estigma está muy marcado y mientras al que madruga se le aplaude, al que no lo hace se le juzga . Las clases de 7:00 son un invento malsano de las universidades. En partes civilizadas el mundo se han dado cuenta que los niños aprenden más cuando empiezan la clase más tarde. Si entraran a estudiar entre las 8:00 y 9:00 de la mañana, los niños entenderían más porque el cortisol está más alto y han podido dormir lo suficiente”, explica el especialista Miguel Dávila.
El neurólogo Luis Alfredo Villa coincide con su colega y plantea una hipótesis muy personal. “Si la sociedad fuera perfecta y estuviera integrada por gente más planeadora, podría aprovechar mucho estas conductas. Los individuos con fase de sueño retrasada son muy productivos al final de la tarde y en la noche. Para ellos debería existir un horario de 2:00 a 10:00. Y quienes están fuera de combate a las 8:00 de la noche y se levantan a las 5:00 de la mañana podrían iniciar la jornada. Yo programaría los horarios según los ciclos de sueño de los individuos. Socialmente sería un cambio de mentalidad muy interesante”.
En la medida que las personas entiendan la importancia de obtener un buen sueño, de dormir ocho horas diarias y de respetar la diferencia en el ciclo del otro, la sociedad será mucho más productiva y el número de pacientes que llegan preocupados al consultorio del doctor Dávila para entender qué ocurre con su cuerpo, disminuirá I YOK
Los ciclos de sueño y vigilia dependen en gran parte del estímulo lumínico que reciba el cerebro: en la penumbra se activan en el cuerpo sustancias químicas que inducen al sueño, sin embargo, el algunas personas funciona al revés, y es normal.
La alimentación y el sueño
Hay alimentos y bebidas que contienen sustancias que afectan al sistema nervioso central y tienen una acción directa sobre el sueño. Por eso, si quieres asegurar un sueño reparador, debes prestar atención a aquello que comes antes de ir a la cama. Si te cuesta quedarte dormido temprano y tienes una fase de sueño retrasada, evita el consumo de bebidas o productos estimulantes durante las horas de la tarde o en la noche, así como los platos muy condimentados. Busca productos ligeros, de fácil digestión y come tres horas antes de ir a dormir para conciliar el sueño más fácilmente.
Hábitos que llegan con los años
A medida que pasan los años las personas se acuestan más temprano y se levantan antes. Según explica Villa “lo normal es que al cabo de la vida vamos reduciendo el tiempo de sueño y este va disminuyendo su profundidad”. Duermes menos tiempo y el sueño es más superficial. Aparecen entonces siestas durante el día.
¿Son buenas? Según el especialista todos los individuos deberían hacer siesta. Además de ser reparadora, estudios demuestran que la productividad aumenta cuando se hace una siesta corta, de 20 o 30 minutos cada día, independiente de la edad.